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Identidad

La española que inventó el libro electrónico en los años 40

Ángela Ruíz Robles presentó en 1949 la patente de su "Libro Mecánico", un mecanismo activado por pulsadores que mostraba las diferentes materias, de una forma visual, interactiva y amena.

"¿Es posible ser ama de casa e inventora al mismo tiempo?". A preguntas tan ofensivas y machistas como ésta tuvo que enfrentarse Ángela Ruíz Robles, profesora de infantil e inventora del Libro Mecánico, el germen de lo que hoy conocemos como e-book.

En plena posguerra española, Ángela desafiaba las normas sociales y osaba desobedecer los mandatos de la omnipresente Sección Femenina. Se quedó viuda muy joven y a cargo de tres hijas, pero lejos de recluirse en casa, ser discreta y alejarse de la sociedad de su tiempo, fomentó sus inquietudes intelectuales y creyó en su capacidad como inventora, adentrándose en una esfera profesional reservada para los varones: la Ciencia y la Tecnología.

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Una mujer inventora en España en los años 40-50 era algo de lo más exótico y subversivo, aún más si cabe en una ciudad como Ferrol. Ángela quería hacer las cosas más fáciles y prácticas, modernizar un modelo educacional, a su parecer obsoleto, basado en memorizar sin asimilar para después recitar los ríos, los reyes, las tablas de multiplicar, etc. La maestra quería conseguir con sus inventos hacer accesible el conocimiento a toda la población, porque la mayoría era analfabeta y además los niños accedían a una edad muy temprana al mercado laboral.

Debido a esta preocupación por la educación del pueblo, creó la Academia Elmaca —suma de las iniciales de los nombres de sus tres hijas: Elena, María Elvira y Carmen—, para formar a los jóvenes sin trabajo. Después de la Guerra Civil la mayoría de los jóvenes no tenían ninguna formación académica ni profesional, así que ella les ayudaba a prepararse para incorporarse al nuevo mercado laboral de las empresas emergentes, les preparaba para acceder a oposiciones de todo tipo, o para ingresar en las escuelas superiores. También impartía clases gratuitas a los obreros para alfabetizarlos, incluso leía y escribía la correspondencia de aquellas personas iletradas que recibían correspondencia de sus familiares emigrados a las Américas.

Imágenes vía Yorokobu

Una de las principales motivaciones que le llevó a crear el denominado por ella misma "Libro Mecánico", era aligerar el peso con el que cargaban los estudiantes en sus carteras, quería unificar todo el material escolar en un único libro, que fuese interactivo y estimulante para el alumno. En 1949 presentó la patente de su Libro Mecánico en el Registro de la Propiedad Industrial, el cual aparece descrito como "un procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros". Era un mecanismo activado por pulsadores que mostraba las diferentes materias, de una forma visual, interactiva y amena. Ángela, casi como una premonición de los futuros valores del gigante tecnológico Apple, buscaba con su invento que fuese fácil de manejar, intuitivo, de poco peso y volumen, tenía aumentos para las letras pequeñas, incluso tintas luminiscentes para que se pudiese leer en la oscuridad, etc., adjetivos y características por las que podríamos estar hablando perfectamente de una Tablet o un e-book, pero que sin embargo, a mitad del siglo XX en una España sumida en un receso industrial, donde la tecnología más conocida y usada era la radio, debían sonar a ciencia ficción.

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Su Libro Mecánico más importante fue la Enciclopedia Mecánica (aquí puedes acceder a una página interactiva para echarle un vistazo). De su idea original solo se conserva una parte en un boceto dibujado a lápiz y repasado con tinta azul. Ángela la diseñó como un libro mecánico formado por dos partes diferenciadas, al cerrarlas era como un libro tradicional. En un lado estaban los "abecedarios automáticos", éstos permitían al alumno formar sílabas, palabras o pequeñas frases por medio de pulsadores. Los abecedarios eran en diferentes lenguas: español, inglés y en francés, aunque en un primer momento, para facilitar y globalizar el conocimiento, se planteó usar el esperanto, pero enseguida desechó la idea ya que, además de poco práctico, le hubiese podido ocasionar problemas y mala imagen, ya que ésta lengua fue utilizada por los movimientos socialistas, comunistas y sobre todo anarquistas. En el lado opuesto, estaban las diferentes asignaturas, de las que se conserva una lámina de la asignatura de Geografía, presentadas en una bobina con las láminas escritas a mano por ella misma, que se deslizaban bajo una lámina transparente, las bobinas se podían extraer para extenderlas sobre la mesa como un libro normal.

La maestra presentaba de este modo una pedagogía ultramoderna, aunando en un único libro todas las materias, presentando una máquina tecnológica de utilidad práctica en el mundo de la enseñanza. A partir de 1952 hay constancia de que su patente y diferentes láminas y planos recorren las exposiciones nacionales, los salones de la inventiva y demás, por ello recibió un gran reconocimiento, medallas y diplomas. Pero en 1962 solicitó una nueva patente de invención, que esta vez registró bajo el título de "Un aparato para lecturas y ejercicios diversos". Había simplificado la idea original, simplificó el mecanismo, e incluyó una importante novedad, un espacio en la parte inferior para introducir un aparato de reproducción de sonido, ofreciendo la posibilidad de escuchar las lecciones. De éste aparto sí que consiguió construir un prototipo, aunque ella quería utilizar materiales ligeros como el plástico, tuvo que ser construido en bronce, zinc y madera porque se realizó en el Parque de Artillería de Ferrol, donde ella misma supervisaba los trabajos, introduciéndose una vez más en un espacio vetado al género femenino, pero en el que ella se movía libremente.

Con la patente del invento y el prototipo, se recorrió todas las ferias de España buscando financiación. Además, acudía con frecuencia al Ministerio de Educación, para presentar su invento a las instituciones como la gran mejora en el sistema educativo español. Incluso escribió una carta al mismísimo Francisco Franco para pedirle apoyo económico, pero no sirvió de nada. Sin embargo, recibió ofertas desde Estados Unidos, más acostumbrados a reconocer el talento, pero ella no quería que su proyecto saliese de España. Aunque obtuvo reconocimientos, como el Lazo de la Orden de Alfonso X, ninguna empresa se animó a comercializar su invento, ya que algo tan novedoso y producto de la invención de una mujer no debía parecer un negocio muy alentador para los inversores. Ella nunca perdió la esperanza de ver fabricado su invento, por lo que continuó pagando la patente hasta su muerte en 1975.

Ángela fue una mujer controvertida en muchos aspectos de su vida, y desafió los límites del castrador mundo femenino de la posguerra española, fue una moderna a su manera, quizá por ello la escritora Carmen Paya le dedicó un capítulo de su libro Una mujer triunfa (1963), una recopilación de crónicas donde habla de diferentes personajes. Pero quien nos refrescó la memoria recientemente fue nada el gigante Google, que el 28 de marzo de este año hizo protagonista de su Doodle en España y México, a nuestra admirada maestra e inventora Doña Angelita, como la llamaban con cariño sus vecinos.