Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
En nuestro día a día, necesitamos estar activos para sobrevivir, socializar y mantenernos en forma. Sin embargo, existen unas misteriosas criaturas microscópicas que habitan en el fondo de los océanos para las que ahorrar energía es cuestión de supervivencia.
Videos by VICE
Ahora, un equipo de científicos ha descubierto que estos fascinantes seres vivos “subsisten con flujos de energía más bajos de lo que previamente se creía necesario”, decía un estudio publicado el miércoles en Science Advances.
Para que te hagas una idea, la energía necesaria para que un ser humano funcione podría alimentar a un ventilador de techo. Estos organismos requieren tan solo 50 trillones de veces menos de energía, según el estudio. De hecho, este descubrimiento, que muestra que algunas formas de vida son extremadamente inactivas, expande nuestra concepción de cómo es la vida tanto en la Tierra como en el cosmos.
“Hay un hábitat en los sedimentos debajo del lecho marino que hasta hace unas décadas desconocíamos”, decía el autor principal, James Bradley, un científico medioambiental de la universidad Queen Mary de Londres.
“Creemos que es un medioambiente que limita mucha la energía, pero que contiene una gran cantidad de microorganismos”, explicaba. “El número de células que hay en los sedimentos bajo el lecho marino de todo el mundo equivale al número de células de todas las superficies de la Tierra o de todos los océanos”.
Los científicos se encontraron por primera vez con esta biosfera marina hace décadas, mientras perforaban núcleos por todo el planeta, desde las zonas costeras hasta el mar abierto. Estas expediciones han revelado que la vida, en forma de células microscópicas intactas, ha encontrado la manera de sobrevivir en nichos que pueden estar a kilómetros bajo el lecho marino.
Bradley y sus colegas usaron bases de datos globales de mediciones de los lechos marinos para calcular los presupuestos de energía de estos seres frugales. El modelo numérico del equipo se centraba en cómo el ecosistema digiere partículas de carbón orgánico, provenientes principalmente de organismos muertos, que caen al lecho marino desde partes más altas del océano.
“Tenemos suficientes indicios que nos hacen creer que la oxidación del carbón orgánico, la combustión de esta materia orgánica, es la principal fuente de energía para la vida del subfondo marino”, explicaba Bradley. “Es un ecosistema sin luz solar que depende de este material orgánico que cae al lecho marino, se entierra y posteriormente sedimenta”.
“Utilizamos un modelo numérico para predecir el flujo de energía a través del sistema, el número de células que hay y el índice de carbón orgánico que se ha degradado y que suministra, en parte, la energía”, decía.
“Tus necesidades energéticas, suponiendo que seas un ser humano, son las mismas que las necesarias para hacer funcionar un ventilador de techo. El equipo de Bradley descubrió que estas células tienen un presupuesto energético 50 trillones de veces menor.
Como puedes imaginar, la vida en estas regiones tan oscuras se mueve a un ritmo muy diferente al de la superficie. En el fondo del mar, las células microscópicas a menudo existen en una especie de animación suspendida que puede durar millones de años.
“Parece que estos organismos viven con un régimen energético muy por debajo de lo que creíamos que era posible para mantenerse vivos, así que es poco probable que haya división celular y un crecimiento extendido”, decía Bradley.
“¿Son las mismas células —o al menos primas cercanas— que fueron depositadas hace decenas de miles, cientos de miles o incluso miles de millones de años?”, preguntaba. “Creo que es una cuestión que sigue sin respuesta”.
Es asombroso pensar que compartimos el planeta con seres vivos que pueden sobrevivir con tan poca energía y llevar a cabo actividades biológicas básicas. Pero esto también arroja luz sobre la posible habitabilidad de otros planetas en el sistema solar, como Marte o Europa, y sobre la probabilidad de que haya vida en los exoplanetas que orbitan otras estrellas.
“Lo que vemos con este estudio es que estos organismos tienen fundamentalmente una relación diferente con la energía comparados con las formas de vida que conocemos”, decía Bradley. “Si es posible que haya organismos que sobrevivan durante tanto tiempo con tan poca energía, eso amplía la lista de hábitats en los que podemos encontrar vida”.
Unos resultados prometedores que podrían abrir las puertas a planetas como Marte, que los científicos creen que pudo ser habitable para los microscopios hace tres mil millones de años. Quizás los microbios de Marte se sumergieron bajo la superficie hace eones y esperan desde entonces a que las condiciones del planeta rojo mejoren.
Nadie lo sabe, obviamente, pero que la biosfera de las profundidades, que tiene un ecosistema que bien podría ser alienígena, esté repleta de organismos ancestrales es un hallazgo prometedor. El estudio abarca sedimentos de hace más de 2,6 millones de años, pero los científicos esperan poder recuperar muestras que lleguen incluso a los 50 o 100 millones de años.
“Mientras sigamos explorando lugares de difícil acceso, zonas más calientes, sitios que han estado aislados de las partes más dinámicas de la tierra durante largos periodos, quizás encontremos áreas donde no exista la vida”, concluía Bradley. “Pero hasta ahora, en la mayoría de los lugares en los que hemos buscado, hemos encontrado estas células que parecen zombis”.