A unos pasos del tianguis de la Merced, en el centro de la capital mexicana, Isis Iturriaga lo sabe mejor que nadie y, como parte de su proyecto colaborativo Sanadoras, creó La Caldería, un lugar para “regresar a casa” y, en más de un sentido, a la vida.
Sea lo que sea que te lleve hasta el antiguo edificio que aloja al restaurante, y a otros miniproductores independientes, —entre los que se cuentan artistas plásticos, terapeutas con distintas especialidades, chocolateros, barberos y cocineras de barrio— lo que siempre encontrarás en los locales y el patio central del número 333, de la calle Fray Servando Teresa de Mier, en la colonia Esperanza, es buena vibra y muchas razones para volver.
Videos by VICE
Si se te pasó la mano con los tragos, en La Caldería encontrarás el remedio ideal. Desde hace casi dos años, tienen siempre seis caldos (que sirven en cazuelitas de barro): mole de olla, puchero (un cocido de res típico del centro de México), caldo tlalpeño (de pollo), caldo grosero (llamado así por la gran cantidad de comida por porción), pancita (mondongo o menudo) y de hongos (la opción vegana).
LEER MÁS: Curacrudas: Los mágicos Caldos Ánimo de Antonio de Livier
De todos hay versión chica (que para nada es chica) y grande (destinada para estómagos o resacas verdaderamente sin fin) porque, tienes que saberlo, acá el tamaño SÍ importa.
LEER MÁS: El caldo colombiano que revive a los muertos
Por si la carta fija no fuera suficiente, los cestos al centro de las mesitas te sorprenderán con tortillas de mano, y de maíz nixtamalizado, recién hechas. Según Isis, ahí radica gran parte del ritual de comer caldo: en que cada detalle te haga recordar el alivio de sentarte frente a un plato hecho por tu mamá o tu abuelita.
LEER MÁS: Tortilla de maíz vs. tortilla de harina
En caso de que sobrevivas a cualquiera de las deliciosas y económicas porciones de La Caldería, no te vayas sin probar su tepache blanco hecho en casa y su café de olla especiado, ideal para el “bajón”.
Haz acopio de todas las fuerzas que queden en ese deshidratado, pero bien feliz cuerpo, y acude a recibir el auxilio en forma de deliciosos caldos.