Nada es más veraniego que una langosta. Es tan emocionante que provoca la misma sensación de alegría y euforia causada por el típico amigo que mira un partido en el bar, saludando con un ligero golpe a los extraños, derramando cerveza por ahí y soltando carcajadas a todo pulmón.Y si bien estar rodeado de langostas hirviendo y desgranar mazorcas de elote suena casi idílico para una tarde de agosto, es mucho más divertido en la teoría que en la práctica.
Para conseguir que todos los sabores del verano se mezclen con el maíz y la langosta en tu boca, revuelve en una olla más verduras, alcohol, hierbas y bastante crema espesa. Debes mantener la crema en un ligero hervor junto con la coraza de las langostas y realzarlo todo con un toque de miel de maple (esa de esperarse, pues la receta es de Matty Matheson), mientras los granos de elote y los trozos de langosta añaden textura.Ahí lo tienes, todas las bondades del verano (aunque a veces llueva a cántaros), sin llegar a enloquecerte por hervir un crustáceo.