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Drogas

Una mezcla entre MDMA y LSD: así es la 2C-B

Durante décadas, solo los expertos en drogas psicodélicas conocían la 2C-B, pero ya lleva unos años siendo más popular, lo que ha hecho que cada vez haya más traficantes vendiéndola en la red oscura.
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Pastillas en la mano de un hombre, foto: Westmacott / Alamy Stock Photo 

Este artículo se publicó originalmente en VICE Reino Unido.

Es la noche de un sábado en un club del norte de Londres y Mo, un joven de 26 años, se traga una pastillita rosa con un trago de Red Bull. En una hora, está bailando sin control. Aunque la euforia que siente es parecida a la que le provoca éxtasis, las luces del techo que están encima del DJ y que van y vienen como si estuvieran reflejadas en el agua, indican que no ha consumido MDMA, sino 2C-B, una droga alucinógena disponible en la red oscura que ha encontrado su nicho de mercado en los clubes de Reino Unido.

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“Es la droga que más se ve en las fiestas, después de la MDMA, la cocaína y la ketamina, pero es normal encontrarse con gente que nunca ha oído hablar de ella”, explica Mo cuando hablo con él unos días más tarde.

La sintetizó por primera vez en 1974 Alexander Shulgin, el mismo hombre que popularizó el uso de la MDMA en psicología. La 2C-B empezó como tratamiento terapéutico antes de que la empresa alemana Drittewelle empezara a comercializarla como el afrodisiaco Erox. En 1985 se empezó a usar como un efímero sustituto del éxtasis en Estados Unidos, cuando se penalizó la MDMA. En aquella época, se vendía en las smart shops holandesas bajo el nombre de Nexus. La mayoría de la 2C-B que llega hoy en día a Reino Unido, donde es ilegal por la Ley de uso indebido de drogas, se sigue haciendo en laboratorios holandeses.


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Durante décadas, solo los expertos en drogas psicodélicas conocían la 2C-B. Últimamente, con los cientos de miles de seguidores que están ganando los foros sobre drogas como los de Reddit, cada vez se conoce más y los traficantes se sienten más inspirados para venderla en la red oscura. Aparte de en las discotecas de Londres, se puede ver su impacto en la encuesta Global Drug Survey de 2018, donde el 6,7 por ciento de los encuestados afirmaron consumirla, por encima de la heroína y el crack; en la canción de 2018 de Kanye West “Yikes”, en la que rapea “Tweakin’, tweakin’ off that 2C-B” (que viene a ser, más o menos, “metiéndome 2C-B”); y entre la élite colombiana, ya que, según informa Semana, la 2C-B se ha vuelto su droga preferida.

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Mo y todos con los que se está bailando alocadamente tienen acceso a más drogas que las generaciones anteriores, pero también pertenecen a un grupo que conoce bien la reducción de daños y que no puede permitirse tener resacas de todo el día por los turnos de fin de semana, su trabajo como autónomos y la necesidad de emprender.

“La MDMA fue la primera droga que probé y, sin duda alguna, afectó positivamente a mi personalidad”, cuenta Mo. “Me volví menos introvertido y me ayudó a encontrar el mundo del tecno, a disfrutar de la música y a sentir que pertenecía a algo. Después de eso empezaron a interesarme los efectos de las drogas y la farmacología y la reducción de daños, así que gracias a eso no consumí MDMA en exceso, porque en aquella época era muy fácil pasarse”.

Y aquí entra en juego la 2C-B. A diferencia de la MDMA, no reduce la serotonina, el compuesto químico que tenemos en el cuerpo que nos hace felices. En vez de eso, la imita, un poco como algunos antidepresivos, por lo es menos probable que aparezcan pensamientos tristes y cansancio tras consumirla y que sufras daños en las células cerebrales (neurotoxicidad) a largo plazo. Aunque apenas se ha investigado la 2C-B, los consumidores acusan que la tolerancia a esta droga se reinicia cuando han trascurrido aproximadamente 48 horas. De nuevo, esto la distingue de la MDMA, ya que aunque consumas esta última una vez cada pocos meses, la gente necesita cantidades más altas para conseguir subidones más cortos.

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“A nivel cognitivo, no siento que la 2C-B me afecte negativamente”, dice Mo. “He podido dejarla durante varias semanas consecutivas y los días después de consumirla no siento ningún tipo de resaca. Físicamente, he sentido nauseas y mareos durante el bajón un par de veces, pero esto puede mitigarse consumiéndola con el estómago vacío, sin haber bebido apenas alcohol antes y evitando que las dosis sean demasiado altas”.

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Foto de Alchemy/ Alamy Stock Photo

Una pastilla de 2C-B cuesta unos 8 euros en la red oscura, aunque, obviamente, como hace Mo, cuanto más compres, menos cuesta. La dosis típica es de 20 miligramos y aunque se conoce como la droga que más duele esnifar, también se vende en polvo. Al esnifarla, el chute es más duro y más rápido y los efectos desaparecen antes. El subidón de una pastilla dura entre 45 y 75 minutos, el colocón una dos horas y el bajón otras dos.

Según Mo, cuando baila tecno bajo los efectos de la 2C-B, se siente “conectado”. Tanto que, aunque suda como un pollo, prefiere quitarse la camiseta empapada a salir fuera a tomar el aire.
Y no es el único: en el club hay tanta condensación que las paredes gotean. Cuando acabe la noche, parecerá que la discoteca se ha inundado. También experimenta visualizaciones con los ojos cerrados, en las que ve patrones de colores que se transforman constantemente. Pero, más allá del rastro de luces, necesitaría una dosis más alta para tener alucinaciones con los ojos abiertos.
Los efectos de la droga van aumentando y disminuyendo en intensidad durante el colocón, aunque en general, la 2C-B es mucho más fácil de controlar que otras drogas alucinógenas como la LSD o los hongos psilocibios.

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“La 2C-B se describe como una mezcla de MDMA y LSD y entiendo por qué la gente lo ve así, aunque para mí se acerca más a la segunda. Es como una versión abreviada de la LSD que se puede controlar mucho mejor y eso la hace perfecta para ir de fiesta. El colocón incluye los síntomas clásicos de las drogas alucinógenas: aumento del sentido del tacto, cosquilleo en los dedos durante el subidón y una percepción más brillante y vibrante de las luces.

Como ocurre con todas las drogas alucinógenas, existe la paranoia de que los viajes con 2C-B puede dejar al consumidor en conflicto con su entorno. En un momento dado, Mo deja de bailar, se vuelve a poner la camiseta empapada y mira confuso a su alrededor. Echa un vistazo al móvil y se da cuenta de que es mucho más pronto de lo que pensaba. Es otro de los efectos de la 2C-B, tener la sensación de que el tiempo pasa más rápido.

A pesar de la defensa que hacen los consumidores de ella, la 2C-B también tiene una parte negativa. Al igual que la MDMA, esta droga afecta al ritmo cardiaco y al sistema nervioso central. Además, a veces se sufren dolores de cabeza si se consumen grandes cantidades. Al ver cómo sudaba Mo, queda claro que también hay riesgo de infarto, así que mantenerse hidratado durante la fiesta es vital.

Además, los daños cerebrales que sufrió una mujer se vincularon con el consumo de 2C-B, pero no se sabe ni la dosis ni la pureza. También se desconoce cuál es la dosis letal de 2C-B, aunque hay usuarios de Reddit que aseguran haber consumido cientos de miligramos sin que su vida se haya visto en peligro, si bien algunos empezaron a padecer trastorno perceptivo persistente por alucinógenos, es decir, seguían experimentando los efectos de la 2C-B tiempo después de que se hubiera eliminado por completo de su organismo. Normalmente, las dosis que superan los 15 miligramos son bastante intensas y las que superan los 25 (donde las alucinaciones con los ojos abiertos son más comunes) pueden acabar en un susto.

Aunque forman parte del mismo grupo de compuestos, la 2C-B no es igual que la 2C-P, esa droga tan peligrosa que causó la muerte a Louella Fletcher-Michie en el Bestival en 2017. A diferencia de la 2C-B, la 2C-P tiene un largo historial de sobredosis en los años 90, aunque Fletcher-Michie fue la primera muerte registrada. Hoy en día solo la vende un traficante de la red oscura. Sin embargo, sigue disponible en internet como compuesto químico destinado a la investigación en sitios web dedicados, en teoría, a científicos.

Pero otra ola de euforia invade a Mo y empieza a bailar de nuevo. Esos efectos negativos le resultan tan lejanos que es como si no existieran.

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