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Comida

Dos personas murieron en concursos de comida el fin de semana pasado

El atragantamiento es la cuarta causa de muerte accidental. Y sucede con una frecuencia perturbadora durante concursos de comida.
Photo via Flickr user PaulSteinJC

Los concursos de comida son una institución en Estados Unidos, pero ¿podríamos decir que son muy peligrosos?

El pasado fin de semana, ocurrieron dos muertes innecesarias y trágicas relacionadas con competencias de comida, ambas con solo 24 horas de diferencia. Una estudiante universitaria de 20 años y un hombre de 42 originario de Colorado murieron a causa de ahogamientos accidentales durante competencias distintas: la primera relacionada con hot cakes; la segunda con donas.

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Caitlin Nelson era una estudiante de la Universidad del Sagrado Corazón en Connecticut quien murió el domingo luego de participar en un concurso de comida patrocinado por Greek Life. Supuestamente había comido cuatro o cinco hotcakes cuando dejó de respirar. Al parecer, Caitlin sufría alergias a múltiples alimentos, aunque no está claro si éstas contribuyeron a su muerte. Para hacer la historia aún más horrible, Caitlin era la hija de un oficial de policía de la Autoridad Portuaria quien murió el 9/11.

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Ese mismo día, unas horas antes, Travis Malouff (42) se desmayó en el recibidor de un Voodoo Doughnut en Denver y la causa de muerte fue declarada como "asfixia por obstrucción de las vías respiratorias", de acuerdo con la Oficina del Médico Forense en Denver. El hombre había participado en un concurso comiendo donas antes de morir.

Respecto a la muerte de Caitlin Nelson, ocurrida en Fairfield, Connecticut, el teniente Bob Kalamaras le dijo a Associated Press: "Es un suceso trágico que comenzó siendo algo divertido. Fue un desafortunado accidente".

Pero, ¿en verdad lo fue? O, ¿las personas de Estados Unidos —dónde inventaron este "deporte" y quienes lo llevaron a la fama mundial con los concursos de hot dogs— deberían saber ya las posibles consecuencias?

Las competencias de comida están entrelazadas con un abanico de riesgos, en especial para quienes participan regularmente. Por supuesto, las más obvias son el aumento de peso, los altos niveles de colesterol y los picos de presión sanguínea que sufren los participantes. Pero también pueden desarrollar parálisis estomacal o gastroparesis, la cual ocurre cuando una persona extiende muy seguido el estómago más allá de su capacidad normal. Otros riesgos también son la hiperhidratación y la perforación del estómago.

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Según un estudio de 2007 realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, "los comedores rápidos que tienen éxito con sus prácticas expanden el estómago para formar un enorme saco flácido capaz de albergar grandes cantidades de comida". Todo bien, ¿no? Los científicos concluyeron que "los comedores rápidos profesionales pueden desarrollar con el tiempo obesidad mórbida, gastroparesis profunda, náuseas y vómitos intratables, incluso podrían requerir una gastrostomía".

Su conclusión: "A pesar de su creciente popularidad, las competencias de comida son una forma de comportamiento autodestructivo".

Está bien, podrías argumentar que ninguna de las personas que murió este fin de semana eran comedores profesionales. Pero atragantarse es un riesgo muy real para todos los participantes —Injury Facts 2017 reporta que el atragantamiento es la cuarta causa de muerte accidental en EEUU— y sucede con frecuencia en competencias de comida. Este mismo mes, un estudiante universitario, coreano y de 23 años, murió en un cubículo sanitario después de participar en un concurso de pays y ramen. La lista de personas en todo el mundo que han muerto en competencias de comida es muy larga.

De manera que, aunque los concursos de comida suenen divertidos, quizá no lo son. Por lo menos, éste fin de semana pasado nos han dejado con mal sabor de boca.