Cómo rompí mis tabúes gracias a un estimulador

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Esta nota es creada en colaboración con LELO.

“Mi novio termina muy pronto y no disfruto como a mi me gustaría”, “Quiero alargar mis orgasmos y no sé cómo” o “No me atrevo con los estimuladores aunque estén de moda”; son algunas de las frases que suelo escuchar entre amigas y amigos cuando hablamos sobre gustos o experiencias sexuales. Se parecen un poco a esas charlas que tienen Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda aunque con cervezas y sin cosmopolitans.

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Un día la empresa sueca de juguetes sexuales LELO, me mandó el nuevo estimulador del clítoris llamado SILA. Me propusieron probarlo y escribir. Acepté y me llegaron a la mente tres sensaciones: miedo, —nunca había usado un estimulador del clítoris—, atrevimiento y empoderamiento.

Empecé a leer qué funciones tenía y aprendí sobre un concepto que me resultaba lejano o que era de ciencia ficción: el Slow Sex. Un concepto que se basa en sexo lento, plancetero y una forma diferente de conocer el cuerpo. En otras palabras, disfrutar el sexo sin tabués y complejos.

LELO SILA

Había rechazado este tipo de estimuladores o masajeadores tanto por mi pudor con el sexo y por comentarios de amigas “llegas muy rápido al orgasmo”, o “la vibración es algo molesta”. Con SILA no tuve este problema porque comienza con un masaje de ondas sónicas muy parecido a unas caricias y con sus tres botones es muy fácil usarlo, en otras palabras, alcanzar ese orgasmo deseado o soñado. Hay que saber que el clítoris tiene 8.000 terminaciones, el doble que en el glande, por ejemplo

Debo confesar que mis sesiones de masturbación eran debajo de las sábanas, con los ojos cerrados, usando la mano derecha y tratando de imaginar algo o alguien que me excitara. Y esto me llevaba unos 5 o 10 minutos para terminar, dependiendo del momento.

En parte tenía miedo que mediante la respiración o la imaginación, encontrara ese clímax que pensaba había tenido alguna vez y que en verdad no había alcanzado. Y así fue, mediante unas lentas, pausadas y divertidas estimulaciones; conseguí romper el muro del placer. Obtuve placer por mi misma y me di cuenta que la masturbación es un mundo que toda mujer tiene que experimentar, dando igual la edad.

Cualquier juguete sexual también debería servir para experimentar con tu pareja, así que se lo propuse a mi novio. Su respuesta fue un “Sí”, muy rápido y con una gran sonrisa en la cara. Era también la primera vez que íbamos a introducir en la cama un estimulador y aunque al principio nos daba vergüenza por no saber cómo usarlo bien, nos dimos cuenta que todo era muy intuitivo y conseguimos placer ambos.

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Esto del Slow Sex me enseñó que no hace falta llegar al orgasmo para pasarlo realmente bien. A través de las caricias y los señuelos, comprendí que es necesario disfrutar de todas las etapas y conseguir establecer conexiones más íntimas con la pareja, al igual que este concepto es necesario aplicarlo en el momento de la masturbación.

Mis amigas me habían advertido “no es bueno meter un vibrador o un juguete sexual en la cama con tu pareja. Puede que sea incómodo”. Cuando lo usé disfrutamos los dos conseguir tener un placer relajado y estimulante. Hay que darse tiempo en el sexo, al igual que hay que acabar con el concepto de inmediatez en el sexo.

Es cierto que la industria del juguete sexual está muy enfocada en la estimulación femenina (ya era hora), y gracias a expertas en masturbación o placer femenino, muchas mujeres, en las que me incorporo yo, se han atrevido a dar un paso y a probar nuevas sensaciones.

También tuve la oportunidad con mi novio de probar este estimulador bajo el agua. Usamos el estimulador en la ducha y al principio éramos un poco patos mareados, pero finalmente conseguimos salir “mojados”. También nos dimos cuenta que con la lubricación fue todo más fácil y sencillo, llegué a un orgasmo que puedo compararlo a la expulsión de lava en un volcán.

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La tercera vez que lo usé fue de nuevo sola y con la regla. Tenía curiosidad sobre qué podía sentir teniendo la regla y cómo mi cuerpo reaccionaría. Tras una estimulación con una vibración más rápida, percibí una serie de emociones que no había tenido, practicando sexo con la menstruación y esto es principalmente por el rechazo a las relaciones cuando tenía el período. Un hecho fue cuando una pareja me dijo “me da asco, no quiero hacerlo porque me mancho con tu sangre”, y el segundo motivo por los falsos mitos como un aumento del dolor de ovarios.

Incluso aprendí que este tipo de estimuladores no solo sirven para el clítoris, sino para otras zonas del cuerpo como los pezones y aureolas. Bendita la boquilla de este juguete que ayuda a estimular mucho más de lo que imaginaba y que nos transporta con las vibraciones sónicas.

Después de usar SILA he descubierto que la masturbación puede ser una hora (o más) de alegría y una vía de escape de la monotonía del tiempo (y la pandemia). Lauren Streicher, Profesora adjunta en ginecología y obstetricia en la Universidad de Northwestern afirma que la masturbación femenina “aumenta la felicidad, ayuda a dormir mejor, reduce el dolor físico durante la menstruación y aumenta la elasticidad y el estado de los tejidos”.

Después de vivir en primera persona todas las experiencias con juguetes sexuales, tengo que hacer un manifiesto a favor de los estimuladores/masajeadores del clítoris. Lo recomiendo a todas las mujeres de cualquier edad, ya que es necesario conocer cómo es nuestro cuerpo y qué nos gusta para sentir un orgasmo real. De esta manera se disfruta del sexo, tanto de forma individual, en pareja o con más personas.

LELO SILA

Las mujeres hemos vivido siempre con tabúes, miedos o muros sobre el placer, es decir, este sentimiento estaba solo destinado al hombre. Por fin, todas las mujeres están conociéndose y por eso es importante difundir el mensaje a mujeres de más de 40 años.

Cuando vea a mi madre le voy a decir que por favor pruebe esta experiencia. Las mujeres de su generación han eliminado de su vocabulario la palabra orgasmo y muchas de ellas no conocen qué es lo que quiere su clítoris.

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SILA de LELO es el nuevo estimulador que es capaz de modificar y cambiar el concepto del clímax.