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Identidad

Cómo dos hombres usaron la Biblia para cometer asesinatos en el Ártico

El invierno de 1941 fue extraño en las islas Belcher de Canadá, y eso fue antes de que mataran a nueve personas por miedo a la influencia de Satanás.
Foto por el autor / cortesía del Instituto Cultural Avataq

No había mucho qué cazar en las islas Belcher de Canadá en el invierno de 1941, y una lluvia de meteoros llevó a algunos inuit a sospechar que el mundo estaba llegando a su fin. Fue alrededor de ese tiempo que un chamán tribal de 27 años llamado Charlie Ouyerack se proclamó Jesucristo y nombró a su amigo Peter Sala —el hombre más alto de la isla que también era el mejor cazador y navegante en el hielo— como Dios.

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El primer acto sagrado del dúo fue ordenar el asesinato de los perros que tiraban de los trineos, para impedir la fuga de los devotos y escépticos por igual.

Una adolescente, Sara Apawkok, cuestionó públicamente la nueva orden religiosa, y fue rápidamente denunciada como satánica. Fue asesinada por los fanáticos conversos del líder religioso, quienes aplastaron su cabeza con el cañón de un rifle. Pronto ocurrieron más homicidios.

Las islas Belcher son remotas, pero no exactamente de otro mundo: son una colección de 1,500 rocas en las turbulentas aguas orientales de la Bahía de Hudson. Con vientos feroces que golpean las rocas glaciales y las convierten en un mar de piedras de granito, el mar congelado se encaja en Norteamérica como una daga helada en la marea entrante. Apenas habían introducido el Nuevo Testamento en el área, y sólo tomó algunos años para que usaran la Biblia con un efecto desastroso.

En su nuevo libro, At the End of the World: A True Story of Murder in the Arctic (En el fin del mundo: una verdadera historia de asesinato en el Ártico), Lawrence Millman yuxtapone los asesinatos de las Islas Belcher con nuestras vidas actuales que giran alrededor de las pantallas de los dispositivos. Millman ve nuestra obsesión con lo digital como una religión en sí misma, la cual indica una manera de vida que llega a su fin. Eso podría sonar como un delirio —VICE habló a través de un teléfono fijo con Millman, que no usa mensajes de texto, ni Twitter, ni tampoco celular— pero pocos autores occidentales tienen la misma experiencia que él en su trato honesto y riguroso con culturas remotas y el pueblo inuit en particular.

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Le preguntamos a Millman por qué cree que esta historia de asesinatos de carácter religioso es importante en 2017, por qué está alarmado por lo que considera la transición de la sociedad del mundo real al digital, y qué podemos —o debemos— hacer a partir de eso.

VICE: ¿Cómo te enteraste por primera vez de los asesinatos en las islas Belcher, y qué te llevó a investigarlos para hacer un libro?
Lawrence Millman: He estado viajando a y estudiando el Ártico durante 40 años, y he hecho una gran cantidad de trabajo etnográfico: recolectando historias, cuentos, mitos, supersticiones y tabúes de los ancianos inuit. Siempre tengo preparada mi antena para las anécdotas inusuales de la historia reciente, contadas por aquellos que todavía siguen vivos y que las recuerdan. Voy con mi grabadora y hablo con alguien de 80 o 90 años y le digo: "¿Te acuerdas de esto?" Había leído aquí y allá sobre estos asesinatos y quería saber más.

Estuve allí en 2001, cuando sucedió el 11 de septiembre. La mayoría de los ancianos no quisieron contarme sobre los asesinatos. Estaban avergonzados y sentían pena. Como medijo un hombre: "Si violaran a tu hija, ¿hablarías de ello?" Pensaban que estos asesinatos los hacían parecer primitivos. En aquella época, los inuit de las Islas Belcher no eran primitivos, eran tradicionales. Sin embargo, al igual que pasa con muchos nativos de Estados Unidos y Canadá, querían borrar su pasado, para aprender sobre tecnología moderna como todos en el planeta. Es parte de la globalización.

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En tus investigaciones y entrevistas, ¿descubriste lo que realmente sucedió? ¿Cómo fue que la introducción de la Biblia llevó a la pérdida de nueve vidas inuit?
El único hombre que podía leer la Biblia habló de su veracidad; su veracidad literal: Hay un tipo en el cielo conocido como Dios y hay otro llamado Jesús que murió para salvarnos. Y la gente que no tenía el sentido de abstracción o los motivos contemporáneos de la religión no habría tomado todo esto tan literalmente. Una de las mujeres, Mina, pensaba en Jesús bajando en kayak desde el cielo, un individuo literal que bajaría y nos salvaría navegando en su kayak hacia la Tierra. Las personas que estaban a la vanguardia en esto eran personas que estaban a la vanguardia en su cultura.

[Charlie] Ouyerack era una especie de chamán angakok, pero era tan bajito de estatura que quería parecer alguien más grande. Y Peter Sala es una figura clave: tenía contacto con el mundo exterior. Era el mejor cazador, por lo tanto era Dios. Era la única persona en las islas —debido a su contacto con el mundo exterior— que podría haber detenido esto, pero de hecho, también fue arrastrado. Y creo que el hecho de que no tuvieran comida, que estuvieran hambrientos y con frío, que no hubiera contacto con el mundo exterior, y no hubiera internet para decirles que había un mundo exterior… sus mentes tomaron direcciones extrañas. No toda la población era creyente, pero estaban aterrorizados de decir que no lo eran por lo que le pasó a la primera persona que murió. La joven adolescente, Sara, le dijo a Peter Sala y al chamán: "No eres Dios y tú no eres Jesús". La asesinaron porque creían que era Satanás.

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Y la situación no se detuvo allí, ¿cierto?
Asesinaron a nueve personas en total. Un grupo de individuos murió cuando Mina, la hermana de Peter Sala, condujo a todos los ancianos y niños al hielo cuando hacía -20 grados centígrados en febrero y los obligó a quitarse la ropa. Ella corrió por toda la aldea gritando que el mundo se iba a acabar mientras llevaba en la mano un látigo para perros, lo cual es aterrador, ya que puede arrancarte una oreja o sacarte un ojo. Seis personas murieron congeladas, todas eran parientes de Peter Sala. En cierto modo había una lección, y él la tomó. Después de darse cuenta de esto, entendió que había cometido un error terrible, pero no pudo hacer nada al respecto. Era muy tarde.

¿Cuándo y cómo cesaron los asesinatos?
Los asesinatos finalmente se detuvieron cuando la gente en el continente se enteró de todo el asunto gracias a Peter Sala. Su persona estaba dividida: por un lado era Dios, pero también era un ser humano racional. Había dirigido una expedición de científicos en la década de 1930 a Belcher. Incluso sabía un poco de inglés. Le contó a un representante de la Compañía de la Bahía de Hudson en el continente que habían asesinado a tres personas; sólo sabía de tres homicidios en ese momento, porque los otros seis ocurrieron cuando estaba ausente. Inmediatamente, la Compañía telegrafió a la Real Policía Montada de Canadá y les dijo que enviaran a alguien a investigar los asesinatos. No sólo no había ministros ni sacerdotes en estas islas, tampoco había policía.

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En última instancia, Peter Sala y otra persona fueron sentenciados a un par de años de trabajos forzados y encarcelamiento. "Jesús" y "Dios" fueron exiliados de las islas Belchers por el resto de sus vidas.

¿Cómo yuxtapones esos asesinatos con la obsesión de la sociedad con la tecnología? ¿Cuál es la relación y qué significa?
La gente ve los dispositivos de la misma manera en que solía mirar a Dios. Nada más importa, no se fijan en nada más en el mundo. Caminan mientras juegan con ellos, y no ven que un tornado o un tsunami se acercan. Es una forma de idolatría. He hablado con personas que se molestan más cuando sus computadoras o teléfonos inteligentes funcionan mal que cuando tienen algún padecimiento de salud serio. Eso, para mí, se parece bastante a una religión.

Estaba viendo el 11 de septiembre en las Islas Belcher. No había demasiadas televisiones, sólo un aparato viejo, y sentí curiosidad sobre por qué me sentía mucho más conmovido por la narración de una anciana sobre los asesinatos de 1941 que por presenciar el 9/11 en una pantalla. ¿Por qué no me conmovía esta gente que caía de los rascacielos? Es un evento crucial, y no me conmueve. Fue porque no estaba ahí. No se sentía como algo vivo para mí. Pero la anciana que me habló de los acontecimientos de hace 60 años estaba justo a mi lado. Fue muy importante.

¿Así que tu libro es una advertencia sobre cómo la cultura puede reducirse a la maquinaria?
Creo que es demasiado tarde para que sea una advertencia; el tiempo se ha terminado. Tengo una actitud totalmente sombría sobre la supervivencia de la sociedad, especialmente por Donald Trump, pero no voy a entrar en eso. Lo veo como una advertencia para seleccionar personas que lean el libro. Es como decir, Hey, hay algo más alrededor de nosotros, hay naturaleza y la estamos perdiendo. Si sólo te fijas en tus dispositivos y no ves la naturaleza, ¿entonces por qué quisieras conservarla? Uno imagina enormes extensiones de territorios silvestres convertidos en centros comerciales. Eso también podría considerarse una advertencia, porque lo que hago a medida que avanza el libro es que empiezo a hablar de la tecnología como una religión, una religión que puede ser más destructiva que la que mató a nueve inuits en las Islas Belcher en 1941.

Esta entrevista fue ligeramente editada y condensada. Aprende más sobre el nuevo libro de Lawrence Millman aquí.

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