Los viajeros llenan de adjetivos a Curazao por sus playas de arena blanca y el azul zafiro de sus aguas; invitan a contemplar la arquitectura colonial holandesa y el colorido de sus edificios en tonos pastel. La isla parece el sitio ideal para unas vacaciones, pero Patrick Kluivert lo eligió como el primer destino en su carrera de director técnico de equipos mayores. Una vez que terminó su trabajo junto a Louis Van Gaal en la selección de Holanda y que el propio Louis le aconsejara asumir un reto en solitario, Patrick se abrigó en el calor de sus raíces.
Son 444 kilómetros rodeados por el Mar Caribe, un territorio perteneciente a los Países Bajos, pero autónomo en la toma de decisiones desde el 2010 con la desaparición de las Antillas Holandesas. Ese pasado le da la posibilidad a sus habitantes de tener la doble nacionalidad, transitar por ambos territorios sin problemas e influenciar a la selección con el talento desarrollado en Europa; un beneficio que han aprovechado en el deporte.
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Para el béisbol holandés, Curazao es, al igual que Aruba, las islas caribeñas de donde salen peloteros para representantar a Holanda en competencias internacionales y en las Grandes Ligas. El futbol no tiene ese sitio de privilegio, pues la isla está afiliada a la FIFA como equipo independiente de las Antillas Holandesas desde el 2011 y nunca han llegado a una Copa del Mundo.
La influencia del Caribe en Holanda ha sido la más fuerte, y quizás la más antigua, de entre todos los equipos europeos que voltearon a su antiguo imperio en búsqueda de talento. Los representativos holandeses que llegaron a dos finales seguidas del Copa del Mundo en 1974 y 78 no tenían jugadores de raza negra, pero en el trofeo más importante que ha levantado Holanda en su historia, la Eurocopa de 1988, ya figuraban Ruud Gullit y Frank Rijkaard como grandes protagonistas. Los padres de ambos habían salido juntos, en el mismo barco, rumbo a Holanda desde otra posesión en América, Surinam. Ese mismo territorio marcaría la generación holandesa de los 90, soportada por el Ajax que ganó la Champions League en 1995 que tenía un 60 por cierto de jugadores de raza negra y ascendencia caribeña. Jugadores como Patrick Kluivert, Clarence Seedorf, Edgar Davids, Winston Bogarde, Michael Reiziger, Pierre van Hooijdonk y Jimmy Floyd Hasselbaink, marcaron a la generación de ascendencia caribeña que jugó para Holanda en el Mundial de Francia 98.
Para Curazao, esta será su primera participación en la Copa Oro, un logro de la mano de Kluivert quien, tras tomar la responsabilidad de la dirección deportiva en París Saint-Germain cerró el ciclo con Curazao y dejó en el banquillo a su auxiliar Remko Bicentini.
La incorporación de Patrick Kluivert es prueba de la diversidad étnica que hoy está presente en el futbol. Nació en Ámsterdam, pero su padre vio la primera luz en Surinam y su madre en Curazao. Jugó durante una década con la selección holandesa y fue el mayor anotador hasta ser reemplazado por Robin Van Persie en 2013; su carrera se desarrolló bajo esa bandera. Sin embargo, al terminar su vínculo como parte del cuerpo técnico de Van Gaal que se movió a Manchester, Kluivert fue buscado por otros equipos, como la selección de Ghana, y se negó para tomar un reto alejado de la presión mediática.
“Mi madre es de la isla y realmente quiero darle algo, por eso estoy aquí”, comentó para The Observer al asumir el puesto en marzo del 2015. “La Federación me preguntó si estaba interesado en el trabajo y no tuve que pensarlo. Todavía tengo mucha familia aquí y siento una gran conexión con el lugar. Se siente como un hogar y eso fue una parte importante para mí”.
El objetivo principal, el que marcó la duración de contrato, fue la clasificación al Mundial. Kluivert sabía que la identidad que construyó con logros deportivos en Europa, principalmente en Barcelona y Ajax, equipo con el que ganó la Champions League, sería una garantía para que los jugadores jóvenes con doble nacionalidad aceptaran incorporarse a una selección que no puede ofrecerles historia ni prestigio a manos llenas. De la plantilla de 25 jugadores que Kluivert armó para la clasificación, 21 participan en clubes europeos, principalmente en Holanda, pero también en Bélgica, Rumania y Chipre.
“Sé que estaré trabajando con jugadores de buena calidad, muchos de ellos vienen de Holanda y conocen la manera holandesa de jugar. Son de un estándar alto y si les enseñas el sistema correcto, pueden hacerlo muy bien. Es importante tenerlos, pero es igualmente necesario tener buenos jugadores de la isla y aquí hay algunos buenos talentos. Podemos combinar ambos y tenerlos a todos trabajando en la misma dirección para tener buenas posibilidades”, dijo Kluivert al inicio de su proyecto.
Las primeras fases de clasificación fueron esperanzadoras, Curazao eliminó a Cuba y Montserrat. Mientras Kluivert buscó imprimir un carácter ofensivo al equipo con planteamientos que favorecieran la posesión del balón, un legado de su trabajo con Louis Van Gaal. La sonrisa se fue cuando en la tercera fase enfrentaron a El Salvador y un gol a los 12 minutos en Willemstad bastó para derrotar a su equipo que hasta ese momento iba invicto; en el Cuscatlán, el rival sentenció con otro tanto y abandonaron el camino a Rusia.
El resultado no cegó el análisis de Kluivert y destacó el crecimiento que el equipo logró durante esos meses de trabajo con miras al Mundial que nunca han podido disputar: “Se hizo mucho por cambiar la cara del futbol de Curazao”.
Lo hizo porque se plantó como un rival serio y digno a pesar de la inexperiencia en competencias de ese nivel. Aunque la eliminación suponía el fin del vínculo con el técnico, permaneció un poco más de tiempo para guiarlos hasta que el ofrecimiento del club parisino lo convenció y dejó en su lugar a Remko Bicentini, responsable de la clasificación a la Copa Oro con una goleada 4-2 sobre Puerto Rico y la conquista del primer trofeo en su corta historia como equipo independiente: la Copa del Caribe, título que llegó al derrotar a Jamaica en la final. Un logro que parece monumental superando a una selección que ya tiene historial mundialista.
Los resultados son la parte tangible del trabajo de ambos con el seleccionado de la isla, pero a decir de los jugadores, la gestión ha ido más allá. “Curazao realmente ha hecho que la comunidad holandesa del Caribe se sienta orgullosa”, dijo el arquero Eloy Room, cuidador del marco del Vitesse en la Eredivisie, nacido en Nijmegen, de madre holandesa y padre curazaleño. “Significa un mundo para mí, mi familia, mis compañeros y todo Curazao y el Caribe de habla holandesa”, reconoció tras ganar ese título el 25 de junio.
Gino Van Kessel es otro de esos jóvenes ejemplos, tras una gran campaña en 2016 con el futbol eslovaco y recientemente en Polonia, el delantero de 23 años es parte de ese equipo que jugará la Copa Oro con el orgullo familiar por delante: “Mi madre nació en Curazao. Cuando era niño, nunca había escuchado hablar de la selección de Curazao. Cuando algunos chicos que conozco fueron a jugar con el equipo, realmente quería ser parte. Patrick Kluivert me llamó por primera vez en 2015 y fue un sentimiento asombroso. Ahora siento que he crecido en mi papel y estoy muy apasionado por representar al país de mis raíces”, comentó para el sitio oficial de la competencia.
Patrick Kluivert dejó el banquillo, pero se mantiene como consejero del equipo en caso de ser necesario; el legado está en la cohesión que una selección multicultural ha conseguido. El camino en Copa Oro los cruza con dos equipos que ha enfrentado en fechas recientes: Jamaica y El Salvador, también lo pone frente a México, principal candidato al título. Nada sencillo; aun así, Curazao, en palabras de Room, se plantea la clasificación a los cuartos de final. Otra alegría para la Isla de los colores pastel.
Y Curazao no deberá ser considerado un equipo flan. De la plantilla expandida de 40 jugadores, 33 juegan en Europa. E incluso algunos de ellos, están en la Bundesliga y en la Premier League.
De la isla, bien podemos decir que es el futbol que Patrick Kluivert construyó: un nuevo guiño de Holanda, la madre patria, a su imperio.