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El oficio de formar cracks: una charla con el entrenador infantil de Riquelme, Tévez y Maradona

Cuarenta años lleva Ramón Maddoni descubriendo la magia en niños de seis años.
Carlos Tévez y Maddoni. Foto: Cortesía de Ramón Madonni

Cualquiera que tome el tren San Martín desde la estación de Retiro y avance en la noche del corazón de Buenos Aires puede darse cuenta: la ciudad se mueve más rápido que toda su gente junta. Con andenes nuevos, avenidas de sentido cambiado y trazas urbanas que dejan poco margen a la vida del barrio, la capital argentina parece conocer una sola velocidad y es la máxima.
Sentado en una mesa donde parece haber estado durante décadas, el formador de futbol infantil Ramon Maddoni mira la calle que bordea su club como desde otro tiempo o, mejor, desde otro espíritu del tiempo. Aquí la Buenos Aires gentrificada y centrífuga queda de la cancha para afuera y no hay tic tac que no sea el de los cafés sonando en su tempo sobre las mesas del buffet.

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Hay dos mentiras en lo antedicho. Maddoni no ocupa esta mesa hace décadas porque la edificación donde estamos es relativamente nueva. Y este tampoco es el club de Maddoni. Aunque por trayectoria, oficio y un legado de incontables jugadores pupilos que ahora brillan en las principales ligas del futbol mundial, el Club Social y Deportivo Parque es Ramón Maddoni y viceversa. Y los frutos de esa relación coronan las paredes de este bar; son las camisetas de Esteban Cambiasso, Juan Pablo Sorín, Fernando Redondo y una lista interminable de estrellas cuyo principio futbolístico es este hombre de hablar cansino y oficio infinito.

Maddoni con la generación 2004 del Club. Foto cortesía del Club Parque.

Hablamos de alguien que supo pulir gemas del deporte universal como Diego Armando Maradona, Juan Román Riquelme y Carlos Tévez, y que a los 76 y con una operación a cuestas viene de ver 200 muchachitos en San Luis a pedido de Boca Juniors, donde trabaja como cazatalentos.

Y que a los jugadores les ve…

Ramón Madonni: Tres cosas. Yo le llamo los fundamentos: técnica, ritmo, y agresividad. La técnica la ves en cómo los chicos tratan la pelota, si la saben manejar con las dos piernas, si saben pararla con el pecho y salir jugando… varias cosas que tienen que ver con cómo tratan la pelota desde chiquitos. El ritmo es la capacidad para sostener las acciones del juego en la cancha. Ir y venir. Atacar y volver defendiendo con la marca que corresponde. El que juega de ocho con el once, el que juega de siete con el cuatro, y así sin que eso se pierda a lo largo del partido. Y la agresividad es siempre en el buen sentido: las ganas de disputar una pelota, de saltar a cabecear, de competir. Pero siempre con lealtad.

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VICE Sports: ¿Y eso se ve desde que edad?
Imagínate que yo tengo niños de seis, siete años. Aquí en el club tenemos un categoría 2007 que es impresionante, juegan una barbaridad. Hay cosas que notas que la traen desde la cuna apenas los ves en la cancha. Lo que más fácil sale es lo que tienes adentro. Yo les puedo enseñar a saltar a cabecear, a pasar la pelota atrás, pero cuando hacen algo realmente distinto…es lo que los niños traen consigo. Y las otras cosas se trabajan. Aquí tenemos las “horcas”, por ejemplo, que son unas estructuras de las que cuelga una pelota atada a un cuerda. Bueno los que les cueste cabecear, ¡salten y cabeceen! Hay grupos que son impresionantes, que termina un partido y vienen a preguntarme “¿Cómo estuve Ramón?” “¿Qué tengo que mejorar?” Y sólo tienen 6 o 7 años. Es muy emocionante cuando les pregunto cuáles son las cosas básicas para poder jugar y ellos empiezan: “La técnica…el ritmo…”

¿Así sucedió con Riquelme o Tévez también?
Con todos es lo mismo. Ojo que cada chico tiene su evolución y tratamos de acompañar el crecimiento físico además del deportivo. Riquelme, por ejemplo, no sé si pintaba para ser el gran jugador cuando lo tuvimos. Era flaquito, necesitaba crecer físicamente y por eso lo cuidábamos. Con Fernando Gago lo mismo. No lo poníamos siempre porque si un niño con un físico más bien menudo choca o traba mal, además de lastimarse se asusta. Y si se asusta no puede desplegar en la cancha lo que aprende. Yo les explicaba por qué no los ponía. En el caso de Riquelme fueron muy importantes el trabajo físico que le dieron en Boca y también las vitaminas que tomó en ese momento. Después era impresionante como aguantaba la jugada. Cómo aguantaba la pelota.

(Ahora. aunque parezca irreal —dentro del margen de irrealidad de este club increíble— quien entra en el bar con una camiseta de la Selección Argentina dorsal número 5 firmada es Myriam Benítez. La mamá de Leandro Paredes (23), mediocampista del Zenit y una apuesta del entrenador Jorge Sampaoli de cara el Mundial del año entrante. La casa firmada es un regalo para Raúl. Myriam no tardará en entrar a la charla. Leandro es otro de esos niños que Maddoni supo, futbolísticamente, criar).

VICE Sports: ¿Y ahora ve que surjan otros Riquelmes o Tevez?
Ramón Maddoni: Cómo antes no. No se trabaja como antes. No hay formadores.
Myriam Benítez: Los papás en lo único que piensan es en salvarse económicamente. Eso es mucha presión. Yo trataba de que Leandro no faltara nunca en la escuela. Y una vez no lo llevé a entrenar porque me trajo muy malas calificaciones. Ahí se dio cuenta de que iba en serio con sus estudios. Yo tengo un carácter fuerte y a la hora de poner los límites soy clara. También hablábamos muchísimo de la frustración, por supuesto. De cuando no salían las cosas. El apoyo moral que le dio Ramón es importantísimo y Leandro se acuerda mucho de sus palabras. Él y el Tano Nanía son fundamentales para su carrera desde lo técnico y lo humano.
Ramón Maddoni: De Leo Paredes dije que iba a ser tercero o cuarto mejor jugador del mundo cuando tenía diez años. Y que iba a jugar en la Selección. Leo respondía siempre en la cancha. Daba todo. Y hoy lo ves poniendo esas pelotas que pone él… impresionante. Y de pequeño ya se notaba.

Y si ahora tuviera que mencionar a uno de sus chicos, ¿a quién deberíamos prestarle atención?
Maddoni: Acá hay un chiquito, uno que juega de ocho, que va, viene, va, viene. Es una cosa de locos. No se puede creer. ¡Y tiene ocho años! Pero ya ves cómo toma las marcas, cómo se mueve en la cancha y es increíble. Demián Rodríguez. Ese va a ser un fenómeno.

Este artículo está dirigido para toda América Latina, ¿qué consejos le pueda dar a los chicos que sueñan con vivir del juego?
Maddoni: Que nunca tienen que perder la ilusión de jugar. Porque esto es muy largo. Vi chicos que jugaban muy bien y que no terminaron como profesionales, y vi otros que quizás no eran tan buenos en ese momento pero con mucho esfuerzo y sacrificio están en primera división y viven de este juego. Bah, sacrificio… Sacrificio es otra cosa. Sacrificio es lo que hace un obrero que trabaja 14 horas por día y no le alcanza para comer. También les diría que no se movilicen solamente por lo económico. Si van por el dinero va a llegar un punto en el que dirán “ahora lo tengo”. Y después… ¿qué sigue?