Después de un largo viaje, un astronauta se encuentra frente la realidad y descubre que ésta no es más que una distopía surrealista donde todo es asimilado y confirmado por los rostros que todos conocen, los rostros icónicos de una época.
Haciendo una directa afrenta entre el texto clásico de George Orwell, pero con la inconfundible estética ochentera y los personajes emblemáticos de la época, la serie realista de Scott Listfield toma un giro donde, escalofriantemente, la distopía no es similar sino exactamente igual que la realidad. Confundiendo de tal manera, la demarcación que se podría hacer entre la ciencia ficción y la narrativa que busca apuntar a la objetividad, tal vez, la periodística.
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Es difícil apartar la mirada del personaje central de la serie, el astronauta perdido, y no sentirse de cierta manera como él. En un sentido podría recordar a la película ganadora del óscar, The Hurt Locker, de Kathryn Bigelow, cuando el veterano de guerra recuerda escenas de su servicio y mira con ansiedad cajas de cereal sin saber cuál escoger para su hijo.
Pareciera que el astronauta de Listfield encara la extraña realidad como cualquiera que un día se para frente al mundo y se da cuenta de que nada tiene sentido. No se trata de un héroe que va a solucionar el sistema, sino de un personaje que sabe que no hay nada que pueda hacer para cambiarlo.
Puedes ver más obras, abajo:
Las obras están visibles en Thinkspace Gallery en California, EUA, desde el pasado 6 de enero. Si quieres más información, haz click aquí.
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