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Mientras que el régimen sirio de Bashar al-Assad avanza en una ofensiva con el apoyo de Rusia frente a los rebeldes en todo el país, por detrás de las líneas del frente, en el oeste de Siria, se va consolidando su control. Esta es la parte del país que a menudo se denomina “Siria útil” por ser el hogar de la mayor parte de su población y localización de los principales centros económicos.
La consolidación del control por parte del régimen en esta zona podría convertirse en una valiosa base del régimen para lanzar ataques al resto de Siria.
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El régimen ha rodeado, bloqueado y bombardeado sistemáticamente los remanentes puntos de control rebeldes del oeste, desde la capital de Damasco, a través de la ciudad de Homs, hasta la costa mediterránea. Ahora, los exhaustos habitantes de estos enclaves rebeldes, a quienes se les impide acceso el acceso regular a alimentos y suministros médicos durante meses o incluso años, son cada vez más proclives a la toma de control de por parte del régimen para acabar con la violencia.
Mediante treguas y altos el fuego, el régimen está neutralizando los últimos focos de rebeldes que podrían amenazar su territorio central. También está reforzando su capacidad de negociación antes de sentarse a discutir con la oposición siria.
“Estas no son treguas en un sentido estricto”, dice Muhammad Abu Kamal, un activista que habló con VICE Noticias en Ghouta, el el sitiado suburbio del este de Damasco. “En realidad se están haciendo con zonas controladas por rebeldes que estaban poniendo un poco de presión sobre el régimen”.
Los hambrientos habitantes de estos pueblos y barrios rebeldes tienen preocupaciones más inmediatas que entregar a su gobierno.
“Los que critican esta tregua no conocen la situación humanitaria deplorable a la que nos ha expuesto el régimen” dice Abu Walid al-Waer, un activista del barrio rebelde de Homs, al-Waer, que utiliza su alias revolucionario. Los rebeldes no aceptaron un acuerdo de alto el fuego a principios de diciembre.
‘El régimen mata de hambre a su pueblo (…) y luego utiliza a los civiles para presionar a los combatientes’.
Los rebeldes y las fuerzas del régimen libraron inicialmente batallas campales al norte y al sur del corredor centro-oeste del país, incluyendo una lucha por Homs, que redujo la ciudad en gran medida a escombros. Pero, en parte gracias a la ayuda de Hezbollah en el Líbano, el régimen fue finalmente capaz de retomar el control de la mayor parte del oeste y de reprimir a los rebeldes en enclaves desconectados situados en los alrededores de Damasco y Homs.
Cuando Bashar al-Assad dijo en un discurso de julio 2015 que para su régimen era prioritaria la defensa del territorio de mayor importancia estratégica se refería a esta región. Debido al desplazamiento de la población civil desde las zonas rebeldes bombardeadas a otras relativamente seguras bajo dominio del régimen, en estas últimas se concentran, según una estimación del 2015, entre el 55 y el 72 por ciento de la población total que queda en Siria.
Pese a la ruptura de las treguas como la del suburbio de Damasco Qudsiyya, la propia al-Waer, y varios barrios del sur de la capital, la autoridad estatal ha ofrecido contrapartidas para hacerse con el poder. Algunos civiles y rebeldes han sido o serán trasladados en autobuses a las zonas fuera del control del régimen.
“En estas ciudades sitiadas, el régimen mata de hambre a su pueblo por un tiempo, y luego utiliza a los civiles para presionar a los combatientes”, dice activista Suleiman Abu Yassin, activista de Homs. Él dejó el asediado barrio de Homs conocido como Ciudad Vieja cuando mediaba la tregua de 2014, para ser trasladado al campamento del norte de Homs, que luego también fue bloqueado.
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Incluso en áreas donde ya se han acordado treguas, como el suburbio de Damasco Muadhamiya, el régimen ha revisado unilateralmente los términos y ha vuelto a valerse del bloqueo para extraer más concesiones.
Según diversos informes, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) ha jugado un papel clave para facilitar y supervisar estos acuerdos. En este sentido, el coordinador humanitario de ONU y residente en Siria, Yacoub El Hillo, recientemente elogió el acuerdo unilateral de al-Waer describiéndolo como “un verdadero buen modelo para construir”. Esto ha provocado críticas por parte de aquellos que argumentan que OCAH está legitimando las tácticas de asedio ilegales y facilitando el desplazamiento forzado de los habitantes a las zonas de la oposición.
La ONU ha hecho hincapié en la importancia humanitaria de estos acuerdos. “Estas acciones se necesitan con urgencia y son fundamentales ya que permiten a los actores humanitarios llegar a miles de personas en estos lugares de difícil alcance y que necesitan ayuda desesperadamente”, dijo El Hillo en un comunicado emitido por la OCAH sobre el acuerdo al-Waer.
El gobernador de Homs Talal al-Barazi dijo al servicio sirio de noticias SANA que el acuerdo de al-Waer permitiría la evacuación de “militantes extremistas” del barrio y el retorno de las instituciones del Estado. SANA comparó el acuerdo para el reparto con el de la Ciudad Vieja de Homs, que permitió “el regreso de la vida normal a la Ciudad Vieja de Homs.”
Representantes del gobierno sirio y la OCAH no respondieron a VICE News para dar su visión sobre estos hechos.
En noviembre, los rebeldes casi acuerdan un alto el fuego en la zona oriental de Damasco Ghouta, uno de los últimos grandes enclaves rebeldes en un oeste controlado ampliamente por el régimen, junto con el campamento al norte de Homs. Incluso la poderosa brigada área de Damasco Jaish al-Islam dio su apoyo condicional para un acuerdo. Los lugareños dijeron a VICE News que la brigada estaba dispuesta a arriesgar su credibilidad revolucionaria en pos de un acuerdo, ya que, como en otras zonas sitiadas, los residentes de Ghouta están cansados.
“Una gran porción [de los residentes de Ghouta] apoyan un alto el fuego”, dice el activista Abu Kamal. “La razón más importante para esto es el precio que han tenido que pagar debido a los ataques aéreos que han golpeado mercados y zonas residenciales”.
Los rebeldes también han perdido la iniciativa militar contra las unidades más preparadas de las fuerzas del régimen. “Las brigadas de Ghouta ya no están en la ofensiva; ahora están a la defensiva en todas las batallas”, dice Abu Kamal. “Estas son batallas de desgaste”.
La única tregua recientemente negociada se alcanzó en dos pueblos mayoritariamente chiítas y a favor del régimen, varados en la zona controlada por los rebeldes de Idlib, y en dos pueblos sunitas en poder de los rebeldes rodeados por las fuerzas del régimen y Hezbollah en la frontera libanesa.
Con el acuerdo llegó el alto al fuego local parcial, un acuerdo que se tradujo en algunos intercambios con la población, pero posteriormente el régimen cortó el suministro de alimentos en una de las dos ciudades sunitas, Madaya. Un movimiento encaminado, aparentemente, para presionar a los rebeldes. El régimen alivió la situación esta semana al permitir el ingreso de ayuda humanitaria pero, según los informes, sólo después de la muerte por inanición de 20 personas.
Abdullah al-Muhaysini, un evangelista yihadista influyente y principal juez de Jaish al-Fateh, coalición rebelde de Idlib, había dicho que los pueblos chiítas debían ser “exterminados” a menos que se levantara el estado de sitio sobre la ciudad sunita.
Los intercambios de población y el traslado de civiles y militantes opositores a las zonas controladas por los rebeldes parecen presagiar una especie de clasificación una situación de partición dinámica del país, que puede ser un avance para una desescalada gradual de la guerra de Siria.
Cuando los observadores y políticos hacen referencia a una posible división de Siria como formula para desactivar parcialmente la guerra del país, el corredor occidental sobre el que el régimen está ahora consolidando su control se adivina como el área de repliegue para el propio régimen. Algunos la han denominado “Alawistan” — dada la minoría alauita de Siria a la que pertenece al-Assad.
Pero esos acuerdos locales también pueden acabar socavando los esfuerzos para frenar o poner fin a la guerra. Sin una amenaza inmediata en su territorio principal, el régimen de Assad puede perder la necesidad urgente de negociar e incluso podría ir tras una ofensiva más amplia contra los rebeldes y enemigos yihadistas.
Cualesquiera que sean las implicaciones más amplias de estas treguas y altos el fuego, los residentes varados en el lado equivocado de la línea del frente de Siria sólo pueden ver a sus hijos pasar hambre durante algún tiempo antes de aceptar un acuerdo. Según los residentes que hablaron con VICE News, se espera que casi todas las áreas ahora en estado de sitio digan sí cuando el régimen declare una tregua, en los términos que sea.
“Si la gente llega al límite de la inanición, como hemos visto”, dice el activista de Homs, Abu Yassin, “yo aconsejaría aceptar”.
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