Artículo publicado por VICE México.
Cada vez está más cerca la realidad en la que la planta de cannabis sea aceptada globalmente por sus propiedades benéficas, tanto a nivel terapéutico y médico, como a nivel económico e industrial; y a pesar de que estos avances puedan parecer inofensivos e incluso benéficos para muchas partes, existen nuevas preocupaciones derivadas del cultivo abierto de esta planta: la sustentabilidad y la responsabilidad ecológica bajo la que sea cultivada.
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La marihuana está en constante competencia: quién siembra la mejor; cuál es la mejor forma de cultivarla; qué tan atinado es el efecto de ciertas sepas; cómo alcanzar el mejor desarrollo de una planta; etcétera. Pero esta carrera cannábica, en ocasiones, se apoya en dos pilares poco estables: los aditivos y el rendimiento.
Existen decenas de cepas que han sido premiadas u homenajeadas por sus características visuales, olor, sabor y efecto, pero muchas de estas características han sido producto de nutrientes adicionales que se agregan a la planta, pero cuando se habla de aditivios animales, resulta ingrato no agradecer o destacar la labor titánica de los animales que murieron para que pudiéramos fumar mejor mota. Este es el caso de algunos aditivos conocidos como “té de mar” o “mezcla de pescado”, que no son más que huesos, plumas y sangre convertidos en polvo —derivados principalmente de industrias ganaderas y pesqueras—. Estos aditivos son conocidos como “aditivos ecológicos” ya que no son producto de un proceso petroquímico, sin embargo, su característica ecológica se limita al uso de químicos, pero no al de animales.
Como alternativa a esta problemática cada vez se hace más popular la marihuana vegánica, un tipo de planta que une al veganismo con la agricultura ecológica. Este tipo de planta también crece con el apoyo de aditivos, pero 100% vegetales. Es decir, nutrientes que se surgen de una planta y se transforman para dárselos a otra, mas no de un animal para una planta.
En ocasiones te toparás con aditivos de lombriz y quizás te sientas tentado a comprarlos, pero gusano o vaca, todos los animales valen igual. Además, los aditivos ecológicos —aquellos provenientes de animales— pueden agotar rápidamente las bacterias y los nutrientes del suelo, así como alentar el proceso de descomposición del aditivo y sus restos. A diferencia de los aditivos vegetales que se biodegradan por completo y son absorbidos en su totalidad por las plantas.
Con el autocultivo en puerta, poner atención a estos factores puede hacer que nuestro consumo de cannabis sea responsable en diferentes dimensiones, desde la personal, hasta la ecológica y de sustentabilidad, dejando de utilizar la vida animal para fines personales y convirtiendo nuestro consumo en una actividad que no le debe nada a nadie.
En el mercado existen varias opciones de aditivos 100% vegetales, pero hacer los tuyos no te va a quitar mucho tiempo ni dinero. Si quieres crear uno a tu antojo, mira el tutorial aquí.
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