En la primavera de 2020, fue descubierta una reliquia asombrosa en una región remota del desierto del Sahara: un fragmento ultra raro de un planeta embrionario que existió antes de que surgiera la Tierra.
Conocido como Erg Chech 002 (EC 002), el meteorito se forjó dentro de la corteza de un antiguo protoplaneta, un pequeño cuerpo celeste que sirve como bloque de construcción para los planetas. La roca espacial volcánica es «la lava más antigua conocida» que haya caído a la Tierra y ofrece una mirada sin precedentes a la formación planetaria en el sistema solar temprano, según un estudio publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences.
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El grupo de científicos dirigido por Jean-Alix Barrat, profesor de geoquímica en la Universidad de Bretaña Occidental en Francia, aprovechó la oportunidad para examinar esta extraordinaria cápsula del tiempo de los inicios del sistema solar, la cual pertenece a la familia andesítica de rocas volcánicas y es diferente a todo lo que se ha visto antes.
«Cuando vimos las primeras descripciones de esta roca, fue completamente obvio que era una roca excepcional», dijo Barrat en un correo electrónico. Dada su investigación anterior de otro meteorito andesítico raro, descrito en un estudio de 2014, Barrat y sus colegas sabían también que el EC 002 era potencialmente muy antiguo.
“La antigüedad no fue el único punto de interés”, señaló. “Estábamos extremadamente interesados en la génesis de tales formaciones andesíticas extraterrestres y en los procesos de formación de las costras primordiales. Estas muestras son extremadamente valiosas».
Nombrado según el lugar de su aterrizaje en el mar de dunas Erg Chech de Argelia, el EC 002 consiste en varios meteoritos que en conjunto pesan alrededor de 32 kilos. Las rocas extraterrestres, que contienen cristales impresionantes, fueron encontradas en mayo de 2020, pero la erosión que presentan sugiere que cayeron en el desierto mucho antes.
“No es un meteorito recién caído a la Tierra”, confirmó Barrat. «Está ligeramente erosionado, y sabemos por el estudio del meteorito Tatahouine que la erosión terrestre es rápida incluso en el Sahara».
Después de obtener muestras del meteorito, Barrat y sus colegas pudieron precisar cuándo se cristalizó en una forma sólida este trozo de corteza de protoplaneta, el cual previamente se derritió de forma parcial como lava.
El análisis de los isótopos de magnesio y aluminio en la roca reveló que se remonta a unos 4.566 millones de años, lo que la convierte en «el fragmento más antiguo conocido de una corteza ígnea», reporta el estudio. A modo de comparación, el siguiente meteorito ígneo más antiguo, llamado NWA 11119, es aproximadamente 1,24 millones de años más joven que el EC 002, mientras que la Tierra misma comenzó a emerger varios millones de años después de la formación de este protoplaneta.
Además de su incomparable antigüedad, el EC 002 también se destaca por su inusual composición. El 58 por ciento del meteorito es dióxido de silicio, una señal que revela que el antiguo cuerpo del que proviene tenía una corteza hecha de roca andesita, que es distinta del basalto, un material ígneo más familiar que es común en las regiones volcánicamente activas de la Tierra.
Barrat y sus colegas señalan que estas cortezas andesíticas probablemente fueron abundantes en asteroides y protoplanetas durante los primeros días del sistema solar, y que se han vuelto extremadamente escasas en los miles de millones de años transcurridos desde esa era. Los protoplanetas más antiguos se incorporaron a cuerpos más grandes como la Tierra o fueron destrozados por colisiones con otras rocas en el período más tumultuoso de nuestro sistema solar.
«El EC 002 se distingue claramente de todos los grupos de asteroides, y hasta la fecha no se ha identificado ningún otro objeto con características espectrales similares al EC 002», dijo el equipo en el estudio, y agregó que los restos de costras primordiales «no solo son raros en el registro de meteoritos; sino que también son raros hoy en día en el cinturón de asteroides».
«Esto sugiere que los primeros protoplanetas diferenciados que poblaron el sistema solar, así como la mayor parte de sus escombros, fueron ciertamente destruidos o absorbidos posteriormente por los planetas rocosos en crecimiento, lo que hace que el descubrimiento de meteoritos que se originaron en las costras primordiales sea un hecho excepcional», señalaron los investigadores.
El equipo estima que el EC 002 fue expulsado del cuerpo que le dio origen por uno de estos encuentros pocas décadas después de que la corteza del protoplaneta se enfriara y cristalizara, lo que revela nuevos y sorprendentes detalles sobre la evolución de los embriones de los planetas en un tiempo anterior a la existencia de la Tierra.
Barrat dijo que él y sus colegas, así como otros equipos, están trabajando para confirmar la edad del EC 002 con otros estudios isotópicos. Los investigadores también quieren estudiar los cristales dentro de la roca, que son más antiguos que el material volcánico que los rodea.
«Si conocemos la composición de los magmas producidos durante la actividad magmática temprana de un protoplaneta», concluyó, «podemos deducir muchas cosas sobre la conformación de su corteza».