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Cientos de personas huyen de la violencia en Diyarbakir tras levantarse el toque de queda

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Cientos de personas han huyeron ayer miércoles de algunos barrios de Diyarbakir, la ciudad más castigada del sudeste turco, después de que se levantara el toque de queda que llevaba impuesto desde diciembre. Diyarbakir lleva meses en el ojo del huracán y en el escenario más sanguinario de la silenciada guerra que enfrenta a las fuerzas de seguridad turcas y a los combatientes kurdos.

Igualmente, también se ha sabido que en Cizre, otra ciudad de mayoría kurda igualmente sacudida por los encarnizados enfrentamientos, otras seis personas habrían muerto atrapadas en un refugio subterráneo, tras dos semanas de encierro. Las ambulancias no habrían conseguido evacuarles a tiempo, a pesar de estar estacionadas en las inmediaciones del escenario de la tragedia. Así lo han anunciado algunos simpatizantes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la formación política pro kurda, que está siendo objeto de una infatigable persecución orquestada por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.

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Un testigo presencial declaró a la agencia Reuters que la gente está abandonando el barrio Sur de Diyarbakir con maletas, televisiones y alfombras sobresaliendo de los maleteros de sus vehículos, de sus rancheras y de los carritos improvisados que han diseñado para acelerar su desesperada fuga. La zona ha quedado seriamente castigada, después de haberse pasado más de un mes sometida al toque de queda.

“Siempre sufren los más humildes”, asegura Mehmet Ceylan, un hombre de 45 años que carga un fardo a su espalda. “Llevo muchos años viviendo en el sur, pero nunca había visto nada parecido a esto”.

La noche anterior, las autoridades turcas habían extendido el toque de queda a los cuatro de los 15 distritos del sur donde todavía no había sido proclamado. Sin embargo, a las 10 de la mañana de ayer miércoles el toque de queda ha sido levantado en nueve de los distritos de la parte occidental de la ciudad. El este sigue encontrándose cercado por la orden de no salir a la calle.

Cientos de combatientes kurdos, de miembros de las fuerzas de seguridad turcas y de civiles han muerto desde julio, cuando el alto el fuego entre el gobierno turco y las milicias turcas se derrumbó. El súbito final desencadenó entonces la ola de violencia más nefasta que haya sacudido la zona en las dos últimas décadas y ha quebrado en mil pedazos las frágiles esperanzas de que se suscriba un acuerdo de paz. Se estima que el sangriento conflicto entre Turquía y los kurdos se ha cobrado ya más de 40.000 vidas desde que estallara en 1984.

Miles de policías y de tanques han desplegado una poderosa ofensiva por las aldeas y los pueblos del sudeste del país, y los toques de queda han sido declarados en más de 20 pueblos.

La administración Erdogan asegura que los toques de queda se han impuesto para permitir que la policía pueda desmantelar las barricadas, los dispositivos explosivos y las cuentas presuntamente interpuestas por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización que tanto Turquía como Estados Unidos y la Unión Europea, consideran como terrorista.

Los miembros del HDP han informado que no han sido capaces de ponerse en contacto durante tres días con un grupo de personas, algunas de las cuales estaban heridas, que llevaban más de una semana atrapadas en un sótano. Las víctimas se encontraban en otra de las ciudades más castigadas del sudeste, Cizre, que lleva sometida al toque de queda desde mitad de diciembre.

Al menos seis de las 31 personas que se encontraban en el edificio, que está prácticamente derrumbado en su totalidad, habrían perecido durante las últimas dos semanas, mientras que otras estarían seriamente heridas, tal y como han informado hoy mismo los miembros del HDP.

El fracaso de la política migratoria europea está humillando al continente y a sus refugiados. Leer más aquí.

Idris Baluken, vicepresidente de la formación política, declaró el viernes pasado durante una rueda de prensa que las ambulancias del HDP en Cizre, una de las localidades en las que gobierna su partido, muy cerca de la frontera con Siria, habían intentado auxiliar al grupo atrapado en la bodega del edificio en 11 ocasiones. Sin embargo, en todas ellas, los vehículos habían sido bloqueados por las fuerzas de seguridad turcas, que dirigen los tensos puestos de control que se levantan por toda la zona.

“Mujeres: Evacuaremos a los heridos aunque nos maten”.

“Kasim Yana es uno de las heridos que lleva 9 días atrapado en un sótano”.

“HOY: una cadena de paz de Sirnak a Cizre, donde al menos 25 personas siguen atrapadas en un sótano que sigue siendo atacado”.

El gobierno de Erdogan ha negado que sus fuerzas de seguridad hayan impedido el acceso de las ambulancias al edificio y ha acusado a los combatientes kurdos de haber abierto fuego contra los trabajadores de urgencias.

El ejército turco asegura que más de 600 combatientes han sido asesinados desde que se llevara a cabo una operación de seguridad en Cizre el mes pasado. Los militares también desmienten las acusaciones que les acusan de ser responsables de las muertes de un gran número de civiles.

La encarnizada lucha que asola Turquía no solo ha dañado severamente la ciudad de Cizre, sino también la aldea de Silopi, enclavada muy cerca de la frontera iraquí. Igualmente, el ancestral barrio románico situado en el centro de Diyarbakir, una construcción amurallada que había sido declarada como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el año pasado, habría padecido serios desperfectos. A fin de cuentas, las tres localidades se encontraban sumidas en toque de queda desde diciembre.

Este lunes, el ministerio Exterior británico aconsejó a sus ciudadanos que no viajen a la ciudad de Diyarbakir.

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