Inmigrantes mexicanos en EU explican qué esperan de AMLO

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Inmigrantes mexicanos en EU explican qué esperan de AMLO

Ansiosa por el cambio y la mejora de las relaciones con Estados Unidos, la comunidad mexicano-estadounidense de Los Ángeles discute los problemas que deben abordarse.

El 1 de julio, un grupo de ciudadanos mexicanos en Los Ángeles se reunieron para ver las elecciones mexicanas en las oficinas del Frente Binacional de Organizaciones Indígenas (FIOB), una organización pro inmigrante con sede en el sur de Los Ángeles. La multitud se sentó en largas mesas de banquete y observaron la llegada de los resultados en la pantalla. Algunos se sirvieron tlayudas que habían sido preparadas por Alfonso "Poncho" Martínez, un chef de origen oaxaqueño dueño de un restaurante de tlayudas que sólo abre los viernes junto a la oficina del FIOB.

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Esa noche no había mucho suspenso en la pantalla: con un abrumador 53 por ciento de los votos, Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones después de hacer campaña con una agenda populista. Representó un regreso importante para el ex alcalde de la Ciudad de México, que perdió la carrera presidencial de 2006 con un 0.5 por ciento y volvió a perder seis años después. Pero su mensaje finalmente resonó en una población enfurecida y decepcionada, que parecía harta de más de dos décadas de violencia y alboroto que a menudo beneficiaron a las élites políticas y económicas.

Sin embargo, las elecciones —las primeras desde que Donald Trump asumió el cargo— no sólo fueron el resultado de un cambio en las actitudes dentro de México: los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos votaron de manera diferente también. En 2006 —las primeras elecciones presidenciales en las que se permitió votar a los mexicanos en el extranjero mediante los votos en ausencia— el 58 por ciento votó por Felipe Calderón, el candidato del conservador Partido Acción Nacional (PAN), quien finalmente se convirtió en presidente. AMLO, por su parte, sólo recibió el 34 por ciento de los votos de los mexicanos que viven en el extranjero. En las elecciones de 2012, los migrantes mexicanos votaron nuevamente por la candidata al PAN, Josefina Vázquez Mota, quien recibió el 42 por ciento del voto en ausencia. AMLO ganó un 39 por ciento, más que en las elecciones de 2006, pero no lo suficiente como para llevarse la victoria. Para la segunda elección consecutiva, los votos en ausencia no eran indicadores de una marcada actitud política en el país: Enrique Peña Nieto ganó la presidencia, aunque solo recibió el 15 por ciento de los votos en el extranjero.

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Pero en 2018, las preferencias de voto tanto en México como entre los mexicanos en el exterior estaban inclinadas a favor de AMLO, incluso semanas antes del día de las elecciones. Una encuesta realizada en abril de 2018 por la Universidad de California en San Diego (UCSD) y Latino Decisions, una firma de investigación de opinión política, encontró que el 40 por ciento de los mexicanos registrados para votar a través de los votos en ausencia, indicaron que tenían intención de votar por AMLO; solo el 8 por ciento dijo que votaría por su competidor más cercano, el conservador Ricardo Anaya (PAN), y el 33 por ciento dijo que estaba indeciso. AMLO finalmente obtuvo el 53 por ciento del voto popular, lo que ayudó en parte a su victoria en las elecciones. Además, AMLO ganó particularmente el apoyo de los mexicanos en Estados Unidos: el 65 por ciento de los votos en ausencia mexicanos se emitieron para AMLO, y el 77 por ciento de éstos provenían de votantes mexicanos que vivían en Estados Unidos. Muchos de ellos creían que AMLO finalmente podría dar paso a un cambio en los problemas que más preocupan a los inmigrantes que viven en Estados Unidos.

Gaspar Rivera-Salgado, un sociólogo del estado mexicano de Oaxaca que actualmente trabaja como director del proyecto en el Centro de Estudios Laborales de la UCLA, fue una de las personas reunidas en la sede del FIOB para la observación de las elecciones. "Hay varios temas pendientes en la agenda de Estados Unidos y México, y creo que la victoria de AMLO es una buena oportunidad para establecer nuevos términos [en la relación entre ambos países]", contó. "La relación entre los dos países está en su punto más bajo, a pesar de que [el actual presidente] Enrique Peña Nieto accedió a implementar las solicitudes provenientes de la administración de Trump". A lo largo de su campaña, AMLO expresó su deseo de una relación bilateral basada en "la amistad y la cooperación, no la subyugación", e hizo un llamado para un enfoque menos "sumiso" que el adoptado por la administración de Peña Nieto.

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"Hay varios temas pendientes en la agenda de EU y México, y creo que la victoria de AMLO es una buena oportunidad para establecer nuevos términos [en la relación entre ambos países]", contó Gaspar Rivera-Salgado.

La opinión de Rivera-Salgado sobre el deterioro de las relaciones entre ambos países es compartida por una parte del público mexicano. Según un estudio reciente publicado por el Centro Wilson, la percepción general de Estados Unidos en México es 30 por ciento positiva, mientras que la percepción de México en Estados Unidos es 64 por ciento positiva. En 2017, el 84 por ciento de la población mexicana expresó que Estados Unidos no era digno de confianza, un aumento masivo desde 2016, cuando el 31 por ciento dijo desconfiar de su vecino del norte. La desaprobación de Trump en particular también se extendió (predeciblemente): solo el 5 por ciento de los mexicanos tenía una opinión favorable del presidente de Estados Unidos en 2017, en comparación con el 49 por ciento de Barack Obama en 2016.

Rivera-Salgado sugirió que México ha sido obligado a hacer el "trabajo sucio" del gobierno de Estados Unidos al obedecer sus llamados para detener a los inmigrantes centroamericanos que cruzan México en su intento de llegar a la frontera con Estados Unidos. En 2014, bajo petición de la administración de Obama, el gobierno de Peña Nieto lanzó el Programa Frontera Sur, un agresivo programa de deportación y detenciones. Trump ha exigido en repetidas ocasiones más acciones del gobierno mexicano y considera la migración como un problema de seguridad nacional, mientras que la postura de AMLO enfatiza principalmente los derechos humanos. Si bien el presidente electo comentó en una entrevista reciente con The New Yorker que, después de ver a Trump, creía que "no es prudente enfrentarlo directamente", tampoco parece dispuesto a retroceder por completo: en marzo de 2017 presentó una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos contra el muro fronterizo de Trump y el trato que su administración da a los inmigrantes. Esta medida marcó la pauta de cómo abordar su relación con Trump y cómo su administración puede enfrentar la inmigración desde México.

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"Se ha dicho que Trump está molesto porque México no ha podido [detener con éxito a los inmigrantes que ingresan]", dijo Rivera-Salgado. "En ese sentido, creo que los mexicanos realmente esperan una posición firme y sólida de [la próxima administración]".

La comunidad de inmigrantes

En la semana previa al día de las elecciones, los medios estadounidenses como The New York Times, Politico y The New Yorker retrataron a AMLO como candidato cuya campaña fue impulsada por dos recursos principales: su agenda populista y su posición anti-Trump. Si bien ambos ciertamente desempeñaron un papel, es poco probable que hayan reemplazado la frustración general del público mexicano con la corrupción gubernamental como el factor decisivo que llevó a la victoria de AMLO. Al hablar con The New Yorker sobre el papel de Trump en las elecciones, el ex embajador en China, Jorge Guajardo, respondió: "Cero. Y por una razón muy simple: todos en México se oponen a él por igual".

Pero si Trump y el manejo de su administración de la crisis migratoria no es un factor determinante para el electorado mexicano, están más preocupados por el mal manejo del gobierno mexicano en las regiones de las que es más probable que emigre la gente. "Poncho" Martínez lo sabe. Según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) , el 48 por ciento de la población indígena de México vive en Oaxaca. Con una tasa de pobreza del 66.8 por ciento, también es el segundo estado más pobre de México (detrás del estado de Chiapas, donde la tasa de pobreza es del 76.2 por ciento).

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La migración de indígenas a Estados Unidos ha aumentado especialmente en los últimos 15 años como resultado del TLCAN.

"Creo que la administración de [AMLO] puede [y debe] trabajar más de cerca con nuestras comunidades en México", dijo Poncho Martínez, mientras servía tlayudas a la multitud hambrienta después de que anunciaran los resultados. "Los [otros] candidatos nos han fallado; visitan mi ciudad, saludan a la gente, prometen cosas y luego nunca regresan. Hay personas en [la ciudad de donde soy] que no saben leer; aplauden pero no saben por qué. "Muchos inmigrantes que intentan cruzar la frontera con Estados Unidos provienen de comunidades indígenas como la suya; muchos no pueden leer y sólo hablan su lengua indígena nativa.

Odilia Romero, una activista por los derechos indígenas y la inmigración y miembro del FIOB, argumentó que México necesita abordar su presencia burocrática en el exterior. "[Necesitamos] hacer cambios en la forma en que operan los consulados", dijo. Romero llegó a California en 1981 cuando tenía 11 años. Originaria de la ciudad de San Bartolomé Zoogocho en el altiplano norte de Oaxaca, Romero era como muchos de los otros niños que llegan a vivir a Estados Unidos: no hablaba inglés, pero su español tampoco era muy bueno. Miles de inmigrantes que ahora viven en Estados Unidos provienen de regiones de México donde solo se habla un idioma indígena. La migración de indígenas a Estados Unidos ha aumentado especialmente en los últimos 15 años como resultado del TLCAN; los agricultores rurales mexicanos luchan por competir con los productos transgénicos subsidiados de Estados Unidos, lo que significa que los productos locales no se venden bien y las personas no pueden ganarse la vida.

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"[Necesitamos] representantes del gobierno que traten a su propia gente con dignidad, incluso si viven en Estados Unidos", señaló Sánchez Cordero.

El 4 de mayo, un grupo de activistas mexicanos de Estados Unidos viajó a la Ciudad de México para reunirse con los candidatos presidenciales y conocer sus posiciones con respecto a los casi 12 millones de inmigrantes mexicanos que viven en Estados Unidos. Romero asistió a la cumbre. Los candidatos enviaron representantes, y aunque la mayor parte del público sintió que no estaban preparados adecuadamente para responder a las preguntas de los activistas, ni tenían propuestas políticas específicas, Romero pensó que el evento fue un buen comienzo. Era la primera vez que los candidatos se reunían con líderes de la comunidad de inmigrantes. Romero recordó que la representante de AMLO, Olga Sánchez Cordero, estaba particularmente atenta a las preguntas y demandas del grupo (Cordero también ha sido mencionada como una posible candidata para la Secretaría de Gobernación de AMLO). Romero cree que la próxima administración está dispuesta a mantener abierto el diálogo.

"Necesitamos consulados que realmente nos puedan ayudar", enfatizó. "Diplomáticos que sepan cómo hacer lobby con los políticos de aquí, que puedan luchar y proteger los derechos [de los migrantes mexicanos]. [Necesitamos] representantes del gobierno que traten a su propia gente con dignidad, incluso si viven en Estados Unidos".

Una cosa es cierta: ahora que los inmigrantes mexicanos le han confiado su voto a AMLO, esperan que aborde la larga lista de tareas que le esperan una vez que haya jurado su cargo.

"Tenemos mucho más por hacer", dice Rivera-Salgado. "Necesitamos desbloquear el proceso de integración económica [que se suponía que traería el TLCAN]. Tenemos que establecer una agenda común sobre la migración transnacional, y eso requiere dar a los gobiernos centroamericanos un sitio en la mesa de discusión. Es poco probable que la administración de Trump lo proponga, pero AMLO tiene la oportunidad de llevar el debate al próximo nivel".