Salud

Cómo encontrar un buen terapeuta prosexo

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Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Layla*, una sumisa queer de 30 años que disfruta que sus parejas la dominen, ha estado en terapia durante aproximadamente cinco años. Primero buscó terapia cuando se divorció de su esposa y comenzó una relación con un dominante. La primera terapeuta de Layla le aseguró que su plan de tratamiento era “amigable con el kink” –una designación que a Layla le parecía crucial para su bienestar y progreso emocional. Sin embargo, ya en la práctica Layla no sentía que la terapia fuera comprensiva o inclusiva con su sexualidad.

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“Mi pareja ha sido clave para mi recuperación, ya que ha estado allí tanto emocionalmente como cuando he necesitado que sea dominante conmigo”, dijo. “Pero pronto me di cuenta de que si hablaba de mis problemas o relaciones de dominación/sumisión [con mi terapeuta], se sentía extremadamente incómoda, me decía que mi fantasía con la dominación/sumisión era un problema de control”.

“Una vez que quedó claro que mis gustos sexuales en general eran un problema, dejé de hablar del tema”, dijo Layla. “No me avergonzaba ser sumisa y no quería cambiar. Me alegro de que la razón principal para ir a terapia no era mi sexualidad, porque el resultado emocional pudo haber sido mucho peor”.



La creciente aceptación cultural y la exploración de diferentes identidades sexuales y, en consecuencia, el aumento de personas que necesitan preguntar sobre su orientación, ha provocado un repunte en la terapia basada en la poligamia y que aborda la sexualidad no convencional. Con este mercado en expansión, llegaron los terapeutas que comercializan sus servicios como prosexo, algunos están calificados y otros tienen poca experiencia con el kink en términos de su práctica, pero entienden que existe una demanda de terapia amigable para este tema. De acuerdo con Psychology Today, muchos de los terapeutas mencionados están mal capacitados para tratar a estos clientes y rara vez tienen los antecedentes para responder a las preguntas relacionadas con el kink debido a su propia comprensión clínica y capacitación sobre la desviación y las enfermedades mentales. En cambio, se benefician de una creciente base de clientes, sin la perspectiva necesaria para tratarlos de manera efectiva.

Las sexualidades no convencionales son vastas y matizadas, lo que significa que si un cliente busca atención para entender su sexualidad o si surge como una preocupación secundaria, existen diferentes niveles de concientización sobre el kink y su tratamiento. Debido a que el kink, en particular, a menudo se basa en dinámicas de poder, es fácil para un clínico patologizar estos comportamientos, cuando, en realidad son modos positivos y saludables de expresión sexual. Incluso si un cliente está preocupado por el impacto que tiene el kink en el resto de su salud mental, el comportamiento consensual de este no equivale a un trastorno mental.

Si un cliente hace una pregunta como, “¿Por qué tengo curiosidad por explorar el poliamor?” y un terapeuta no tiene las herramientas para evaluar adecuadamente, comenzamos a dudar de nosotros mismos, a avergonzarnos, a sentirnos incomprendidos y potencialmente a ser diagnosticados erróneamente, explicó Andrea Glik, terapeuta de poliamor y kink. Cuando los terapeutas no entienden la dinámica de una relación kink o poliamorosa, Glik dijo: “Nos hace dudar de nosotros mismos y nos avergüenza, especialmente cuando este consejo proviene de alguien percibido como experto”. Los terapeutas que tratan a los clientes kink necesitan herramientas más claras para comprender que el kink no necesariamente es una respuesta a un trauma o abuso, y para educar sobre cómo se maneja el consentimiento en las interacciones y las relaciones de intercambio de poder.

Cómo algunos terapeutas anuncian falsamente un tratamiento amistoso con el kink y el poliamor

No es suficiente que los médicos quieran hablar sobre sexo abierta y positivamente. Cuando los terapeutas están verdaderamente informados acerca del kink y el poliamor, tienen antecedentes de experiencia en torno a las complejidades que conllevan esas dinámicas. El Kink Clinical Practice Guidelines Project describe tres niveles de terapia: “amigable con el kink”, lo que significa tener una conciencia mínima sobre el kink y mostrarse abiertos en el tema para no patologizar los comportamientos relacionados con el tema, “consciente del kink”, que incluye a los médicos que han trabajado con clientes identificados como kink y tener una comprensión específica de los conceptos y prácticas dentro de la cultura kink, y “conocedores del kink”, médicos capaces de afirmar el kink y saber la diferencia entre si el tratamiento de un cliente debe centrarse únicamente en el comportamiento del kink, o si es una parte secundaria del tratamiento. Un terapeuta “conocedor de kink” comprende que las prácticas consensuadas no deben ser tratadas como un impedimento en el trabajo o la vida. Los médicos no deben evaluar a un cliente con el supuesto de que cualquier inquietud está directamente relacionada con su interés por el kink o por el poliamor.

La industria de la terapia sexual ha crecido rápidamente debido al cambio cultural hacia hablar más abiertamente sobre el sexo en nuestra sociedad, el cual ocurre más de un siglo después de que los famosos investigadores William Masters y Virginia Johnson comenzaron su investigación sobre la sexualidad que, en última instancia, sentó las bases para las técnicas de terapia sexual utilizadas en la década de 1960 hasta la actualidad. Ahora, su trabajo es criticado por los investigadores por la exclusión de los clientes homosexuales y sus métodos de observar los comportamientos sexuales en un laboratorio (en lugar de responder a construcciones culturales y personales). La disciplina se basaba en una visión tradicional: encuentros de personas blancas, cisgénero y heterosexuales.

“La terapia sexual todavía es una industria joven”, explicó Jamila Dawson, una terapeuta que se especializa en el tratamiento de personas LGBTQ, personas poliamorosas y personas involucradas en el kink. El campo todavía está evolucionando unos 60 años después de que Masters y Johnson lideraron –a principios del siglo XX– formas de terapia sexual, que reprimían y denigraban comportamientos sexuales no convencionales.

Si alguien busca terapia sexual, lo mejor es que vea a un clínico con las mismas experiencias sexuales, dijo Glik. “Como terapeuta queer, y también como persona que va a terapia con un terapeuta queer, los cuestionamientos que me he hecho sobre mi propia sexualidad, quiero que mi terapeuta comprenda ese mismo proceso”. Esto aplica también a otras áreas de la sexualidad, según Glik: “Obviamente, los procesos del cliente y del terapeuta pueden ser diferentes, pero hay un nivel de comprensión y autorreflexión sobre las dificultades y los matices [que vienen con tipos particulares de expresión sexual]”.

Cada cliente y terapeuta aborda la terapia con su propia historia y experiencias relacionadas con la sexualidad. “No es tanto que los terapeutas no tengan sus propios prejuicios, sino estar muy consciente de cuáles son sus prejuicios y de lo que han trabajado específicamente en torno a su propia sexualidad”, dijo Dawson. Lo importante aquí es que esos prejuicios no interfieran con la evaluación de los comportamientos de un cliente que no están relacionados o causados por su sexualidad.

Según la educadora sexual Jimanekia Eborn, “La gente está yendo a terapia con un terapeuta que de por sí ya está nervioso, posiblemente con la guardia en alto. ¿Quién sabe lo que le tomó a esa persona llegar a ese lugar, y luego llegan allí, y no sabes nada sobre su identidad? Engañar a alguien para que piense que irá a un espacio seguro es muy egoísta”.

Si un terapeuta no es consciente de los matices de una comunidad en particular y sus prácticas sexuales, puede desinformar, e incluso dañar a los clientes a los que aconsejan en esas comunidades. Esto es lo que Zoe*, una poliamorosa de 20 años, siente que es lo que sucedió cuando fue a terapia con su pareja para abordar sus acuerdos poliamorosos. “Una de las cosas que es importante para mí sobre el poliamor, en comparación con otros tipos de no monogamia ética, es el enfoque en la autonomía para todas las partes involucradas, pero nuestra terapeuta insistió en que era necesario establecer reglas”, dijo Zoe. “[La terapeuta] no entendía por qué su sugerencia no era ética poliamorosa”.

Parte de lo que alarmó a Zoe fue que la terapeuta también dijo que muchos de sus otros clientes seguían una “política de un solo pene” como una forma exitosa de poliamor. (La “política” prohíbe que las mujeres tengan múltiples parejas sexuales, pero en la sociedad, no se aplican las mismas reglas para los hombres). “Continuó explicándome cómo algunos de sus clientes poliamorosos tienen relaciones sexuales con otras personas, pero no se les permite tener relaciones emocionales, y yo pensé: “Esa es una relación abierta, no poliamorosa…”. Me sentí completamente incomprendida”, dijo Zoe.

Cómo encontrar un terapeuta amigable con el kink o con el poliamor

Cada vez hay más formas de buscar terapeutas conscientes de los conceptos sexuales no convencionales que realmente explican y afirman una participación sana y consensuada en el kink. Una vez que la terapeuta de Layla dejó en claro que la avergonzaría por su queerness y sus prácticas de BDSM, decidió buscar atención médica mental en otro lugar. “Encontré a mi terapeuta actual en el directorio de la National Coalition of Sexual Freedom“, dijo, citando un recurso que incluye una lista de psicoterapeutas, profesionales médicos y legales que conocen y son sensibles a las diversas sexualidades”. [Mi terapeuta actual] en realidad se especializa en todo tipo de kink/ identidad sexual/sexualidad y relaciones, así como en traumas. Mi experiencia ha sido increíblemente diferente, porque en realidad puedo contarle todo acerca de cómo someterme a mi dominante es [parte de] cuidarme a mí misma”, dijo.

“[Mi terapeuta] puede ayudarme a aprovechar mi kink para continuar con mi curación, y es realmente sorprendente”, continuó Layla. “Gran parte de mi consuelo es no tener que enseñarle a alguien el ‘cómo’ y el ‘por qué’ del BDSM porque ya lo entiende”.

A partir de 2010, un grupo de médicos que trabajan con clientes estigmatizados sexualmente crearon un conjunto integral de pautas para los terapeutas que desean acercarse al mundo del kink y otras identidades sexuales sin vergüenza o ignorancia. The Multiplicity of the Erotic, una conferencia creada en 2012 por el Community-Academic Consortium for Research on Alternative Sexualities (CARAS) y Programs Advancing Sexual Diversity (PASD) refuerza estas pautas y promueve la capacitación clínica sobre las sexualidades alternativas. El trabajo de los médicos que fueron pioneros en un ámbito más amplio de la terapia sexual se compila como un conjunto de directrices kink incluido aquí.

Aún así, como dijo Eborn, “[la terapia sexual] se está expandiendo y enfocando más en el kink y entendiendo más identidades. Pero hay mucho control en la comunidad, y sigue siendo para gente blanca. Las personas necesitan entender que hay suficiente trabajo para todos y darse cuenta de dónde les falta información y realmente hacer su trabajo”.

Los terapeutas tienen la responsabilidad de brindar atención precisa e informada por la comunidad a sus pacientes con sexualidades no convencionales. Para los clientes y expertos, eso significa comenzar haciendo que los médicos evalúen sus propios prejuicios y actitudes acerca del kink, abordando cómo pueden afectar sus interacciones con los clientes y haciendo un esfuerzo para estudiar y ofrecer recursos que pertenezcan a las identidades inclusivas y polifuncionales. Lo más importante es que los médicos deben tener la educación y el contexto para determinar si las conductas, fantasías o sexualidades consensuales de una persona, por sí mismas, están directamente relacionadas con sus razones para buscar terapia, o son simplemente sus métodos de expresión sexual.

*Los nombres fueron cambiados.

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