¿Cuánto tiempo es el correcto para observar una obra de arte?

¿Alguna vez se han preguntado si debieron de dedicarle más tiempo a ver cierta obra para entenderla mejor? ¿Han creído que en unos momentos son capaces de entender de lo que trata una obra y si les gusta o no? Isaac Kaplan, de Artsy, opina que no existe un tiempo estimado fijo para ver una obra y apreciar todo lo que tiene que darnos, sin embargo, es muy probable que actualmente no estemos dedicando el tiempo necesario a la experiencia de observar. Según Kaplan, el tiempo promedio que una persona dedica a “observar” una obra en un museo es de entre 15 a 30 segundos. Este tiempo es suficiente para saber qué es lo que la imagen está tratando de representar pero no es lo suficiente para experimentar completamente la obra.

Lo que generalmente sucede es que la gente puede ir a un museo, estar horas observando cientos de obras y salir sin haber realmente visto nada.

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El profesor James O. Pawelski solía llevar a sus alumnos a la Barnes Foundation en Philadelphia y les pedía a sus alumnos pasar 20 minutos frente cada obra. Él argumentaba que la contemplación de las obras no solamente enriquecer la apreciación de arte pero que también traía los mismos beneficios que la meditación.

Abbi Jacobson, quien es la voz del podcast “A Piece of Work” opina que deberíamos de darnos la oportunidad de sentirnos por unos momentos confundidos, perdidos, sin saber lo que la obra nos está diciendo. Debemos dejar que nuestra propia mente interprete información y haga conclusiones antes de leer la descripción o aquel texto que el curador comparte con nosotros sobre la obra/exhibición. Podemos disfrutar de la obra sin tener toda la información sobre la misma. No tenemos que entender todo el contexto social o histórico o la intención del artista ya que tu experiencia con la obra es precisamente únicamente tuya.

Un ejemplo de una obra que a primera vista pudiera parecer que puede ser apreciada en unos segundos, pero que realmente tiene mucho que dar es “Blue Monochrome” de Yves Klein. Esta obra muestra un color azul (patentado ya por el artista) que cubre toda la superficie del bastidor. No existe formas y muy poca textura, únicamente el color azul extendido en todo el bastidor. Ahmir Thompson, artista musical mejor conocido como Questlove, opina que la paz que se obtiene al sentarse frente este baño de azul es algo que lo motiva a dedicarle más que unos minutos frente a la obra ya que él también goza de “oír colores” algo que es conocido bajo el nombre de sinestesia. Thompson dice que cuando ve el azul de Yves Klein, escucha el sonido de una nota grave de manera prolongada.

“Hiroshima” de Yves Klein.

Entre más tiempo convivas con la obra, lograras recibir más variedad de información que el artista te busca transmitir. Toma un momento para permitir que tus ojos reaccionan ante el color y las formas. Permite que tus ojos jueguen con los colores.

Jacobson opina que en ocasiones el hecho de que una obra saque una desesperación en ti es algo bueno y quiere decir que la obra logró su cometido, logrando moverte. El artista que logra que su obra impacte a la audiencia positiva o negativamente, es aquel que está haciendo algo bien. Es una buena señal de calidad de trabajo cuando un artista logra que su obra haga que el público regrese a volver a analizar su obra.

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