“¿Sabes cómo poner de tu lado a una multitud británica?”, le pregunté a un grupo de fans de los Kansas City Chiefs, todos estadounidenses. “Tienen que iniciar perdiendo —siempre apoyamos a los no favoritos y las remontadas.”
“¡Los Chiefs son buenos para eso!”, dice Erica quien creció viendo jugar al equipo en el Arrowhead Stadium antes de mudarse a Ámsterdam.
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Junto con Erica y su amigo están Cheryl y William Dawson que viajaron desde Kansas City para ver a sus amados Chiefs en acción en Londres. No son los únicos que siguieron a su equipo a través del Atlántico; hay grandes grupos de fanáticos estadounidenses en todo Wembley.
“Vine por el juego”, dice Jason, fan de los Detroit Lions vestido de pies a cabeza en un traje azul y blancode lucha libre. “Es una experiencia única y quería viajar y conocer el lugar. Esto es un algo extra.”
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Su disfraz llama la atención de un grupo de fans de los Lions que posan para las fotos junto a un letrero de Wembley.
“Mi primera vez en Londres. Me encanta. Amo la ciudad, es vieja, es fabulosa. Todo es historia, a todas partes a donde voy”, dice Derek, un miembro más del extenso grupo.
Al ver que es un tipo que sabe hacer ruido, le pregunto si cree que los Chiefs, al haber renunciado a un juego en casa —y a su ruidosa multitud en el Arrowhead— están en desventaja ante los Lions.
“La multitud en Wembley se emparejará. Creo que será igual, a pesar de que Kansas City es el equipo local. Estará parejo.”
Aunque el ruido en el estadio sea parejo, éste seguirá siendo una ventaja para los Lions. Los Chiefs sacrificaron muchas cosas para venir a Londres para un partido en casa, pero perder al hombre #12 es la más importante; el ruido que la grada local genera no solo es para alentar a su equipo, también juega un papel táctico. Cuando el equipo de casa intentan acomodar su ataque, la multitud se calla para que todas las instrucciones sean escuchadas. Cuando el equipo visitante entra en acción, los fans de casa desatan un escandaloso infierno para poder interrumpir lo que sea que están tratando de lograr en el campo de juego.
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Es un trabajo serio. Por ejemplo, los fans de los Seattle Seahawks han sido tan escandalosos que fueron registrados como un temblor en el Océano Pacífico.
Por eso es clave para los Chiefs que haya una grada incondicional en Wembley si piensan recuperar la desventaja que perdieron al jugar en la capital en lugar de hacerlo en su estadio. No es fácil, ya que Wembley es conocido por albergar una multitud dividida.
“Todo mundo se pone cualquier jersey estadounidense”, dice Erica, fan de los Chiefs, tratando de entender la mentalidad británica. “¡Me pone como loca! Es como si decidieran ponerse cualquier cosa estadounidense y venir al partido.”
“Es muy chistoso porque no me puedo imaginar yendo a un partido del Manchester United con la playera del Tottenham mientras juegan contra el Chelsea”, añade.
Por como se ven las cosas antes del juego, la grada en Wembley está más neutral que nunca. El mar de jerseys está a todo lo que da, al igual que unos cuántos que no visten los colores de ningún equipo. Sin embargo, un grupo sobresale —una pandilla de fans de Green Bay en atuendo completo, incluyendo una gorra de cabeza de queso—. Todos forman parte del grupo de fans del Reino Unido e Irlanda, y se reencontraron después de no verse desde su peregrinaje a Lambeau Field, la casa de los Packers.
También todos están aquí para apoyar a los Kansas City Chiefs.
“El estadio Arrowhead es ruidoso, pero nosotros haremos nuestra parte”, dice Phil, “somos ruidosos”.
Los Lions comparten división con los Packers, así que una derrota del equipo de Detroit impulsaría las oportunidades de que Green Bay alcanzara los playoffs. Están aquí para ayudar al club británicos de los Chiefs a que Wembley se sienta un poco más como el Arrowhead. El grupo sabe lo que se necesita para transformar a Wembley, ya que han estado en todos los juegos de Londres hasta el momento.
“Fue un poco tentativo el primer año”, dice Phil, “y las condiciones del clima tampoco ayudaron por la humedad, el césped estaba muy corto, y realmente no supimos qué estábamos haciendo. Creo que conforme los años han ido pasando, le hemos agarrado la onda.”
Tener a la grada cambiante de Wembley de su lado es clave para los Chiefs. Como son el equipo de casa pueden controlar los mensajes dentro del estadio para ordenar a la grada que hagan más ruido, y han puesto una bandera en cada asiento. En cuanto el juego arranca, se comportan como se esperaba e intentan enamorar a la multitud londinense al arrancar perdiendo 0-3 por un gol de campo de los Lions.
Entonces algo extraño sucede. Kansas City anota, una y otra vez. Logran un par de intercepciones ante un nervioso Matt Stafford y toman la ventaja, entrando al medio tiempo con un marcador de 24-3. Los Lions no pueden cambiar de primera velocidad, y el mariscal de campo de los Chiefs, Alex Smith, los está haciendo añicos. Anteriormente el desconocido Charcandrick West, al entrar para reemplazar al running back estrella Jamaal Charles, se convierte rápidamente en un favorito del público gracias a sus memorables acarreos.
Lo que llamó mi atención fue que en ningún momento los fans apoyaron a los Lions para lograr la remontada. Ni siquiera importó que la famosa y talentosa estrella de los Lions, el receptor abierto Calvin ‘Megatron’ Johnson, estuviera en el campo. Hubo varios momentos en Wembley (como cuando los fans hicieron ruido para distraer a la ofensiva de los Lions, o cuando aplaudieron a Johnson por alcanzar un balón que no tenía porqué atrapar), pero en general fue una multitud a favor de los Chiefs. Mientras el marcador se acrecentaba, los fans nunca se desinteresaron en el partido, o trataron de alentar a los Lions. Por primera vez, la grada de Wembley no estaba dividida; la Chiefs Nation había llegado a Londres.
Fue un momento decisivo para la NFL en el Reino Unido; todo se acopló en Wembley, y la grada británica evolucionó, propiamente, en una grada estadounidense.
En el primer juego de la NFL organizado en Wembley en 2007, la multitud se comportó como si estuviera viendo un partido de cricket; eran amables cuando los jugadores se alistaban, y después aplaudían de acuerdo al desarrollo de la jugada. Ahora, ocho años y 14 juegos después, se convirtieron en una fanaticada completamente estadounidense, pidiendo que no hubiera piedad mientras los Chiefs incrementaban la miseria de los Lions.
“No sé porqué [eso sucedió]”, dice un fan en el tren de regreso a casa después del partido, “es normal que se apoye al menos favorito, y no precisamente al que te dio las banderas…Fue algo inusual.”
Tal vez fue el gran dominio de los Chiefs lo que hizo imposible que se diera una remontada, así que lo único que se esperaba era apoyar la paliza. A lo mejor fue la perfecta combinación de banderas gratuitas, porristas, y las playeras que fueron regaladas durante las largas pausas. También pudo haber sido la combinación de fans estadounidenses y británicos de los clubes locales que influyeron a los neutrales a apoyar a los Chiefs. Como sea, ya que la NFL se ha expandido a Wembley, a Twickenham y al futuro estadio del Tottenham Hotspur, este deporte será la clave para saber cómo los equipos pueden relacionarse también con los fans.
Aún hay muchos problemas que acompañan un viaje a través del océano para jugar un partido de futbol americano: la diferencia horaria, menos tiempo para practicar, y tratar de mantener un sentido de familiaridad con un país aparentemente ajeno que hasta los New York Jets decidieron traer su propio papel de baño. Sin embargo, los Chiefs demostraron que perder la desventaja de casa no importa tanto cuando lograron algo que muchos pensaban una tarea imposible: convertir una multitud británica en una estadounidense.