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Identidad

Cuando la vagina te duele tanto que no puedes moverte de la cama

Entre un 5 y un 15 por ciento de las mujeres sufren dolor pélvico crónico perineal, un dolor que engloba patologías diversas y que afecta a la zona vulvar.
IMAGEN POR RENE DE HAAN VÍA STOCKSY

Todo empezó hace tres años. Jesica se levantó un día con mucho dolor y quemazón en la zona vulvar. Tenía 32 años. Acudió a una consulta privada y el primer diagnóstico que obtuvo fue hongos. Pero ella sabía que no podían ser hongos. Sufrió de ellos hace años y no notaba los mismos síntomas. Después de probar el tratamiento y que este no funcionara, el médico le dijo entonces que podía ser sequedad vaginal. Pero tampoco. Y así pasó por diez ginecólogos durante un peregrinaje que duró cuatro meses hasta que, por fin, consiguió el ansiado diagnóstico: vulvodinia. Lo tuvo que buscar en Google porque nunca antes había escuchado ese nombre.

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Desde entonces, todo ha ido a peor. Jesica tiene que pasar el día tumbada en la cama porque así el dolor pélvico es menos intenso. "Tengo la sensación de arrastrar una piedra enorme que cuelga de la vagina y que se irradia hasta las rodillas", explica Jesica a Broadly. Ella es una de las tantas mujeres que sufren a diario Dolor Pélvico Perineal Crónico (DPPC).

Tengo la sensación de arrastrar una piedra enorme que cuelga de la vagina y que se irradia hasta las rodillas

Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, este dolor afecta a entre a un 5 y un 15 por ciento de las mujeres. Muchas de ellas aún sin diagnosticar. La particularidad del DPPC es que se manifiesta a través de formas diversas en la zona pélvica: ardor, quemazón, cosquilleo, pinchazos, desgarramientos, inflamación o descargas eléctrica. Esta diversidad de síntomas hace que a la práctica sea muy difícil de diagnosticar y tratar.

"Muchas de estas dolencias, si acabas investigando, acaban siendo endiometriosis profundas. Es decir, no aquellas endiometriosis que afectan a los ovarios y que se detectan muy rápido, sino otras mucho menos frecuentes", explica Sofía Fournier, ginecóloga en la Clínica Dexeus de Barcelona. "Normalmente con una simple ecografía de rutina no podremos llegar al diagnóstico, necesitaremos un TAC o una resonancia magnética para apreciar bien donde están esas lesiones", explica Fournier.

Lara Quintas es ginecóloga en la Clínica Quirón y el Hospital Clínic y una de las pocas especialistas en nuestro país en dolor crónico pélvico perineal. Para ella, el diagnóstico también es muy complejo porque existe mucha desinformación por parte de los facultativos. "Es muy importante hacer las preguntas adecuadas al paciente para poder guiarle. Muchas veces no lo quieren contar", explica.

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A Jesica la vulvodinia generalizada no le llegó sola. Su dolor viene acompañado de síndrome miofascial de varios músculos de la pelvis (dolor muscular muy inteso) y neuropatía del pudendo izquierdo (la parte del ano y los genitales). Además, por culpa de los propios dolores sufre desmayos. Su vida ha cambiado por completo, como la de tantas otras mujeres que forman parte de la Asociación de Dolor Pélvico Perineal Crónico (ADOPEC) y que intenta romper el silencio que existe alrededor de estas patologías.

Mari Feli tiene 54 años y es la mujer de la asociación que lleva sufriendo este dolor crónico desde hace más años. En su caso, fue por culpa de una negligencia médica que le ocurrió a los 24 años cuando le operaron de cáncer de cuello de útero. El médico le cosió la vagina, la matriz y el recto. A partir de ahí, empezaron a desarrollarse los problemas. Ahora tiene una neuropatía en el nervio pudendo que le diagnosticaron después de 20 años de la operación, harta ya transitar por ginecólogos y probar muchos tratamientos fallidos. "Mi vida ahora mismo consiste en estar en posición fetal todo el día. No puedo soportar el dolor. No puedo salir de casa sin mis dos muletas, pañal y cojín ortopédico", explica a Broadly.

El grado de dolor no siempre es el mismo. "Hay desde pacientes que no pueden tener relaciones sexuales, otras que no pueden moverse de la cama o sentarse. El diagnóstico tardío también puede cronificar el problema", explica Quintas.

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Las amistades te dejan de llamar porque no puedes ir a cenar, al cine o pasear

Además, otro de los problemas asociados a este dolor es que es tan desconocido que genera incomprensión e incredulidad en el entorno más próximo. "Es más fácil tener un cáncer que tener esto porque la gente entiende perfectamente lo que es un cáncer, pero esto no. A muchas pacientes con DPPC simplemente no las creen. Eso es muy frustrante", argumenta Quintas.

"Las amistades te dejan de llamar porque no puedes ir a cenar, al cine o pasear. Y la gran mayoría te dice que no entiende tu enfermedad", cuenta Jesica. En lo laboral también genera problemas por culpa de las bajas. Mari Feli, por ejemplo, tuvo que cambiar por completo su vida, ya que era profesora de danza.

A la hora de tener pareja y relaciones sexuales, la realidad es un auténtico calvario. "No podemos tener relaciones sexuales con penetración, así que si no tienes una pareja que entienda el DPPC tienes un problema. Y en la actualidad ya sabemos que mucha gente cree que el sexo no puede ser placentero si no existe penetración", explica con resignación. Además, el hecho de que afecte a las relaciones sexuales hace que muchas veces no se hable del tema.

"Es un tema un poco tabú: ni la paciente ni lo explica ni el médico pregunta. Pero cuando por fin la paciente adquiere confianza y el médico guía con un interrogatorio adecuado, entonces vemos que es mucho más frecuente de lo que parece", explica Fourner.

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Fournier recalca la importancia de encontrar un ginecólogo experto en esta patología para ayudar a encontrar un tratamiento eficaz. "Para el dolor perineal lo que mejor funciona es la fisioterapia y quizás si hay cicatrices se pueden solucionar con láser, siempre en manos de un ginecólogo experto en patología vulvar. Asimismo, los tratamientos con corticoides tópicos también pueden ayudar", concluye.