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Tablas de surf contra pistolas: así es el proyecto Alto Perú

La violencia y los tiroteos se ceban con las poblaciones más desfavorecidas de Perú, pero varios proyectos solidarios pretenden sacar a los jóvenes de ese entorno nocivo... a través del surf.
Paula Dupraz-Dobias

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El barrio de Alto Perú de la ciudad de Lima, un distrito de la capital peruana con fantásticas vistas al Océano Pacífico, estaba abarrotado. Se celebraban las festividades anuales de San Pablo y San Pedro y nadie quería perdérselas.

En medio del alboroto, sin embargo, empezó de repente una pelea. Nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que sucedió aquella mañana, pero cuando el lío concluyó, el joven Jhonny Guerrero —uno de los surfistas más prometedores del Perú— había recibido dos impactos de bala, uno en el brazo y otro en el hombro.

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Más acción: Por qué el surf es quizás el único deporte realmente igualitario

Por allí también andaba Andrés de la Cruz, otro talento único del surf peruano que destacaba contra todo pronóstico. Ambos deportistas, de 16 años, son vecinos del mencionado barrio de Alto Perú, lugar donde acontecieron los hechos… y uno de los distritos más pobres de toda América.

Diego Villarán, el director del Proyecto Alto Perú, explica a VICE Sports que el barrio tiene la reputación de ser extremadamente peligroso: "Es una zona roja, como suele referirse la policía", comenta Villarán. "Crecer ahí es difícil, hay pocas oportunidades. Muchos jóvenes roban y acaban relacionándose con las bandas criminales".

Los niños surfistas antes de las clases en Proyecto Sofía. Foto de Paula Dupraz-Dobias

Cuando no visitaba a su padre en otro de los barrios pobres de Lima, el joven De la Cruz solía quedarse en Alto Perú o en el orfanato en San Bartolo, a una hora en coche del centro de Lima. Guerrero, por su lado, solía entrar y salir del barrio.

El tiroteo del que salió herido Guerrero ocurrió en la casa adyacente a la de Villarán. El director del proyecto Alto Perú decidió acoger al chaval en su casa durante la recuperación.

"Ahora Jhonny está feliz y cuenta con un espacio más relajado", asegura Villarán. "Mudó sus trofeos y otras pertenencias. Ahora tiene un cuarto para él solito". La voluntad del impulsor de Alto Perú era alejar al joven de ciertos familiares por ser "una mala influencia": temía la posibilidad que le llevaran en la dirección equivocada.

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Guerrero y De la Cruz se enamoraron del surf cuando era muy pequeños: "Caminaba desde mi casa hacia la playa cada día. Yo amaba el mar", recuerda Guerrero. "Encontré la mitad de una tabla y comencé a surfear. Un día una persona me dijo que debería dedicarme a ello, pero le expliqué que no contaba con los medios para hacerlo".

"Después fui a clases gratuitas en Alto Perú, y un día un amigo me ofreció una tabla que le pagué con los ahorros que mi madre me dio", añade el joven surfista. "No era muy buena, pero disfruté mucho haciendo mis primeros movimientos".

La tabla, con el paso del tiempo, se desgastó. "No sabía qué hacer", confiesa Guerrero. "Estaba a punto de llorar, pero justo entonces un hombre me vio y me dijo que podía darme la tabla de su hijo".

De la Cruz, por su lado, recuerda que tenía ocho años cuando surfeó su primera ola.

"Me dirigí a la playa y vi que otros niños estaban surfeando, así que quise aprender", explica. "Estaba vendiendo dulces en las calles y un señor me dio una tabla pequeña de plástico. Me metí al agua y me enamoré del surf".

El año pasado, Guerrero quedó en el tercer puesto de la clasificación en el grupo de menores de 16 años y llegó a los cuartos de final del Pro Junior de la World Surfing League (WSL) disputado en San Bartolo. Por su parte, De la Cruz quedó en segundo lugar de una competición nacional peruana a finales de 2015.

En un país donde el 23% de la población aún vive con menos de un 1,12 euros al día, el surf generalmentese considera un deporte de clase alta; afortunadamente, se ha empezado a popularizar entre el resto de estratos sociales gracias a la figura de Sofía Mulánovich. Esta limeña de 33 años ganó en 2004 el campeonato del mundo de la ASP, la actual WSL.

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"Sofía logró cambiar el estereotipo relacionado con el surf en Latinoamérica" explica Karin Sierralta, vicepresidente peruano de la International Surfing Association.

"Antes [el surf] estaba vinculado a la marihuana, a los hippies y a los niños que no trabajan. Sofía fue una estudiante con buenas notas, una persona amistosa y carismática que demostró que el surf puede llegar a ser un deporte con salidas y no solo un pasatiempo".

Miembros de Proyecto Perú, con el equipo de surf para realizar clases solidarias en el barrio de Alto Perú, Lima. Imagen vía Facebook

Hace dos años, Mulánovich decidió compartir su experiencia con los más pequeños, incluidos todos aquellos que no cuentan con los mismos recursos de los que ella gozó para alcanzar la cima del surf.

En 2015, la surfista impulsó el Proyecto Sofía para ofrecer a jóvenes como Guerrero y de la Cruz una oportunidad para convertirse en estrellas del surf. El programa cubre la mayoría de gastos e incluye los trajes de baño, las tablas de surf y las clases junto a los mejores monitores del Perú. Gracias a sus conexiones con la industria, Mulánovich consigue acuerdos de patrocinio y mecenazgo exclusivos con las principales marcas surferas.

"Entrenamiento, disciplina, respetar los tiempos y nunca flojear: tienes que sacarle provecho a las oportunidades que se te presentan", les explica Gabriel Aramburu, uno de los mejores surfistas del país, a los chavales que forman parte del proyecto. "Tu meta en un campeonato no debe ser únicamente ganar al rival: también debes enfrentarte a tus límites, mejorar. Si lo haces siempre, seguirás adelante".

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Los adolescentes escuchan callados y con interés; quizás piensan en el campeonato ISA del próximo septiembre que se disputará en las islas Azores, en Portugal. Un rato más tarde, en el aula donde imparten clases teóricas, los jóvenes atletas repasan su desarrollo de la semana —registrado por cámaras de vídeo.

"Es bueno analizar lo que hiciste. Te das cuenta de tus errores", explica Guerrero. "A veces me pongo algo nervioso, pero me digo a mí mismo que tengo que hacerlo una y otra vez. En otras ocasiones estoy tranquilo, esperando la ola con la cabeza fría y la mente despejada; cuando la ola llega estoy listo".

Estudiando los vídeos antes de entrar al agua. Foto de Paula Dupraz-Dobias

Para Guerrero y de la Cruz, despejar la mente puede llegar a ser todo un desafío.

"A veces es difícil hacer las cosas solo", explica Guerrero. "Mi madre me apoya, pero trabaja en una fábrica y tiene que cuidar a mi hermano pequeño. Vivimos en un cuarto pequeño en la casa de mis abuelos. A veces no cabemos muy bien por culpa de mis tablas, pero seguimos juntos intentando salir adelante, paso a paso".

Villarán, fundador del programa de surf en Alto Perú en 2008, es amigo de los dos y les visita siempre que pasa por el barrio.

"Es muy difícil para los chicos. La diferencia con los niños adinerados es muy grande", dice Villarán. "No hay nadie que les apoye. Pueden llegar a las cuatro de la mañana a sus casas y nadie les dice nada. Si no se levantan para entrenar tampoco hay alguien que les motive; tampoco llevan una dieta apropiada para ser atletas de élite".

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Guerrero y de la Cruz no pueden viajar a otras playas de Perú ni al extranjero como el resto. Incluso los patrocinadores pueden ser más difíciles de conseguir para los atletas de origen humilde.

"Los patrocinadores prefieren que los niños vengan de familias adineradas", explicó hace un mes Analí Gómez, campeona peruana de ascendencia indígena. "Existe mayor responsabilidad para un patrocinador cuando los competidores tienen que viajar solos".

Imagen vía Alto Perú Surf

Villarán dice que, dadas las carencias financieras, los jóvenes atletas como Guerrero y del a Cruz suelen tener que buscar trabajo para mantenerse.

"Estos niños tienen mucho talento y han desarrollado una gran conexión con el océano", explica Mulanóvich. "Veo sus ansias de salir adelante, de triunfar. Pero tienen que tomar las decisiones adecuadas en el momento correcto".

La pro peruana espera ver a Guerrero y de la Cruz compitiendo en el ISA de Portugal: "Nuestro Guerrero tiene un ángel", comenta Mulánovich sobre el muchacho tiroteado, que ahora se recupera en el hospital. "Es un niño con mucha suerte".

De momento, Jhonny va por el buen camino: si continúa a este ritmo, podrá volver a surfear muy pronto. "La herida está sanando", se conforma él, que preferiría estar ya en el agua. "El doctor dice que necesito relajarme para poder regresar".

Paciencia: con 16 años aún le queda mucho por delante.

Sigue a la autora en Twitter: @chocolatpaula