La guerra Ruso-Japonesa fue un conflicto bélico que duró alrededor de un año, del 8 de febrero 1904 al 5 de septiembre 1905, en el que participaron el Imperio Ruso y el Principado de Montenegro contra el Imperio Japonés debido a conflictos irreconciliables con las intenciones imperialistas de ambos estados. Por un lado, Japón buscaba retener autonomía y protectorado absoluto sobre la península de Corea y, ahora noroeste de China, Manchuria, teniendo así los beneficios geopolíticos y económicos de ambos. Mientras que Rusia buscaba apoderarse de Manchuria y la península coreana con la finalidad de tener puertos que pudieran ser funcionales todo el año sin temor a ser congelados en el invierno.
Después de fútiles negociaciones de paz, el 8 de febrero, sin previo aviso ni declaración de guerra, la flota japonesa atacó el Puerto Arturo en China, que era controlado y de vital importancia para la flota Rusa, sufriendo graves pérdidas y recibiendo otro ataque el día siguiente en Chemulpo, al norte de Corea del Sur. Eventualmente, ambas ciudades terminaron por caer en manos de los japoneses después de grandes costos materiales y humanos, consolidando de tal manera la derrota definitiva del Imperio Ruso.
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Esto significó un gran cambio para la historia de percepción de oriente ya que hasta el momento era de las primeras veces en la historia moderna que una potencia imperialista oriental derrotaba por completo a uno de los grandes poderes europeos. Aún más, que un imperio de una raza no-caucásica lograra terminar con la mitificación absurda del hombre blanco frente a los demás estados. Los japoneses mostraron con autoridad que el caucásico no era intocable ni inmortal.
El Zar tiene una pesadilla sobre su armada.
Ballena y peces cenan soldados rusos.
La victoria japonesa colocó a la isla como una potencia económica y militar a la par de cualquier otra del mundo y la guerra culminó con el tratado de Portsmouth en 1905 mediado por el presidente de EUA Theodore Roosevelt. En él, ambos bandos aceptaban evacuar Manchuria y devolverle su soberanía a China. Mientras que Japón seguiría con el control de la península coreana, el control de Puerto Arturo, el ferrocarril de Manchuria y la mitad sur de la isla Sajalín. Para Rusia, obviamente, el resultado fue humillante y acrecentó muchísimo el descontento político en su país, que debilitado, vio una oportunidad para una sublevación popular en 1905 que terminó por ser sofocada, pero sembró las raíces para consecuente revolución de octubre de 1917.
Las ilustraciones mostradas fueron llevadas a cabo en la época por el pintor e ilustrador japonés Kobayashi Kiyochika y tomaron muchísima fama por su ecléctico estilo y graciosa caricaturización de los rusos. Lo curioso de su producción radica en que se trata de una mezcla entre los estilos occidentales con evidentes trazos japoneses – una unión de movimientos como el realismo e impresionismo en estética tradicional japonesa. Las caricaturas terminaron por ser su cuerpo de trabajo más famoso debido a su talante propagandística y enaltecimiento de la armada japonesa.
Puedes ver más ilustraciones abajo:
Raijin, dios del trueno, ahuyenta a los soldados rusos.
La flota rusa está desesperada y lastimada.
Soldado japonés arrebata el territorio de los pies rusos y lo tira del mapa.
General ruso lamenta su derrota en las calles.
Una esposa despide a su marido soldado, diciéndole que use la bandera blanca en cuanto vea a los japoneses.
Soldados rusos se rinden con obviedad.
Los rusos recibiendo malas noticias en casa.
Soldados rusos se derriten frente al sol naciente japonés.
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