Fotos de Julián Gallo
El cierre de un festival siempre está cargado de emociones adicionales a las de los demás días. Después de tres jornadas de fiesta ya hay cierto apego a lo vivido, se ve el final del camino y se desea permanecer en ese mundo de placer y adrenalina para siempre. Y más si se alcanzaron los niveles de euforia logrados en Rock al Parque 2016. Con este contexto ya encima, el voltaje se potencializó con un día cargado de política, de furia, de baile y de momentos que se guardarán como los más legendarios de este Festival.
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Desde que Nación Criminal abrió en el escenario Plaza, acompañado de un buen puñado punkeros que madrugaron a la cita, se empezó a construir un ambiente de reclamo, de indignación y de rebeldía festiva. Un ambiente que llegó al baile por medio del garage rock de los españoles Los Nastys, y que siguió creciendo en potencia con la banda bogotana Chite –donde además tocan dos de los compadres recerdos-, de la mando de sus clásicos insurrectos como “perra aguardientera” o “Garavito presidente”, porque cada pueblo debe tener el gobernante que se merece. Sonidos que además recibieron un espaldarazo histórico cuando, en este mismo escenario, se presentaron de manera demoledora, los punkeros vieja guardia de GBH. Esta era un pogo anhelado por muchos. Uno que que ha hecho latir y dar razón a la existencia de tantos que levantaron el puño y se pararon la cresta desde la década del 80. Por esto, cada golpe que se dio y se recibió durante su presentación retumbó de manera especial, pues es ahora parte de este legado inmenso que ha dejado esta música caótica.
Con una pancarta que decía “Paz sí, pero con justicia social”, los argentinos de Las Manos de Filippi , autores del himno “Señor cobranza” con el que muchos nos hemos desgarrado las cuerdas vocales, dieron esa cuota de activismo político directo. Letras que no solo le cantan la tabla a las situaciones que viven como país, en canciones como “Kristina” en la que atacan a la ex presidente, sino que permiten que las letras se adapten a inconformidades latinoamericanas. Las cosas por los cuernos, porque de política hay que hablar por más asperezas que levante.
Este mismo espíritu fue alimentado en el escenario Bio por la banda chilena Sinergia, quienes por medio del humor, vestidos de blanco, haciendo continuas coreografías, y con un guitarro con la mano de Mickey Mouse, pudieron haber dado uno de los mejores show del día. Esto porque, hacia el cierre se juntaron con varios de sus paisanos de la Banda Conmoción y con Juan LaRotta –Compadre Recerdo y Chite-, quien podría estar teniendo un record al salir tres veces al escenario en un mismo Rock al Parque. juntos dieron un cierre cargado tanto de sabor como de agresividad. Gran detalle que quedará en la historia oral.
Por su parte, Payambó, la banda bogotana que explora los sonidos colombianos, también se encargó de extender esta línea hasta el escenario Eco. Varias veces durante la presentación dedicó canciones a “quienes gobiernan mal” a quienes nos tumban, y expresó esa calentura que todos llevamos por dentro ante tantos descaros con los que nos pasan por encima. Esto sin nunca abandonar la fiesta y el baile que los caracteriza y al que invitan a todos quienes se sumergen en su sabor. Un baile que horas más tarde, con su estilo polkero, Burning Caravan continuaría. Eso sí, apesar de ser un sonido para abrazarse y dar empujones mientras se levanta una cerveza, algo queda claro año tras año, en rock al parque TODO se poguea. Al ritmo de un acordeón alegre la gente nunca paró de girar en círculos y darse en la jeta.
Por su parte, bandas como Todos tus Muertos o Easy Easy, vinieron a confirmar lo que ya sabíamos o sospechabamos. La primera que es inmensa, y que por algo mueve a tanta gente. Y más ahora que despierta esa nostalgia típica de bandas con historia y que hacen viajar a la gente en el tiempo, no solo por la historia de ellos, sino por la propia. Por lo que cada uno vivía cuando los escuchó por primera vez. Y por su parte que Easy Easy, con su mezcla musical hip hop, r&b, indie rock, synth pop y shoegaze, era uno de los secreto mejor guardado de nuestro continente. La banda guatemalteca dio un show conmovedor y mueve entrañas. Quizás a otra velocidad que los círculo de pogo de Rock al Parque, pero con el mismo impacto que un buen puño en un riñón.
Eso sí, durante el día, esa cara metalera que caracterizó a este Festival, tuvo como representantes a la banda nacional Anger Rise y a las extranjeras Deafheaven y Baroness. La banda colombiana botó su rock pesado que puso a agitar la cabeza a más de uno, logrando además un momento clímax al rendirle un homenaje a Ozzy Osbourne y su canción “No more tears”. Por su parte Deafheaven se encargó de construir un extraño aura con su melodías épicas y hasta corales, unidas a una voz típica de black metal. Extraña combinación. Y Baroness llegó desde EEUU con su metal experimental, con el que dieron el tono preciso de lo que uno quiere oír un lunes festivo. Un viaje musical fuerte pero introspectivo que, con su contundencia, no dejó parpadear a su público.
Pero claro, Suicidal es Suicidal. Un show que propició y sacó a flote toda la hermosura del caos. Sus integrantes, corriendo por todo el escenario, sudano a chorros, ignorando la altura que los ahogaba, y de la mano del dios Lombardo, que metrallaba el pecho con su doble bombo, nos regalaron uno de los mejores cierres que ha tenido el Festival. El show perfecto para dejarnos con un guayabo inmenso y que nos tendrá hablando de los saltos, de los puños recibidos y los dados hasta el próximo año.
Ahí nos veremos.
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