Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.
Hace un tiempo, volví a salir con alguien a quien no había visto en más de cinco años. Cuando nos vimos por última vez, yo aún era muy inexperto cuando se trataba de complacer a un hombre, así que prácticamente nos besuqueamos y saltamos directamente al sexo anal.
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Pero esta vez, estaba listo.
Después de besarnos y otras cosas “vainilla”, pasamos al juego previo. Le di la vuelta y lentamente me hice camino hacia abajo. Pero no anticipó lo que vendría después. En poco tiempo, mi cara estaba hundida con profundidad entre sus nalgas y comencé a lamer su ano hasta llevarlo a la gloria. “¿Cuándo lo aprendiste?” preguntó, entre gemidos desconcertados. “Bueno, he estado ocupado aprendiendo”, dije sin vergüenza.
Me encanta comer culos. Si estuviera en el corredor de la muerte y me preguntaran cuál sería mi última comida, diría que un buen culo regordete para que mis últimos momentos sean tolerables.
No siempre fue así, pero afortunadamente mi aprensión inicial sentó las bases de la curiosidad. Después de ver a hombres corpulentos comiéndose los traseros peludos en el porno, comencé a practicarlo con compañeros dispuestos. Con el tiempo, he dominado el arte del anilingus.
Y como sabemos que la mayoría de los gays ya son expertos en comer culos, esta vez me gustaría ayudar a mis hermanos heteros.
Aprende por qué es bueno para todos
Hay una razón por la que la gente disfruta tanto comer culos. Según una encuesta de 2018, al 43 por ciento de las mujeres en la India les gusta lamer el ano de sus parejas masculinas, mientras que el 42 por ciento de los hombres ha probado el sexo anal. Esto significa que las mujeres ya conocen y aprecian el valor de poner los labios en los traseros y convertirlo en una experiencia divertida y deliciosa para todos los involucrados.
La verdad es que este es un departamento en el que los hombres son más afortunados, gracias a la glándula prostática (a menudo conocida como el punto G masculino) accesible a través de nuestros agujeros. La pared del ano tiene varias terminaciones nerviosas, lo que lo convierte en la zona erógena perfecta.
Esto no significa que debas asumir que la puerta trasera está abierta. Habla con tu pareja al respecto y asegúrate de tener su consentimiento entusiasta antes y durante el acto.
Límpiate antes de ensuciarte
No hay forma de evitar el hecho obvio de que el trasero es de donde sale el excremento. Pero si lo piensas, el cuerpo humano es una placa de Petri gigante, considerando que sudamos y orinamos mucho más de lo que defecamos, así que los besos y el sexo oral también deberían ser asquerosos, ¿cierto?
El hecho es que las prácticas de sexo anal necesitan tanta limpieza como sea posible, pero nada tan extremo como las duchas o los enemas. Si tu pareja sexual y tú han acordado comerse el ano, entonces algo tan simple como lavar la región con agua y jabón debería funcionar.
Las ventajas de comerse el ano son múltiples, pero principalmente, ayuda a aumentar tu inmunidad. Esto se debe a que las parejas a menudo comparten un microbioma intestinal similar, así que intercambian bacterias buenas que necesitamos para mantenernos saludables. Por supuesto, si no mantienes limpia la región, también puedes transmitir otras bacterias e ITS peligrosas. Habla con tu pareja sobre este requisito básico y no negociable antes de empezar la acción.
Ponte en posición
Ahora que te hemos prevenido, debes aprender cómo trabajar la región.
Tu pareja y tú pueden optar por el tradicional estilo de perrito sobre la cama, donde uno se arrodilla junto al borde y se aferra al trasero del otro como un alpinista, o pueden probar el método de sentarse en la cara, donde la parte receptora se pone en cuclillas sobre la cara del otro. De esta manera, el ano puede recibir un tratamiento similar al de un spa y la vista no puede ser inmejorable.
Pero si realmente te sientes como un combo gigante en una cadena de hamburguesas, lo mejor es poner en práctica la posición del águila, acostado boca arriba, con las piernas levantadas en forma de V. Solo asegúrate de que el receptor esté apoyado en una almohada para evitar tensión en el cuello.
Eviten hacerlo de pie (si has visto The White Lotus, sabes de lo que estoy hablando) porque rara vez ofrece una cobertura óptima.
Entra en acción
Ahora sabemos que la región anal tiene terminaciones nerviosas que se pueden estimular oralmente, pero es fundamental saber cómo hacerlo.
En primer lugar, marcar el ritmo es clave para desayunar un ano de manera adecuada. Habla con tu pareja y fíjate si le gusta que la estimulen con un juguete sexual o con la mano. Esto ayuda a duplicar el placer, pero también les da un control equitativo sobre el acto.
Usa tu lengua para masajear y lamer los pliegues del ano porque es la zona más sensible. Puedes subir y bajar o dar vueltas en círculos, según qué tanto ejercicio esté dispuesta a hacer tu lengua. Ocasionalmente, no evites usar la nariz y la barbilla para crear variaciones. Piensa en ello como la primera vez que comiste helado y se chorreó por todas partes, pero eso solo hizo que quisieras lamerlo con más fuerza y más rápido. Además, debes saber que tu lengua nunca va penetrar por completo; incluso la lengua más afilada encontrará sus limitaciones.
Sobre todo, deja atrás sus reservas. Un ano a medio lamer es peor que si nunca hubiera sido lamido.
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