Música

De Berlín a Ecatepec: Ciudades contrarias unidas por el culto a los Ramones

El museo de Los Ramones en Ecatepec

Berlín y Ecatepec no se parecen en casi nada. Entre ambos lugares hay poco menos de 10 mil kilómetros de distancia y parecen dos mundos distintos. Mientras que la capital alemana se encuentra en el top del turismo mundial, el municipio mexiquense se ubica en el top de los feminicidios en América Latina. Berlín presume de ser una de las ciudades europeas más competitivas en materia económica y en Ecatepec hay personas que viven en casas de cartón. Una es reconocida por ser sede de eventos históricos de gran relevancia durante el siglo XX, la otra es famosa por los memes que se mofan de la situación de inseguridad que viven sus habitantes. Pero a pesar de las abismales diferencias, ambas ciudades están hermanadas por su fervor hacia una de las grandes instituciones del punk: los Ramones.

Hace dos años conocí el Museo Ramones en Berlín y me dijeron que era el único en el mundo. Me engañaron. O quizá no sabían que en mayo de 2013 había sido inaugurado un lugar similar al norte de la Ciudad de México: la Casa Club Ramones.

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El Ramones Museum de la capital alemana tiene una mística singular. Desde su fachada similar al legendario club CBGB de Manhattan, donde se forjaron los inicios de la banda formada en 1974, hasta las pequeñas salas de exhibición iluminadas con luz tenue que te transportan a aquella época gracias a la música en las bocinas, los conciertos que se proyectan en las pantallas y, sobre todo, los carteles de las presentaciones de Ramones en todo el mundo que se muestran en los muros.

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Fachada del Ramones Museum en Berlín, Alemania

Ahí me encontré con Alan, un mexicano que visitaba por primera vez Berlín y que decidió visitar ese museo antes que cualquier otro en la ciudad. “Lo que más me ha sorprendido son los tenis tan desgastados que usaba Marky. Se ve que los usó hasta que no dieron para más. Eso me hace sentir muy conectado porque yo hago lo mismo”, me dijo.

Lo impactante de este lugar, me contó, es que muestra una colección de piezas que te cuentan la historia completa de la banda, porque a través de libros, flyers, ropa usada por ellos, vinilos y fotografías puedes oler el punk rock en cada rincón.

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Los desgastados tenis de Marky en el Ramones Museum

Una pareja treintañera de alemanes —de los que solo recuerdo que uno se llama Ernst o Ernest— estaba bastante sorprendida con el manuscrito original de “Blitzkrieg Bop”, una de las canciones más conocidas de los Ramones, en exhibición detrás de un vidrio grueso.

—¿Ya viste? Ese bajo lo tocó Dee Dee —le dijo Ernst a su pareja.

— ¡Esos pantalones sucios son de Joey! —le respondió ella sin prestarle atención.

Me acerqué a ellos buscando hacer amigos locales en una ciudad extraña y les pregunté cuál era el objeto más curioso que había llamado su atención. Dos respuestas distintas: “Un stage plot auténtico de la banda usado en uno de sus conciertos”, me dijo él. “Para mí lo de mayor valor histórico es el rider de 1978 hecho con máquina de escribir”, me respondió ella. Entre otras cosas, los Ramones pedían: Un cartón de cerveza, medio cartón de cerveza de raíz, dos cuartos de galón de jugo de naranja, 1 cuarto de jugo de manzana y otro de leche, 8 toallas y dos cuartos de agua Perrier.

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El manuscrito original de “Blitzkrieg Bop” en el Ramones Museum

“Me encanta este lugar”, me dice Israel, un mexicano que escuchó por primera vez a los Ramones en 1992. “Berlín es mi cuidad favorita y nunca imaginé que ahí estaría un museo dedicado a ellos. Cuando la chica del hostal nos mencionó el lugar, me generó bastante curiosidad”.

Israel explica el sitio como un collage visual donde se muestran fotocopias y originales de pasaportes, fotos de tocadas, instrumentos y videos que nutren sus memorias de adolescente. “Para mí, el museo de los Ramones en Berlín es ese lugar que encontré en el baúl de mis recuerdos, ese espacio personal recargado con imágenes para poder estimular el ojo que me llevó a estudiar diseño”.

“Tomar una chela y caminar por una línea de tiempo aleatoria fue encontrar a los Ramones en su esencia, fue entender el sentido de una banda que no tenía sentido y pude darle un significado a aquella frase que decía: ‘Hoy conquistaré tu amor, mañana conquistaré al mundo’. El museo de los Ramones en la capital alemana es una apéndice de una ciudad que por sí sola ya es un museo”, me dice Manuel, amigo de Israel.

En diciembre de 2016 el costo de entrada al museo, localizado a 10 minutos del centro de Berlín, era de 3.5 euros e incluía una cerveza y un pin exclusivo de los Ramones. Uno de los administradores del lugar me contó que Arturo Vega —un mexicano residente de Nueva York considerado el quinto Ramone— ayudó bastante en la curación de las piezas que son exhibidas.

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Ramones Museum

Arturo fue el creador del famoso logo de la banda —ese en el que se muestra un águila calva sosteniendo un bat y unos olivos rodeada de estrellas con siete flechas apuntando hacia arriba— y además es el hilo conector entre Berlín y Ecatepec.

Hace unos días, cuando visité la Casa Club del municipio mexiquense, Alejandro Garrido “El Rocka”, su fundador, me dijo que el mismo Arturo, antes de su muerte, lo asesoró para ordenar los más de 2 mil objetos que serían expuestos al público. Y también le regaló algunos.

Este lugar fue fundado en 2013, ocho años después que el museo de Alemania. Se encuentra ubicado a 15 minutos del metro Indios Verdes y para llegar se deben subir más de 120 escalones sobre un cerro. La fachada no podía ser otra que un toldo blanco con las clásicas cuatro letras rojas: CBGB. Abajo se colocó el escudo de la banda pero modificado: En vez de un bate y unos olivos, se ve un águila mexicana que sostiene unos nopales en una garra y un macuahuitl en la otra. Al lado, sobre una pared blanca, se observa pintada una chamarra de cuero estilo Ramones de unos cinco metros de alto. La entrada es gratuita.

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Fachada de la Clasa Club Ramones en Ecatepec

“Cuando era adolescente, a inicios de los años 80, comenzó mi gusto por el punk y desde el inicio mi banda favorita fueron los Ramones. Recuerdo que lo primero que compré de ellos fue un pin. Tenía como 15 años”, me cuenta “El Rocka”. Me dice que este lugar fue su sueño durante toda su vida, al mismo tiempo que me muestra los carteles originales de los tres conciertos de la banda en México: Tijuana, Pantitlán y el gimnasio Juan de la Barrera.

Su pasión por la música de estos neoyorquinos se refleja en cómo habla de ellos, cómo cuenta anécdotas de toda una vida y en cómo narra la forma en que obtuvo todos las piezas que exhibe. “Mira, este es el jardín de la serenidad, aquí hicimos un mural y acá al lado es donde tocan las bandas”, me dice mientras me muestra una área en la planta de arriba. Y es que, a diferencia del museo alemán, este lugar cuenta con dos pisos de exhibición.

“Hace dos años, después de tocar en el Palacio de los Deportes, vino Richie Ramone, uno de los bateristas que tuvo las banda. ¡Imagínate! Después de subir todos los escalones se tiró durante 10 minutos en la calle para descansar. Cuando recuperó el aliento y entró a la Casa Club quedó impactado. Comenzó a llorar y me dijo que tenía muchos años de no ver algunos de los acetatos que aquí exhibimos, donde se le ve bastante joven”, narra el coleccionista.

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Pines en la Casa Club Ramones de Ecatepec

A este lugar han llegado cosas de todo el mundo. Amigos de “El Rocka” le han obsequios revistas, fotografía, carteles, discos, casetes, patinetas, muñecos, pases all acces, tazas, llaveros, flyers, playeras y un sinnúmero de objetos que han comparado en Holanda, Argentina, Japón, Estados Unidos, el Reino Unido y otros países.

Para cada pieza tiene una anécdota. Como un vinilo que solo fue vendido en Inglaterra y un taxista que había visitado Londres y no conocía a la banda se lo vendió en la CDMX. O las fotografías que le regaló Arturo Vega donde se ven a los Ramones tapándose los oídos al comprar su primer equipo de audio. O también una playera firmada por Johnny en el hospital días antes de su muerte. O la revista que compró cuando era joven con fotos poco conocidas de la banda y donde se les ve pasados de peso. Todo lo cuenta de una manera tan apasionada, que puede hacerte dudar si tu banda favorita es la que tu elegiste hace años o los Ramones.

Paul, un estudiante de 25 años fan de la banda y asiduo visitante del lugar, me cuenta por qué le gusta tanto visitarlo: “Me encanta el ambiente de aquí. Hay muy buena vibra en todo el lugar y me siento como si estuviera en mi casa. Además hay buenas cervezas y mezcal. Es un lugar histórico en nuestro país”.

—¿Qué piensas de que sólo hay dos lugares así en el mundo?

— Me parece fantástico que uno de esos lugares se encuentre en México. La escena punk rock de aquí, junto con la de Argentina, es de las más grandes a nivel mundial y este sitio es una muestra de ello. Solo que los argentinos aún no tienen su museo.

“El Rocka” me explica que tener un rincón dedicado a los Ramones en un municipio tan marginado históricamente, representa que no todo lo que se cuenta de Ecatepec es malo. “Tratamos de ser un pequeño foco de algo bueno que existe aquí. Sí, tenemos muchos problemas, pero con la cultura que mostramos en espacios como este, queremos que no solo se hable de Ecatepec por las cosas malas. Al menos en el extranjero ya nos conocen un poco por esta Casa Club”.

Natalia, amiga de Paul, llegó aquí por la curiosidad de que un lugar tan emblemático para una banda tan importante no tuviera suficiente difusión: “Desde que entras, te sientes como si llegaras a tu casa. La pasión por los Ramones se contagia de inmediato y te trasladas en el tiempo mientras recorres el lugar. Me impactó la colección hemerográfica, pero sobre todo la calidez que aquí se percibe”.

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Tablas de los Ramones en la Casa Club Ramones

Parece que todos están de acuerdo con que este lugar te atrapa, incluso Richie Ramone. Cuando visitó este sitio en octubre de 2016 declaró al diario La Jornada: “Sólo en Berlín y en Los Ángeles había visto un lugar así. Este lugar —la Casa Club Ramones— es increíble”.

El día que Richie visitó Ecatepec, se inauguró la sala Richie Ramone de la Casa Club. Ahí se puso una placa con su nombre, se colocaron azulejos en el piso con la imagen de la banda y se presentó un mural tallado en cemento que abarca toda una pared realizado por jóvenes, donde se aprecian los Ramones con sus clásicos pantalones entubados y sus ajustadas chamarras.

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“El Rocka” posa en la Casa Club Ramones de Ecatepec

Una de las cosas que no tienen los alemanes es la máscara y el vestuario completo de Pinhead, la mascota de la banda. “El Rocka” la armó completa. Desde sus zapatos gigantes, su vestido rojo con bolitas azules y su deforme cara con una mecha de pelo sostenida con un moño. El coleccionista la muestra mientras suena Sheena Is a Punk Rocker en la consola.

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Autógrafo de Richie Ramone

— ¿Cuál es la pieza más extraña de la colección? —le pregunto.

— Estos siete cartuchos de ocho tracks que tengo de la banda —me dice y me enseña una especie de casetes que parecen una mezcla de videojuegos de inicios de los 90 con un disco duro externo. “Uy estos ya nos los conociste, son los papás de los casetes”. Se ríe.

Antes de despedirnos, me invita a darme una vuelta el siguiente mes. “Vas a ver que encontrarás más cosas. Aún faltan muchas por enmarcar, pero no he tenido suficiente tiempo de hacerlo. Este lugar siempre está en constante crecimiento”.

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“El Rocka” posa en la fachada de la Casa Club Ramones

Afuera, sobre la banqueta que sirvió de cama durante unos minutos a Richie Ramone, me tomo unas fotos con él. Me despido y bajo los escalones pensando que a pesar de haber estado casi cuatro horas en el lugar, me faltó bastante por ver y platicar.

Y es que aunque el museo de Berlín tiene su propia mística, el de Ecatepec, como su nombre lo indica, es una casa y te hace sentir como en tu hogar.

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