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Comida

La ciencia dice que la marihuana mejora el sabor de la comida

Según un nuevo estudio, el THC hace que el gusto y el olfato se amplifiquen. Es decir: hay un razón científica por la que disfrutas tanto el monchis.
Photo via Flickr user Sarah

Durante la crisis del SIDA de la década de 1980, una anciana llamada Mary Jane Rathbun (mucho mejor conocida como Brownie Mary) comenzó a hornear dulces con cannabis y a distribuirlos personalmente al creciente número de hombres demacrados y enfermos mortales que encontró en el San Francisco General Hospital, donde trabajó como voluntaria. En el auge de esta misión underground de piedad, produjo cientos de "brownies mágicos" cada semana en la estrecha cocina de su departamento. Se los proporcionó a los enfermos y moribundos de forma gratuita al apoyarse en las donaciones de marihuana de cultivadores locales magnánimos, ella solo pagaba por harina, azúcar, mantequilla y chocolate de su propio bolsillo, con sus cheques mensuales de seguridad social.

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Dado que tanto el gobierno estatal como el federal mantuvieron con vehemencia su postura negando toda propiedad médica de la marihuana, este simple acto de compasión desinteresada finalmente convirtió a nuestro heroína en una bandida célebre: fue detenida tres veces, pero siguió horneando de todos modos, porque ella sabía en ese entonces lo que todos sabemos ahora. Es decir, que la marihuana es la mejor medicina del mundo, sobre todo si cuando se experimenta una peligrosa falta de apetito.

"Mis hijos se están muriendo", le dijo Brownie Mary a Los Angeles Times en 1995, refiriéndose a sus pacientes de SIDA, un año antes de que ayudara a aprobar la primera ley sobre cannabis medicinal a nivel estatal en la nación. "El porqué no se permite la marihuana es algo que nunca voy a entender".

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Veinte años más tarde, resulta que la marihuana es una droga verdaderamente maravillosa para el tratamiento de todo, desde la epilepsia, la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica y el Alzheimer's hasta la ansiedad y la inflamación, pero sin duda fue la profunda capacidad del cannabis de estimular el apetito lo que hizo que la gente replanteara la sabiduría de nuestra guerra contra la marihuana.

El Dr. Donald Abrams, ahora Jefe de Hematología y Oncología del San Francisco General Hospital, supo por primera vez de la poderosa eficacia médica de la planta en la década de 1970, cuando todavía entrenaba para ser especialista en cáncer. Con solo unos pocos fármacos contra las náuseas (en gran medida ineficaces) entonces disponibles con receta médica, y los fumadores de marihuana rápidamente ganando aceptación en la sociedad mainstream, muchos de sus pacientes informaron que estaban recurriendo a la hierba como un remedio seguro y eficaz para los vómitos y la pérdida de peso causada por la quimioterapia.

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Foto de Beto Lanz.

Luego, en 1989, mientras trabajaba incansablemente en la investigación y tratamiento del VIH/SIDA, el Dr. Abrams perdió un socio por el mortal síndrome, pero no antes de presenciar de primera mano la capacidad única de la marihuana para traer sanación, paz y dignidad a aquellos que de otra manera sufrirían terriblemente. Decidido a probar científicamente lo que ya sabía a través de la observación, diseñó un estudio para analizar si el cannabis mejoraba el apetito en pacientes con el síndrome de emaciación por SIDA. Luego pasó tres años buscando la aprobación de la FDA, solo para descubrir que el National Institute on Drug Abuse (NIDA) controla la única fuente de cannabis legal a nivel federal para fines de investigación y, por lo general, se niega a suministrarle a cualquier estudio diseñado para mostrar los beneficios de la marihuana en lugar de sus daños.

"Como investigador de SIDA que ha trabajado en estrecha colaboración con los National Institutes of Health y la US Food and Drug Administration durante los últimos 14 años de esta epidemia, debo decirle que lidiar con NIDA ha sido la peor experiencia de mi carrera", escribió Abrams en una carta abierta a Alan I. Leshner, entonces director del NIDA, al enterarse de que su solicitud de investigación había sido completamente rechazada. "Su falta de comunicación oficial durante nueve meses es insólita, incluso en la más engorrosa de las burocracias gubernamentales. Y la 'sinceridad' con la que comparte mi 'esperanza de que se puedan encontrar nuevos tratamientos con rapidez' se siente tan hipócrita que me hace temblar… Tuvo la oportunidad de hacer un servicio a personas que viven con SIDA. Usted y su Instituto fallaron. En palabras de la comunidad activista contra el SIDA: ¡LE DEBERÍA DAR VERGÜENZA!"

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Claro, no tienes que estar gravemente enfermo para apreciar los muchos placeres de un aumento del apetito, como puede atestiguar cualquiera que alguna vez se haya unido a algunos amigos para inhalar un porro en el callejón detrás de un restaurante. De hecho, El Marihuanóvoro ha creído durante mucho tiempo que la mejora de la vida gourmand con marihuana va mucho más allá de simplemente aumentar el deseo de un fumador de marihuana por la comida. Cerca de 6 mil experimentaciones personales han demostrado enfáticamente (aunque solo anecdóticamente) que el drogarse hace que el olor y el sabor de la comida sea increíble.

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Quesos con marihuana.

Una memoria juvenil particularmente querida consiste en drogarme en una playa oscura en Jersey y luego caminar toda su longitud con algunos compañeros igualmente drogados, parándonos a comprar prácticamente todos los alimentos fritos que pudimos encontrar en el camino. Normalmente ahorrábamos espacio para comer en la famosa Midway Steak House (ubicada en el punto muerto de la pasarela), que tiene el cheesesteak más grasiento, quesoso y cebolloso de Filadelfia. Normalmente, hueles el aroma celestial de ese lugar a un kilómetro de distancia, pero esa noche, bajo los efectos de la marihuana, todos juramos que olía desde el doble de distancia. Recuerdo que comparábamos nuestras papilas gustativas con las de Superman.

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Y ahora por fin hay algo de ciencia dura y real para respaldar esta jactancia, gracias a un nuevo estudio publicado en Nature Neuroscience que encontró que los receptores de cannabinoides del cerebro "promueven la ingesta de alimentos en ratones en ayunas, mediante el aumento de la detección del olor".

Dirigido por Giovanni Marsicano de la University of Bordeaux, un equipo de neurocientíficos europeos demostró que el THC (el principal ingrediente psicoactivo de la marihuana) encaja en los receptores especiales en el bulbo olfatorio del cerebro, permitiendo a los usuarios oler y degustar los alimentos mucho más agudamente cuando están drogados. Dado que estos científicos estudian las enfermedades neurológicas, en lugar de escribir una columna sobre la relación de la marihuana y la cocina, su informe tiende a centrarse en las aplicaciones médicas prácticas de este nuevo y excitante descubrimiento, en lugar de en su papel en crear lo que el New York Times ha llamado la alta cocina de drogadictos.

"Muchos trastornos de alimentación [como la anorexia] van acompañados por la alteración de la percepción en general", señaló Marsicano. "El olfato está especialmente vinculado a la ingesta de alimentos y se altera en particular en diferentes enfermedades… así que el olor y su regulación por el sistema endocannabinoide podría representar un objetivo para tratamientos futuros contra éstas y otras enfermedades".

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De acuerdo con la Smithsonian Magazine, Marsicano y su equipo "comenzaron por exponer ratones (cada vez más utilizados en la investigación neurocientífica debido a la sorprendente cantidad de similitudes cognitivas que comparten con los humanos) a plátano y aceites de almendra como una prueba de sensibilidad a la fragancia. Cuando lo hicieron, los ratones olfatearon los aceites ampliamente al principio, luego dejaron de mostrar interés en ellos, un fenómeno bien conocido llamado habituación olfativa. Los ratones que fueron dosificados con THC, sin embargo, siguieron olfateando, demostrando una mayor sensibilidad a los olores. Estos ratones dosificados con THC también comían mucho más comida cuando se les daba la oportunidad, mostrando un aumento de apetito".

Cuando un segundo grupo de ratones (genéticamente programados para carecer de un receptor de cannabinoides en su bulbo olfatorio) pasaron por el mismo experimento, el THC no tuvo efecto en la rapidez con la que se habituaron a los olores, o su nivel general de apetito. Esto sugiere que el efecto del THC sobre estos receptores explica en gran medida la forma en que obtenemos el monchis.

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Además, cuando los investigadores hicieron ayunar a algunos de los ratones no drogados durante 24 horas, sus bulbos olfatorios en realidad comenzaron a producir grandes cantidades de cannabinoides endógenos, naturalmente, con el consiguiente aumento de la sensibilidad a los aromas de los alimentos que sirven como un poderoso incentivo para buscar alimento en grandes cantidades y evitar la inanición.

Ahora, si estás pensando: ¿Qué hay de un medicamento contra la obesidad que bloquee los receptores de cannabis del cuerpo, para que te dé un tipo de monchies inverso? ¡Eso ganaría un billón de dólares! Pues bien, las grandes farmacéuticas ya lo intentaron. Y el resultado, un medicamento llamado Rimonabant, fue abandonado en un estudio planificado de 33 meses debido al aumento del riesgo de suicidio en los ensayos clínicos.

"Los pacientes que tomaron Rimonabant reportaron sentirse muy deprimidos y tener pensamientos serios en suicidarse", informó la revista Psychology Today. "Era como si los pacientes hubieran perdido su capacidad de experimentar placer… lo que le dice a los neurólogos que nuestro sistema de marihuana endógena está normalmente relacionado, directa o indirectamente, en el control de nuestro estado de ánimo y que nos permite experimentar placer; antagonizar las acciones de este producto químico en el cerebro conduce a la depresión con consecuencias potencialmente peligrosas".

Así que, ahora que sabemos definitivamente que la marihuana es una hierba natural y saludable que aumenta el apetito, mejora el olor y el sabor de los alimentos, y promueve el mejor estado de ánimo y los niveles más altos de placer, El Marihuanóvoro y sus fieles lectores tienen solo dos preguntas para el mundo de la alta cocina: 1) ¿Qué restaurante será el primero en contratar a un sommelier de marihuana de tiempo completo? y 2) ¿A dónde debemos enviar nuestras solicitudes?