Todas las fotos por Annie Forrest
En el 2.000 vi por primera vez a Tiësto en Canadá, y el pasado fin de semana estaba muy emocionada porque en el marco del festival EDC México, podría reunirme una vez más en la pista de baile con esta leyenda del trance. Después de haber estado en cientos de fiestas y festivales durante muchos años y por todo el mundo, esta sería mi primera vez en un mega festival de EDM con una apuesta musical mucho más comercial. Contrario a mis expectativas fue un asunto bastante dócil – al menos comparado con la escena de festivales británica en la que puedes encontrar a chicos y chicas consumiendo dosis dobles de éxtasis o con la cara completamente retorcida a las dos de la mañana–.
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El festival tuvo lugar en el Autódromo Hermanos Rodríguez, el mismo en el que se hacen las carreras de Fórmula 1, y no era de sorprenderse que esta fiesta tuviera proporciones épicas. Visualmente todo estaba en esteroides, desde el branding corporativo hasta las atracciones mecánicas. Escenarios colosales, animadores, fuego, pirotecnia, láseres, básicamente, todo aquello que te pudieras imaginar. Los actos principales como Tiësto, Diplo, Zedd Sven Vath, Car Cox y Don Diablo tocaron en Dj booths que parecían naves espaciales. Todo el lugar era un jardín de las delicias para el deleite de los sentidos, para conquistar a los ravers. Sin duda, un paisaje fantástico para tener de fondo en tu posts de Instagram.
A pesar de haber dispuesto el escenario para que fuera el epicentro de una orgía repleta de actividades hedonistas y alimentada por la emoción de la droga, la escena, a decir verdad, fue un poco tibia, doméstica. En cierto punto de la noche parece que todos estaban besándose o ya se habían desmayado. No hubo un sentido de abandono alocado y descontrol tan típico de estos festivales. No vi _furries (personajes vestidos en trajes de peluche) t_eniendo sexo detrás de los árboles, nada de chicos caminando ridículamente en medio de un viaje de ketamina, ni una sola chica mostrándole el pecho a su Dj favorito que es probablemente 20 años mayor que ella. Bueno, quizás, que esto no pase es algo bueno. Diversión saludable igual a no arrepentimientos. Creo…
Sin embargo, aunque no fuera un escenario de inconsciencia y desmadre absoluto, sí encontré a gente que fue al departamento de estilo. Me alegró mucho ver varias de las tendencias clásicas de los raves que incluían pulseras candy, pelo de colores, indumentaria de bondage y sombreros de pescador que se han aferrado a estos escenarios después de más de veinte años. Y me alegró aún más ver que los glow stick, la tendencia del steampunk y los guantes de Mickey Mouse no lograron sobrevivir el embate del tiempo.
Al final, si le sacudes todo el glitter, todo se trata de bailar. Fuera hard style o tech house, la gente bailó, se sacudió y se contoneó hasta la última gota.
“Todo el lugar era un jardín de las delicias para el deleite de los sentidos, para conquistar a los ravers. Sin duda, un paisaje fantástico para tener de fondo en tu posts de Instagram”.
“No vi furries (personajes vestidos en trajes de peluche) teniendo sexo detrás de los árboles, nada de chicos saltando vallas de seguridad impulsados por un viaje en ketamina, ni una sola chica mostrándole el pecho a su Dj favorito que es probablemente 20 años mayor que ella. Bueno, quizás, que esto no pase es algo bueno. Diversión saludable igual a no arrepentimientos. Creo…”
Sigue y conoce más sobre el proyecto Born 2 Rave y el estilo de Annie Forrest en
www.annieforrest.world.
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