Nunca fui fan de los parques de diversiones. Mucho menos de Reino Mágico, una copia jodida de Reino Aventura en Veracruz, México. A mí lo que más me emocionaba era ir a la casa de Pat Reidy.
Pat es una amiga y compañera de trabajo de mis padres en la universidad. Es originaria de Janesville, Wisconsin, Estados Unidos y se instaló en Xalapa (capital veracruzana) desde principios de los años 70. Su casa no se parecía a nada ni a ninguna otra que conociera. Estaba llena de cassettes de VHS, objetos de Halloween, una cama de agua y un montón de pequeños objetos que no sirven para nada. Pero lo mejor eran los miles de objetos de Coca-Cola que tenía acumulados en su casa y que me parecían fascinantes. Ella lo llamaba «mi altar de la Coca-Cola» y en ese entonces era solo una colección personal. Pero ésta fue creciendo hasta convertirse en el Museo de la Coca-Cola de Pat, como se lee en el cartel que está en la entrada de su casa.
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En una ciudad como Xalapa, cuya banda musical más famosa se dedica a tocar son jarocho y donde la norma general es tener pinturas de la artista plástica Leticia Tarragó adornando la sala de tu casa, que una señora decida hacer de su espacio un monumento a la Coca-Cola es un oasis de buen gusto —entendido a la manera en que lo entendía Andy Warhol—.
Después de tantos años, me reuní con ella para visitar su museo y conversar.
Lo primero que veo cuando entro a su casa es un crucifijo hecho con latas de Coca colgado en la pared. Una frase de Fangoria me viene a la mente: “Lo estrafalario siempre resplandece más que lo normal”.
MUNCHIES: Hola Pat. Veo que tu amor por la Coca-Cola no ha muerto. ¿Por qué te gusta tanto? Pat Reidy: Bueno, principalmente, me gusta su sabor, pero también creo que representa una de las mejores campañas de publicidad que se hayan hecho jamás en el mundo. Es internacional, es inteligente y utiliza todo para anunciar su marca. La gente ve una camiseta, un juguete, un póster, lo que sea, y quiere una Coca-Cola. La Coca-Cola inventó a Santa Claus, con eso te digo todo.
¡Qué bonita camiseta! Si, y tengo mucha más ropa de Coca-Cola. Me puse ésta porque hace mucho calor, pero tengo sudaderas, otras camisetas y una bata. Mi prenda favorita es una sudadera con gorro que tiene al oso polar y dice “Coca-Cola”. El oso polar es mi personaje favorito de la Coca. Es divino.
¿Cuándo empezó tu fascinación por la Coca-Cola? En 1975. Mi novio de ese entonces trabajaba en Coca-Cola y yo amaba la marca. Ya estaba viviendo aquí en México, y mi novio vivía en los Estados Unidos. Era increíble, tenía acceso total a todas las pequeñas cosas que la marca sacaba para regalar o promocionarse. Cuando venía a visitarme, ésos eran sus regalos y yo los ponía por toda la casa, como decoración.
Empezaste tu colección hace 40 años. Sí. Al principio, además de los regalos de mi novio, agregaba cosas por mi cuenta a la colección. Eran sólo pósters porque no tenía dinero para comprar nada más. En ese entonces vivía en un departamento y decidí formar mi “Rincón de Coca”. Después quise hacerlo de manera seria y construir mi museo; así que empecé a buscar absolutamente cualquier objeto, todo lo que estuviera relacionado con Coca-Cola.
¿De dónde sacas tantas cosas? Tengo todo lo que ha salido de Coca-Cola en México desde que llegué; incluso he conseguido cosas de antes de que llegara a vivir aquí. Mis amigos y mucha gente allegada me traen algo de la Coca-Cola siempre que van de viaje, a donde sea. Yo hago lo mismo, en mis viajes busco cosas de Coca, sobre todo en mercados. Este oso lo traje de un viaje, en el que tuve que dejar una maleta con ropa, perderla, porque si no ya no iba a poder traerlo. Era solo una maleta con ropa, ¿a quién le importa cuando puedes traer algo divino de Coca-Cola?
De toda la infinidad de cosas de Coca-Cola que tienes en tu casa, ¿cuál es tu objeto preferido o alguno que consideres especial? Estaba dando clases particulares de inglés al hijo de una señora que estaba muy preocupada porque había sacado 2 en inglés e iba a reprobar el año. Me pidió que lo preparara para que pasara la materia. Lo preparé y sacó un 11. Lo hizo genial. La maestra no se podía creer la diferencia entre antes y después. Él había conseguido una lata de Coca-Cola en forma de balón de futbol, que tenía pensado regalarme para agradecer mi ayuda en su preparación para el examen, pero sus amigos empezaron a patearla y a jugar fútbol con ella y quedó toda deformada. El niño estaba triste, pero su mamá lo animó a regalármela aún así. Me encantó. Tengo muchísimas cosas, muy valiosas, incluso económicamente. Pero creo que por su historia, esta lata deformada es de mis favoritas.
¿Cómo cuáles? Tengo antigüedades de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, de las primerísimas cosas que sacó la Coca-Cola en su historia. Una de ellas es una reja de botellas de Coca Cola de finales del siglo XIX que conseguí en San Francisco. Otro que me encanta es “El Árbol de la Coca”. Yo lo hice: las ramas son botellas de Coca-Cola de un montón de países y se pueden ver todas las distintas etiquetas. Es divino.
¿Cuánto dinero has gastado en todo esto? Mucho, aunque intento comprar cosas en mercados y mucho de lo que tengo es regalado. También hago muchas cosas en vez de comprarlas. Me gusta usar mi creatividad. Por cierto, ¿quieres una Coca? Te invito.
Por favor. Háblame un poco de las etiquetas que debo seguir para ser un buen bebedor profesional de Coca. Se debe tomar completamente fría. Siempre en botella de vidrio, o en su defecto, de lata, pero jamás en botella de plástico. La mejor Coca es la de pequeñita de vidrio, yo compro la de 355 ml.
¿Cuántas Cocas bebes al día? Ahora ya no bebo mucho. Tomo una botella de 355 ml y la gozo como no tienes idea. A menos que haya una fiesta o sea una ocasión especial, entonces me puedo tomar más. Pero eso es ahora, porque durante años, cuando tenía que dar más de 12 horas de clase diarias, la Coca-Cola fue mi salvación. Tomaba 15 botellas al día, de las de vidrio de 355 ml.
¿Nunca ha afectado tu salud? No, nunca. En ese entonces no existía el agua como ahora. No había botellas de agua purificada ni se vendía garrafones para las casas. Se tenía que beber agua hervida. A mí eso me sabe a muerto. Entonces, entre beber agua hervida o Coca, pues no hay comparación. También cocino con Coca-Cola.
Cuéntame de lo que cocinas con Coca-Cola. Se pueden cocinar muchísimas cosas con Coca-Cola. Incluso tengo recetarios. Mi especialidad es una hamburguesa que hago con mi receta secreta. La frío en el sartén de mi abuela, que es enorme, con Coca-Cola en vez de aceite, un poco de salsa inglesa, pimienta, sal de ajo y cebolla. Queda divino. Es la hamburguesa de Pat. También la uso en las sopas y me encanta.
¿Qué piensas hacer con tu museo? Sí, el museo va a seguir para siempre. Seguiré comprando y coleccionando cosas. Hay mucha gente que me regala cosas repetidas, pero yo las acepto porque no me gusta romperles el corazón. Esta colección es mi vida y me preocupa que le pase algo. Es por eso que no lo abro al público. El museo es para mí y mis amigos, gente querida. A veces lo he enseñado a otras personas, como el director de la Coca-Cola y otros curiosos que se han interesado, pero generalmente es sólo para conocidos.
Gracias por recibirme, Pat.
Este artículo fue publicado originalmente en mayo de 2015 en VICE México.