Toma los desnudos azules de Matisse, añade una extensión radical y te empiezas a acercar a las pinturas del artista de San Francisco, Richard Colman. Su uso de ricos azules, especialmente para formas femeninas brindan una revalorización de las bien conocidas obras del francés, en un estilo más moderno y angular con composiciones mucho más recargadas.
Los planos, brillantes colores de las pinturas de Colman podrían simular ilustración digital o diseño gráfico, pero sus espaciales mosaicos son, en realidad, simples pinturas sobre un lienzo. Elementos de la anatomía humana, simplificados y abstractos, se repiten como motivos en las pinturas, tal sería el caso de cabezas sin cuerpo usadas como candeleros.
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Suaves curvas de formas humanas se extienden para hacer complejos patrones geométricos, desafiando la distinción entre las formas humanizadas y las decorativas. El contenido de sus obras no se aleja mucho del trasfondo humano del artista, pero eso es porque pintar personas y sus infinitas complejidades es algo que nunca cansa.
“Me ha gustado mucho pintar figuras estos últimos años”, cuenta Colman a The Creators Project. “Hay una cantidad infinita de material con el que puedo trabajar. Hay tanta complejidad sutil dentro de cada una de las pinceladas y en cada cosa que hacemos. Simplemente pienso sobre las personas, la manera como somos, y como consecuencia nunca se me acaban temas sobre los que hay que pintar.
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