Probablemente uno de las características más particulares de un latino cuando chupa, es su malacopés (así decidimos que se escribe). Ya sea con ron, mezcal, pisco o aguardiente –dependiendo de la región donde vivas–, todos y cada uno de los nacidos en Latinoamérica, nos hemos excedido alguna vez al ingerir un de estos elixires locales, e inevitablemente malacopeado. Cuando el latino se enfiesta, suele sacar a relucir sus carencias más grandes. A algunos –me incluyo– les encanta tratar de bailar salsa o bachata, sabedores de su ineptitud motora. Otros se sienten mini-Chayannes Región 4, capaces de ligar a chicas del calibre de Shakira. También están las morras chillonas y el peor de todos los malacopas: los buscadores de problemas.
Esta último espécimen, carente de sentido común y suficiente amor propio para no sentirse discriminado y acosado por el noventa por ciento de las personas que lo rodean, es un básico en todas las pachangas. Al grado de que alrededor del continente, se han acuñado términos para estos individuos repletos de furia. Peleonero, piante, troublemaker, gallito y buscabulla son algunos de los nombres dados a estos seres repletos de odio hacia la humanidad.
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Pero en este artículo no vamos a hablar de estos tipejos. Lo haremos de una banda que adoptó como bandera uno de estos nombres, para hacer la mejor música latina consumible en Nueva York: Buscabulla. Un experimento trópico/garaje/electro que nos transporta a una especie de playa futurista, donde la arena es obscura y los sintetizadores marcan el ritmo de las olas. ¿Se te antojó, verdad? Acá te damos algunos puntos importantes por los cuales tienes que lanzarte a la playa de los Buscabulla y comenzar a surfear sus olas.
1. La banda la integran Raquel Berrios y Luis Alfredo Del Valle, dos puertorriqueños que tomaron por asalto al barrio neoyorkino de Brooklyn y lo convirtieron en su patio recreo.
2. Las raíces de su música se extienden por todo el continente Americano. Tienen salsa gorda, Psych cubano –mucho fuzz con tumbao latino- y rock argentino repleto de laca ochentera.
3. Les encanta armar covers de rolas latinas viejitas, que hacen suyas gracias a una instrumentalización completamente diferente a la que se usa en la música tradicional de la región.
4. Raquel Berrios es diseñadora textil. La mujer sabe de moda y ese sello ha impreso al proyecto: una estética visual elegante, que también se puede sentir en su música. Además, Raquel es INCREÍBLEMENTE guapa.
5. Nada tontos, los Kitzuné los toparon y les propusieron sacar con ellos su primer EP –del cual hablaremos cuando lo tengamos en nuestras manos–, que sale este seis de octubre.
Esta la portada de su EP.
6. Su live es brutal. Es sexy, funky y repleto de improvisaciones que rayan en lo experimental.
7. Tienen un tumblr súper perro, donde trepan dodo aquello que en su universo es importante: moda, música y Chayanne.
8. Arman los mixtapes y DJ sets más eclécticos del mundo. Esta pieza en particular, lo tiene de todo: salsa, funk, ondas ochenteras, reggae y cumbia. Una joya de treinta minutos que no podemos dejar de escuchar.
Todas las fotos (menos la de Chayanne) corren a cargo de Quique Cabanillas.