FYI.

This story is over 5 years old.

china

Los chinos quieren comprar la estrella de tu equipo... y tienen dinero para hacerlo

Los equipos de la Superliga china tuvieron una racha de compras compulsivas en enero. ¿Es acaso una moda o será que hay una nueva liga competitiva por nacer?
YOAN VALAT // EPA

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Hace pocos meses, un club tremendamente adinerado quiso comprar al lateral derecho y pilar del FC Barcelona Dani Alves; otro pretendió hacerse con los servicios del centrocampista Arda Turan, que hacía muy poco que se había unido al conjunto catalán.

El interés por jugadores del club más exitoso del mundo en la última década no es algo extraño, aunque sí lo es el hecho de que los clubes que hicieron esas ofertas no eran los nuevos ricos de Europa como el París Saint-Germain o el Manchester City, ni tampoco la aristocracia del fútbol como el Manchester United o el Bayern de Múnich… sino un club de la Superliga china.

Publicidad

Más fútbol: El informe Ruggie o cómo evitar que la FIFA vulnere los derechos humanos

Uno de los equipos interesados fue el Beijing Guoan; el otro club nunca fue identificado. Eso sí, ambos comparten un hecho diferencial: pertenecen la Superliga, el mayor torneo futbolístico de China.

A Dani Alves, que está a punto de cumplir 33 años, le ofrecieron 30 millones de euros por tres años a pesar de que está en el ocaso de su carrera. Más sorprendente fue la oferta que recibió el barbudo turco, que sobre el papel está en el apogeo de su trayectoria aunque se perdiese la primera mitad de la temporada por la sanción de la FIFA al Barça: a Turan le pusieron encima de la mesa cinco años y 100 millones de euros, una cifra astronómica que le hubiera situado entre los futbolistas mejor pagados del planeta.

¿Que me iban a dar cuántos millones? Arda Turan sigue buscando su hueco en el FC Barcelona de Luis Enrique. Foto de Vincent West, Reuters

Ambos ejemplos formaron parte de una serie de atrevidos intentos que sacudieron el mercado de invierno europeo y que además son un reflejo de cómo el fútbol es un barómetro bien calibrado a la hora de analizar los cambios en la economía global.

La Superliga China, antes conocida por los casos de corrupción y los amaños de partidos, está convirtiéndose en una superpotencia mundial… como mínimo en los mercados de transferencias.

De acuerdo con la página web Transfermarkt, cinco de los seis traspasos más importantes de 2016 fueron llevados a cabo por equipos chinos. El mediocentro Alex Teixeira, por ejemplo, se fue al Jiangsu Suning procedente del Shakhtar Donetsk por 50 millones de euros —un movimiento que neutralizó la oferta del Liverpool FC por el jugador de 26 años.

Publicidad

El delantero Jackson Martínez se marchó del Atlético de Madrid con destino al Ghuangzhou Evergrande por 42 kilos; Ramires dejó el Chelsea FC y Gervinho se marchó de la AS Roma para llegar al Jiangsu y al China Fortun respectivamente; Elkeson de Oliveira Cardoso salió del Ghuangzhou para irse al Shanghai SIPG, prueba de que la bonanza del mercado chino se observa incluso en el mercado interior.

Otras ocho transferencias con huella china entraron en el Top 50, entre ellas cuatro adquisiciones de renombre por parte del Tianjin Quanjian, que disputa la segunda división china. Al parecer el Jiangsu llegó a ofrecer 75 millones de euros por Oscar (Chelsea), un acuerdo que podría haber entrado en el Top 10 de los fichajes más caros de toda la historia.

En la actualidad, varios entrenadores de renombre trabajan en China y otros jugadores muy respetados también han sido atraídos por el dinero. Entre los más augustos figuran los brasileños Robinho, Paulinho y Renato Augusto; los colombianos Freddy Guarín y Frey Montero; el argentino Ezequiel Lavezzi; el nigeriano ex de los Seattle Sounders Obafemi Martins… la lista de los tentados —¡y convencidos!— es ya muy larga.

Del París Saint-Germain francés al Hebei Fortune de Qinhuangdao chino: la aventura de Ezequiel Lavezzi le ha convertido en uno de los futbolistas mejor pagados del mundo. Foto de Yoan Valat, EPA

Ahora que el caos del mercado ha amainado podemos ver que la incógnita ya no es qué jugador será el siguiente en llegar a China: más bien, la pregunta debería ir encaminada a determinar si estos fichajes serán una moda o una tendencia con futuro.

Publicidad

El boom económico de China ha comenzado a deshincharse y el gobierno está buscando cambiar la industria manufacturera por la de servicios. El fútbol profesional es un servicio dentro del apartado del entretenimiento.

En un país que se ha enriquecido recientemente, la obsesión por los lujos de occidente ha crecido exponencialmente: el deporte se ha convertido en un paradigma que abraza e importa materia prima extranjera, con la particularidad de que no hablamos de yates o universidades caras, sino de futbolistas.

"El cambio en los gustos ha sido casi una obsesión estereotípica con símbolos de estatus y evidente consumo", explica Michael Pettis, profesor de economía de la Universidad de Pekín y dueño de Maybe Mars, el sello discográfico independiente más grande de China. "El impulso de todo es la percepción: los bienes de lujo son tan buenos por el reconocimiento que tienen en términos de calidad".

#豹 #LaGloriaEsDeDios #GuangzhouEvergrande pic.twitter.com/o3vOdzRuFr
— Jackson Martinez (@JacksonMartinez) February 18, 2016

Pero los símbolos de estatus cambian… y a veces cambian muy rápido. En su excelente libro Age of Ambition: Fortune, Truth and Faith in the New China, el analista Evan Osnos describe la tendencia de los chinos a caer en las modas pasajeras denominadas "fiebres".

"En los primeros años después de que el país se abriera al mundo la gente contrajo 'la fiebre del traje occidental', 'la fiebre de Jean-Paul Sartre' y 'la fiebre del teléfono privado'. Era difícil predecir cuándo y dónde se desataría la siguiente fiebre", escribe Osnos.

Publicidad

De la misma manera, la fiebre por la estrella de fútbol extranjera arrasó con en todo el territorio rápidamente y, al parecer, surgió de la nada.

Las fuertes corrientes de la cultura china podrían explicar por qué un país ya de por sí apasionado por el fútbol comenzó a importar jugadores consagrados a la Superliga: se trata de una mejora en la calidad de la competición nacional.

Obafemi Martins, mítico jugador del PES 6, es uno de los muchos jugadores atraídos por la lucrativa Superliga de China. Foto de Joe Nicholson, USA TODAY Sports

Pettis asegura que la mayoría de los chinos "están sumamente deprimidos por la baja calidad del fútbol chino y los escándalos de corrupción, y estarían encantados de que China se convirtiera algún día en una potencia del balón". Las cosas en China se construyen rápidamente, así que en lugar de esperar a que la escena del fútbol madurara, los chinos prefirieron importar una extranjera.

Que el futbol esté reflejando un cambio global y un mercado de jugadores mercenarios —y de entrenadores también, para qué engañarnos— no es ninguna sorpresa ya que lleva décadas sucediendo.

Cuando los magnates italianos de automóviles, comida y medios de comunicación estaban en la cima del poder en los noventa, los mejores futbolistas del mundo jugaban en Italia; cuando en Rusia aparecieron los primeros oligarcas, pronto empezaron a comprar equipos como el Chelsea FC; cuando otros rusos se enriquecieron con el apogeo del gas, los clubes locales comenzaron a llevarse grandes nombres.

Roman Abramovich representó la entrada de los millones rusos en el fútbol europeo, su Chelsea tiró de muchos millones y de José Mourinho para cosechar las mejores temporadas en la historia del club londinense. Foto de Facundo Arrizabalaga, EPA

En India, la I-League tuvo un breve flash mediático al fichar unos cuantos jugadores famosos, pero ha sufrido para profesionalizarse y encontrar estabilidad financiera dada la situación de un país que camina hacia la modernidad.

Publicidad

Incluso la liga brasileña, saqueada de su mejor talento durante décadas, se erigió brevemente y trajo de vuelta sus mejores talentos de cara al Mundial de 2014, un auge que coincidió con el crecimiento de la economía.

La locura china con el mercado de compraventa de futbolistas, a pesar de parecer mucho más agitado y concentrado que en otros casos, también responde a fuerzas económicas y culturales mayores.

El Guangzhou fue comprado por una compañía constructora por (solo) 16 millones de dólares en 2010 durante el apogeo de las inmobiliarias en el país asiático: la inversión sacó al equipo de la oscuridad y lo convirtió en un referente del continente. En 2014, la empresa cedió la mitad del club a Alibaba, una de las compañías más grandes de Internet, por 190 millones de dólares.

Xi Jinping, presidente de la República Popular de China, respalda este proceso y al más puro estilo Florentino Pérez demuestra que el fútbol se ha convertido en un puente entre el sector público y el privado. Las compañías se granjean con Xi —cuyo gobierno busca hacer crecer la industria deportiva hasta los 800 mil millones de dólares para el 2025— a través de la inversión en el fútbol profesional.

Lo más extraordinario es que dicho modelo podría ser sostenible: el contrato televisivo de la Superliga china era de ocho millones de dólares en 2014 y de trece millones en 2015, según los números de la revista Forbes; su nuevo acuerdo generará 200 millones en 2016 y 1 300 millones en los próximos cinco años según The Guardian, una progresión que desataría las envidias incluso de la Premier League.

Publicidad

¿Y todas esas giras asiáticas de los equipos europeos? Ahora podemos empezar a entender los motivos y las consecuencias de las mismas: con un mercado interior que roza los 1 400 millones de clientes potenciales, las ganancias podrían ser infinitamente superiores a las de cualquier otra liga del mundo.

Jackson Martínez durante uno de sus primeros partidos con el Guangzhou Evergrande. Imagen vía Reuters

Aún así, la Superliga está aún muy lejos de desarrollar sus propias estrellas globales. El proyecto del país más habitado del mundo es muy ambicioso, ya que el próximo año abrirán unas 20 000 academias de fútbol en todo el territorio.

"La parte del desarrollo ya está en marcha, pero no está vinculada con lo que sucede en las altas esferas", afirma Tom Byers, un entrenador estadounidense involucrado en el esquema de mejora propulsado por el propio presidente Xi Jinping. "No hay atajos para el desarrollo. El crecimiento del fútbol es un maratón, no un esprint, y por eso debemos tener rebajar las expectativas".

Sin embargo, cualquier resultado de dicha inversión están aún lejos de ser una realidad: si China consigue albergar el Mundial del 2026, un evento que pretende, sufrirá para tener un equipo competitivo por entonces. Cabe recordar que los chinos se han clasificado para el torneo una sola ocasión y que nunca han ganado la Copa Asiática, un torneo de un nivel bastante bajo en comparación con la Eurocopa o la Copa América.

Igual que los demás mercados emergentes, el truco está en mantener el interés y la inversión durante las próximas décadas. Si resultase ser una moda pasajera, no obstante, el fútbol chino podría caer como un castillo de naipes: el tinglado entero podría desaparecer en un instante si los bancos dejaran de arrojar toneladas de dinero. ¡Así es la moda en el gigante asiático!

Sigue al autor en Twitter: @Leanderalphabet