Los cinco amantes más divertidos de mi vida

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Artículo publicado por VICE Colombia.


Durante mi vida he tenido varias historias de sexo divertidas, que pasaron al hall de la fama por su excepcionalidad, porque se convirtieron en un ataque de risa, o una oleada de autoestima. Casos novedosos, que valoro mucho y que marcaron esas noches en las que una piensa “si no lo hago una vez más en mi vida… ¡Reviento!”

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Recuerdo algunos de mis amantes más divertidos, y estos son los que he elegido para empezar el año con buena memoria y muchas ganas de que no sean los últimos.

1. El amante bisexual que paraba el tráfico

Hubo un tiempo en el que mi ser me llevaba sin preguntar a un bar diminuto en el que cada noche, desde hace 20 años, suena Kylie Minogue, The Cure, Madonna, Miguel Bosé y algunas oldies goldies que hacen que la gente beba, baile y cante en proporciones iguales. En ese bar con olor a chancleta vieja he conocido a los personajes más extraños de mi vida y eso incluye a Iñaki, un DJ de las islas canarias reconvertido a informático porque para él resultó difícil ser guapo, divertido y bisexual en el mundo de la música. Lo que me enseñó este rubio nuclear de grandes ojos azules es que si alguien te gusta, bésalo. Ya con el calor de la lengua verás si hay química o no. Esto, con unas cuantas copas de más, hacía que Iñaki y yo besáramos en ese bar en una noche a más de 5 personas, pero también me ayudó a entender que algunas veces puedes desear a una chica, a un chico o a los dos. Lo cierto es que el momento más divertido de nuestra vida se dio una noche en que ambos elegimos al mismo chico. Lo besamos tantas veces bajo el cielo infinito que luego se enojó cuando no quisimos llevarlo con nosotros. Pero es que Iñaki tenía un ritual privado conmigo que consistía en poner música, bailar y luego darme sexo mientras sonaba música electrónica.

2. El amante que me hacía mojar con su voz

Hubo un amante que pasará a la historia por su voz, tan potente y erógena que conseguía excitarme por teléfono o hasta cuando me llamaba desde la cocina para que viniera a ver su última erección. El tipo tenía tanto poder sexual sobre mí que, con decirme dos párrafos eróticos, conseguía que yo llegara al orgasmo.

Una noche, decididos a ver el límite de nuestra conexión sonora y corporal, se animó a decir los versos más hot de su existencia y consiguió que yo llegara con diferentes orgasmos y muchos squirts que no dejaban de brotar hacia el suelo de madera. Recordaré su voz sexual para siempre.

3. El amante que nunca me tocó

Rabiosamente inteligente, lo apunto en el hall de la fama porque nadie nunca usará la cabeza como este hombre para excitar a una mujer. Lo raro es que por más que hemos hecho cosas juntos desde hace nueve años, que hemos dado talleres juntos y que incluso ha prologado libros míos, nunca nos hemos tocado. Todo nuestro porno ocurre en el cerebro. Él, que es perfopoeta (la perfopoesía mezcla la poesía, la música y el performance), y yo, que soy escritora, nos comemos con verbos, prefijos y frases en latín. Es el amante más culto que jamás conoceré. Sospecho que lo tengo mitificado, porque si llega a hacer el amor de la misma manera como hace poesía contra todo y contra todos, podría ocasionar una explosión sexual de nefastas consecuencias. De momento se quedará ahí, como un compositor de versos, de ideas fuera del mainstream, con sus años, que son los mismos míos más uno más.

4. El amante del BDSM

Si bien me considero una persona distante del BDSM ahora, viví un tiempo sumergida en ese ambiente. No soy capaz de explicar cómo una mujer que tenía nulas ganas de recibir nalgadas o latigazos mientras sonaba Bowie, terminó siendo la mujer más fiel a estas prácticas con un dominante que encontró detrás de una sesión de fotos. Con más de 1,90 de estatura, el fotógrafo asturiano en cuestión representaba autoridad, poder y muchísimo conocimiento: algo que a mí me conquistó y voló mis sesos por un tiempo. Si bien mi impulso natural era más hacia la dominación que a la sumisión, pronto entendí que es en la prueba de ambas en donde mejor se entiende el BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Sadomasoquismo). Fustas, látigos, pinzas, cientos de tazas de café mientras tomaba fotos y un largo etcétera componían el ajuar de este intrigante fotógrafo que me inició en el mundo de la sumisión de forma auténtica. Fue el protagonista de los mejores orgasmos sumisos de mi currículum. Con él sentí que sí hay una verdadera conexión entre ambos (amo y sumisa para él) y que los efectos de una caricia o de una nalgada son mucho más potentes de lo que parecen fuera de este mundo de látex, tacones y órdenes. Un mundo que duró en mi vida por un tiempo, que hoy considero superado, y que dejó cientos de recuerdos inverosímiles, además de algunas fotos que, espero, él sabrá guardar a buen recaudo. De todo hay que probar, pero si es corto, aún mejor.

5. El amante con el que puedes tener sexo desde el primer día hasta hoy

Descubrir a José Miel, mi amante actual, fue todo un premio para mi vida errática de amores turbios y sin equilibrio. José Miel llega un 12 de febrero a mi vida y sin pensarlo dos veces ingresa al hall de la fama porque consigue unir largas jornadas de sexo pasional con muchas ganas de conocer el mundo, de reírse, de caminar por montañas llenas de toros, y de tener sexo marítimo aunque se ahogue en el intento. José Miel es una mezcla dulce de hombre súper torpe en el agua o bailando, pero un astro de la bicicleta y de manejar cualquier transporte con ruedas, algo que mi mente asocia con sexo del bueno.

Me chifla que es un hombre hacendoso y siempre está dispuesto para hablar de sexo conmigo. Sabe que es mi tema de conversación favorito, que puedo tener preguntas y respuestas sobre sexo a cualquier hora del día y no se cansa, puedo contar con su cuerpo y con sus ganas, que siempre me parecen infinitas, porque por fin puedo decir que existen los hombres multiorgásmicos y son dignísimos de conocer. El truco, según él, está en el estado físico, que en su caso es envidiable. Para un buen deportista, los orgasmos son parte de su vida cardiovascular de alta intensidad.

Él está dispuesto a tener sexo de lunes a domingo, quiere más orgasmos para mí y no necesita saber latín, ni usar fustas o poner música electrónica para conseguirlo. Sin duda, el más divertido de todos.