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Por Favor Mátame

Dee Dee Ramone – Retrato de un punk

Fue chapero, aprendiz de atracador, vendedor y consumidor de heroína, cómplice de un robo a mano armada… y un genio poético que se dirigía hacia una temprana sepultura pero se salvó gracias al rock ‘n’ roll”.

Dee Dee Ramone fue una de las personas más extrañas que yo haya conocido. Donde quiera que le viéramos, nunca podíamos estar seguros de si nos íbamos a encontrar al Dee Dee bueno o al Dee Dee malo. En los 90, cuando me pidieron que escribiera un prólogo para su libro,Lobotomy, le describí como, "el último de una raza en desaparición de auténticas estrellas del rock, un verdadero chico malo que se superó a sí mismo y, haciéndolo, cambió el rostro del rock ‘n’ roll. Dee Dee era el arquetípico piltrafa cuya vida era un completo desastre. Fue chapero, aprendiz de atracador, vendedor y consumidor de heroína, cómplice de un robo a mano armada… y un genio poético que se dirigía hacia una temprana sepultura pero se salvó gracias al rock ‘n’ roll”.

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No hace falta que diga que dudo que veamos más Dee Dee Ramones en un futuro próximo. El rock ‘n’ roll es en la actualidad demasiado limpio. Si tuviera que diagnosticar de qué padecía Dee Dee Ramone, no sabría qué decir. Así de único era.

La siguiente entrevista la hice en 1989, unos meses después de que dejara los Ramones. Me llamó y dijo que quería explicarlo todo. Como éramos amigos desde 1976, conecté la grabadora y dejé que hablara, cosa que hizo durante diez horas.

DEUTSCHLAND ÜBER ALLES

Mis padres se peleaban mucho. No quiero profundizar en eso, pero lo recuerdo vivamente. Hay muchas cosas que recuerdo de forma fragmentada, y también algunas cosas buenas, pero no tuve una buena infancia.

Para compensarlo, vivía en un mundo de total fantasía. Crecí en Alemania y, cuando iba al colegio, suspendí el primer curso y nunca volví. En realidad lo intenté otra vez al siguiente semestre. Todos mis amigos iban ya a segundo curso y yo tenía que girar a la izquierda y bajar por el pasillo. Me dijeron, “¿A dónde vas?”

Les dije, “¡Me voy a casa!”

Eso fue en Munich. Era una escuela del ejército americano para los militares que estaban destinados allí. No vivíamos en la ciudad, vivíamos en las afueras, y había algo de tierra de cultivo y muchas casas bombardeadas y cosas así. Yo me aventuraba por ahí y hacía cosas como balancearme en los columpios –y me metía en fantasías muy intensas– e imaginar que era un piloto de combate.

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También viví en Pirmasens, que es un pequeño pueblo justo en la frontera francesa. Al lado alemán de la frontera le llamaban la Línea Sigfrido, y el lado francés era la Línea Maginot. Yo vagabundeaba por los viejos búnkeres y buscaba reliquias de guerra. Siempre encontraba cosas como cascos viejos, máscaras antigás, bayonetas y cintas de metralleta. Esto duró un año más o menos y me puse a comerciar con esas reliquias. Pero también me divertía con ellas.

Siempre me han fascinado los símbolos nazis, y eso es de encontrármelos entre los cascotes en Alemania. Tenían mucho glamour. Eran muy bonitos. A mis padres les disgustaba mucho.

Una vez, mi padre dijo algo la hostia de ridículo. Yo había encontrado una bonita espada de la Luftwaffe y sabía que me la podía quedar o venderla por una fortuna, unos 80 marcos. Cuando la llevé a casa, mi padre se puso estricto y dijo algo idiota, dijo, “¿Puedes imaginar cuántos de nuestros chicos que murieron por culpa de eso?”

Yo pensé, "Este tío es un gilipollas". Como si a mí me importara. No me imaginaba que mi padre pudiera ponerse tan pasional acerca de eso, ni acerca de nada. Desde ese día se convirtió para mí en una broma y dejé de tenerle miedo.

DROGAS

No sé cómo acabé metido en la morfina. Estaba en el sitio equivocado en el momento erróneo. Muchos de mis amigos eran americanos, sus padres estaban en el Departamento de Estado del ejército o en la Fuerza Aérea, eran chavales muy jóvenes y les entusiasmaba mucho que en Alemania se pudiera beber a cualquier edad.

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Así que todo el mundo bebía, pero la verdad es que yo no salía mucho con esa gente. Necesitaba estar solo mucho tiempo para merodear por ahí, dentro de mis fantasías, ¿sabes? Y no quería que nadie me fastidiara eso. Tomar drogas siempre fue para mí algo muy solitario. Lo hacía solo, normalmente en algún pasillo o algún tejado.

Empecé a colocarme con morfina. En Alemania no tenían hierba o heroína ni nada por el estilo. Empecé muy joven, como a los 12 años. Intercambiaba dagas y cosas así por ampollas de morfina con unos soldados que conocía. Me iba a la base del ejército a hacer los tratos por ahí. En la farmacia solían venderla en una botella de plástico grande, y tú ibas allí para comprar lo tuyo y te daban unos 2,5cc por 50 centavos. Y luego te ibas a los grandes almacenes a pillar un ciego. Todo el mundo iba allí a pillarse un ciego y el sitio estaba hecho un desastre, ¿sabes? Los almacenes estaban bien porque tenían un buen lavabo.

Es raro, pero no fumé hierba hasta los 15 ó 16 años, hasta que me fui a América. No me gustaba beber. Lo probé unas cuantas veces, pero la verdad es que no sabía beber.

Muchas veces mis padres no me querían cerca, no les importaba en realidad lo que hiciera mientras no tocara la guitarra en casa. Empecé con la guitarra hacia los 12 años. Tenía muchas ganas de saber tocar. No sé por qué. Conocí el rock muy pronto porque a mi madre siempre le había gustado, siempre me decía qué escuchar. Fue ella quien me habló de los Beatles, de Ricky Nelson, de todos.

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No creo que descubriera el rock de verdad hasta que los Rolling Stones me empezaron a separar de mi madre. Sabía que mi madre no los aguantaba, ¿sabes? Entonces me marché a América y escuché a Jimi Hendrix, en 1966 o el 67, algo así. Y ahí supe que tenía mi propia música.

AMÉRICA

América no me gustó nada. Los chavales no molaban mucho, no vestían bien. Y no parecía haber ningún tipo de cultura juvenil. Y si algo de eso tenían, a mí no me gustaba porque no era muy glamurosa. Todo parecía salido de una cadena de montaje. Había cosas que se suponía que tenías que hacer y que habían salido de esas malditas grandes tiendas. Yo pasé de eso.

Más adelante, cuando empecé a encontrarme a mí mismo, comencé a ir a las discotecas, al principio de que empezara a suceder el rollo disco en Nueva York. A finales de los 60 había esos clubes en los que chavales hispanos e italianos se juntaban y que parecían clubes juveniles, muchos de ellos eran como bares de zumos, pero eran algunas de las primeras discotecas, como el Sanctuary, el Superstar y el Tamburlaine. Allí era donde solía ir yo. Y me vestía guay, hecho un pincel.

A los 15 años quise ir a California en autoestop, pero me detuvieron por el camino. La verdad es que no quiero hablar mucho de eso, pero te diré un poco. Me arrestaron en Indiana por robo a mano armada. Le pedí a mi padre que pagara una pequeña fianza para poder salir. Una de las pocas veces que le he pedido algo, ¿sabes? Estaba desesperado. Era un sitio duro, estaba muy asustado. Y mi padre dijo, “¡Jódete y púdrete ahí! ¡Te lo has ganado!” Y colgó el teléfono.

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Estuve atrapado allí durante bastante tiempo. Fue muy chungo.

Mira, yo estaba haciendo dedo y conocí a unos chavales de Flint, Michigan. A mí me asustaban un poco, estaban muy locos. Hablaban de cosas muy enfermas, no dejaban de decir cómo les gustaría cortarle la cabeza a alguien. Querían estrangular a alguien. Tenían un alambre y dos ganchos y querían ejecutar a alguien.

Al final se detuvieron en una gasolinera en South Bend, Indiana, y atracaron el lugar. Nos arrestaron a todos.

Las policía nos pilló porque el conductor pisó el acelerador de esa chatarra de coche y se caló. ¡Nadie salió de aquello con una mierda!

Cuando por fin salí de la cárcel, me fui a Chicago. Me las arreglé para conseguir un billete de autobús, porque estaba demasiado paranoico para hacer autoestop. No quería ver más polis. No me acuerdo de a dónde iba el autobús; a algún sitio rollo Amarillo, Texas. Y allí me fui a la autopista y me puse a hacer dedo.

Un tipo bastante agradable me llevó todo el camino hasta Newport Beach, y allí fue donde pasé mi primera noche en California. La noche anterior estaba en Las Vegas y recuerdo que pensé, “Tío, tengo que salir de aquí. ¡Este es el peor sitio de la Tierra!”

Al día siguiente tomé algo de mescalina y entré en la ciudad en plena flipada. Sunset Strip no me moló nada, así que me puse a hacer autoestop Sunset Boulevard abajo hasta la Ruta 1 y de allí todo el camino a Big Sur. Fui a este sitio que se llamaba el Gorge. No era fácil llegar allí, tenías que nadar hasta la entrada y después andar por el margen de un arroyo, donde se juntaban las paredes de los acantilados. Entonces se abría y llegabas a unos hermosos bosques. Viví allí como un indio durante meses, hasta que volví a LA.

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Había viajado mucho por Europa y por el mundo. Y siempre estaba teniendo shocks culturales. Me costaba adaptarme, y América simplemente no me gustaba. Y no me gustaba California. Era demasiado rara.

Mira, estaba haciendo dedo en Topanga Canyon y me recogió un motero. Me dijo, “¿A dónde vas?”

Le dije, “Sólo estoy dando una vuelta”.

Así que me llevó colinas arriba, y en la cima de la colina había un altiplano y tenían generadores de gasolina y amplificadores. Tenían todo un grupo la hostia de raro haciendo una música tope psicodélica, y me preguntaron si quería tomar ácido. Dije que claro, y tomé un poco pero cuando aquello empezó a pegar no me gustó mucho. Dije que me quería ir y el motero dijo, “¡No pasa nada, te llevo!” Bajó la montaña a unas dos mil millas por hora por un camino estrecho y lleno de giros y yo me puse de los nervios.

Acabé tomando STP o algo así y tuve un viaje de pesadilla de cuatro días. ¡Al final, cuando ya me estaba bajando, fui a una barbería de tres al cuarto y pedí que me raparan el pelo al cero! [risas]

LOS INICIOS DE LOS RAMONES

Tuve que buscarme tíos diferentes con los que ir por ahí y tomar mis distintas drogas. Joey Ramone no podía tomar drogas. Las probó, pero no podía con ellas. Se le iba la olla. Una vez le vi fumar un poco de hierba y empezó a tener convulsiones en el suelo en posición fetal, gritando, “¡Estoy flipando! ¡Estoy flipando!”

Joey pintaba en esa época. Troceaba zanahorias y lechugas y nabos y fresas y lo mezclaba todo y pintaba con eso [risas]. Sus pinturas eran muy buenas, y después se puso a intentar hacer cintas de diferentes sonidos. Sus padres tenían un apartamento en un piso 20, estaban cayendo relámpagos y él puso un micrófono de la grabadora fuera, en el balcón, para grabar el trueno. ¡Y un relámpago le dio al micrófono y lo quemó todo! Hacía que me pasara por allí y que botara una pelota de baloncesto durante media hora, y él lo grababa durante media hora. Y después se pasaba todo el día escuchándolo como si estuviera en el limbo.

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Joey y yo nos sentábamos en los escalones del banco de Queens Boulevard con una botella de vino, mientras que John iba a un callejón a esnifar cola. Cuando John estaba de subida, Joey estaba de bajada. O algo así.

Johnny Ramone había dejado las drogas duras por aquel entonces. En realidad, él era un fumeta. Fue el primero que me introdujo a la hierba buena de verdad. Nadie sabía siquiera qué hierba era buena, pero Johnny sí. Decía, “¡Dee Dee, te lo prometo, tres caladas de esto y se te irá la olla!"

Yo decía, “Vale”, y se me iba la olla.

Sí, había mucha cola, y tuinales, y seconales. ¡Menuda fiesta! ¡No podías sacar la cabeza de esa bolsa! Solíamos marcar números en el teléfono, hacía "bip, bip, bip, bip, bip", y nos quedábamos oyendo eso durante horas. Y esnifábamos un poco más de pegamento porque sabíamos qué números había que marcar para oír ruidos raros.

John trabajaba de albañil en 1633 Broadway, y a mí me transfirieron allí. Yo era el conserje del edificio de oficinas. Recibía el correo por la mañana y lo distribuía. Tenía mi carro y lo dejaba alineado según cómo estaban organizados los escritorios de la oficina. Repartía el correo y cotorreaba un poco con la gente, y esa era una rutina que se repetía diez veces al día. John y yo quedábamos cada día a la hora de comer y por lo general íbamos al Metropole a tomarnos unas cervezas. El Metropole era el sitio al que ir, y cuando ya estábamos un poco achispados íbamos al local de al lado a mirar las guitarras. Pero creíamos que estar en un grupo no estaba bien. Creíamos que era algo malo. Yo pensaba que teníamos que trabajar, sabes, y tratar de conservar el empleo.

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Pero entonces, un día, día de paga, los dos nos compramos unas guitarras y decidimos montar un grupo. John compró una Mosrite y yo una Danelectro.

Tommy Ramone fue quien hizo que despegáramos. Del todo. Los Ramones nunca habríamos hecho nada sin Tom. Estábamos tope verdes, no teníamos ni idea de qué demonios iba todo aquello, pero Tommy también era bastante cojonero. Era un maniático del control, como una madre que siempre estaba mosqueada con nosotros.

Pero Tommy se rajó muy pronto. Todos nuestros baterías lo dejaban, cada dos años se rajaba uno, y entonces el grupo se ponía realmente contento porque nos habíamos librado de alguien. Y nadie decía que teníamos que añadir tal o cual cualidad, esto o aquello. ¡Sólo que teníamos que tocar más rápido! Y así, a cada batería le decíamos que tenía que tocar más y más rápido.

Una vez estábamos en la calle, delante de un hotel, y vino un fan, sacó un bolígrafo y le pidió a Tommy un autógrafo. Tommy dijo, “Eso no será un cuchillo, ¿no? No irás a apuñalarme, ¿verdad?”

Los bolos de los Ramones, sobre todo en Inglaterra, eran muy violentos. Y Tommy era muy pequeño, así que para él era muy duro, ¿sabes? Y John era muy desagradable con Tommy, y después Joey empezó a ponerse desagradable con Tommy. Tommy y yo nos llevábamos bien porque era evidente que yo no estaba en la competición por ser el líder del grupo. John y Joey siempre estaban compitiendo por serlo.

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Recuerdo la primera vez que salimos de la ciudad para tocar. Yo no estaba bien esa mañana. Fuimos a algún sitio pésimo en Nueva Inglaterra, al lado del océano, a un local asqueroso. Se llamaba Frolics, una sala de baile muy cutre que apestaba a cerveza, ¿sabes?

Y yo me estaba poniendo enfermo. Era invierno y hacía frío, y después volvimos al motel de mala muerte. He estado en algunos sitios muy chungos, pero ese hotel era repugnante. Además me estaba poniendo muy malo, tenía el mono. Cogí una manta y la puse encima de la pica, después dejé correr el agua. Me senté debajo de la manta, debajo de la pica, tratando de pensar que me encontraba sentado debajo de una cascada para olvidar dónde estaba.

Queríamos salir de ahí como fuese, pero sólo teníamos una furgoneta. Tuvimos que quedarnos tres días, y al tercer día yo estaba hecho un despojo. Odiamos estar fuera de Nueva York, y esa noche fue quizá la más fría que yo haya pasado. Y en cuanto acabamos de tocar apareció un poli, sacó un pistolón y dijo, “Tíos, ¡será mejor que toquéis más!”

El tío estaba más borracho que una cuba y esto siguió así durante una hora. Nosotros sólo queríamos largarnos y todo estaba tope desorganizado. A la mañana siguiente llamamos a Danny Fields, nuestro manager, y le dijimos, "Danny, ¡no vamos a hacer esto nunca más!"

Y él dijo, “Bueno, ¡mañana vais a tocar en tal sitio y en tal otro!”

CHINESE ROCKS

Escribí esa canción por despecho hacia Richard Hell, porque me dijo que iba a escribir una canción mejor que “Heroin” de Lou Reed. Me fui a casa y compuse “Chinese Rocks”. La hice yo mismo, en el apartamento de Debbie Harry entre First Avenue y First Street. Siempre escribía mis canciones repitiendo las estrofas y estribillos, como en “53rd & 3rd”. Siempre lo mismo y así simplemente poder repetir "My girlfriend's crying in the shower stall".

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Fui y se la enseñé a Richard Hell, y él añadió algo, metió esa línea que dice, “It’s hot as a bitch, I shoulda been rich, I shoulda been digging a Chinese ditch", así que le di algo de crédito. La gente es así; había esta competición entre nosotros, ¿sabes? Él me puso en esa posición. Le encanta discutir. No te digo que no sea listo, pero siempre tenía que ser el más molón y en realidad nunca lo fue, ¿sabes? De todos los que han tocado mi canción –de Lee Childers a Johnny Thunders y Richard Hell– ninguno me respetó nunca mucho como compositor. ¿Sabes?

Johnny Thunders me puso de los nervios con esa canción. No entiendo por qué se le metió tanto en la cabeza. Johnny Thunders era genial en todo lo que hacía, así que, ¿por qué tuvo que apropiársela? A ver, me encanta su tema “I Love You”, creo que es una gran canción, pero no tengo ni idea de por qué me robó “Chinese Rocks”.

Me daba cuenta de que “Chinese Rocks” era buena, pero también pensaba, “Tampoco es que sea la mejor canción del mundo”, ¿sabes?

Los Ramones dijeron que no iban a tocar “Chinese Rocks". Yo tenía un apartamento en 10th Street con esta chica, Pam, con la que estaba saliendo. Un día vino Jerry Nolan y le enseñé la canción. "Perfecta", dijo Jerry.

Así que le di la canción a Jerry y le dije, “Tíos, ¿por qué no la tocáis vosotros?”

Y cuando salió el disco de los Heartbreakers, L.A.M.F., la habían firmado como composición del grupo. Supongo que todos pensaron que reflejaba bien lo duro que es ser un yonqui, pero en realidad no sé por qué me la robó.

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SID VICIOUS

Cuando fui a Londres, Sid me seguía a todas partes. Él todavía no estaba en los Sex Pistols, y era un tío muy majo. Era como un niño pequeño, ¿sabes? Todavía no se le había ido la castaña. Era muy agradable e inocente.

Una noche montamos una gran fiesta. Era verano, y en Londres no hay aire acondicionado. Era en un sitio llamado Country Cousin o Country Club, donde todos montaban sus fiestas. Sólo servían cerveza y vino y todo el mundo iba fatal. Todo el lavabo estaba lleno de vómito, meados y mierda. En la pica, en los inodoros, en el suelo. ¡Por todas partes!

Era realmente desagradable, y Johnny Lydon o algún otro me preguntó, “Dee Dee, ¿necesitas algo?”

Yo dije, “Sí, ¡quiero algo de speed!”

Y de repente tenía una cantidad enorme de speed en la mano. Me puse a esnifar como un loco y me subió que no veas. Vi a Sid y me dijo, “¿Tú tienes algo para colocarse?”

Le dije, “Sí, tengo speed”.

Así que nos fuimos al lavabo y Sid sacó el instrumental. Puso un buen montón de speed en la jeringa y después metió la aguja en el inodoro, con todo el vómito y los meados, y la droga. Ni siquiera calentó la mezcla, sólo la agitó un poco. Se clavó la chuta en el brazo y le subió al momento.

Yo me lo quedé mirando, ¿sabes? Para entonces ya lo había visto todo. Él me miró obnubilado y dijo, "Tío, ¿dónde has conseguido este material?"

PHIL SPECTOR

Trabajar con Phil Spector fue una pesadilla. Para empezar, no teníamos dinero. Llevábamos juntos cuatro o cinco años y estábamos sin blanca. Nos alojábamos en un motel de mierda en Culver City, con el dinero justo para comprar dos putos tuinales y una cerveza al día. Y Phil estaba totalmente fuera de sus cabales. No he encontrado nunca a nadie más loco que él. Odiábamos su música y nos odiábamos los unos a los otros, pero yo le gusté bastante.

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Sacaba una pistola todo el rato, y le acompañaban dos tíos completamente armados. Johnny Ramones se ocupó del tema, le dijo a Phil que cortara con aquello o que nos íbamos. Entonces Phil le dijo, “Vale, tíos, ¡probad a iros! ¡No os voy a dejar!" Y nos quedamos allí sentados un par de días. Nos retenía con sus pistolas y tuvimos que quedarnos dos días en la sala de estar oyéndole tocar "Baby I Love You" una y otra vez [risas].

No sé lo que estaba bebiendo. No me lo podía figurar porque bebía de una gran copa de oro con un montón de joyas. Parecía Drácula bebiendo sangre, y le dije, “Phil, déjame probar eso…”

Él dijo, "Vale, Dee Dee", y era vino Manischewitz.

Le odié. No me gusta nada de él. No me gusta la gente del negocio de la música que es amarga e intenta demostrar algo con todas sus fuerzas. Él era así.

La grabación fue una pesadilla, no pudo ser peor. Una vez hizo que John tocara el acorde de guitarra con que se abre “Rock ‘n’ Roll High School” una y otra vez durante seis u ocho horas. Phil se quedó sentado escuchando, como en babia, y por fin Johnny le dijo, “Mira, ya no puedo seguir con esto. ¡Me vuelvo a Nueva York!

Phil dijo, “No, dale una oportunidad, hay algo que estoy intentando escuchar”. Y se quedó sentado ahí, en pleno estupor. Cada vez que Johnny tocaba sonaba igual. No sé lo que él estaba escuchando.

Phil se ponía muy violento cada vez que yo estaba cerca. Parecía que yo sacaba algo malo de él. Parecía estar compitiendo siempre conmigo para tratar de hacerme saber que él podía ser más duro que yo, y yo no le seguía el juego. Una noche por fin le puse en su sitio. Me puse serio de verdad con él. Tuve que hacerlo. Ya había aguantado suficiente.

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El disco tardó una eternidad en arrancar porque Phil ni siquiera nos decía dónde íbamos a grabar. Al final nos dio una lista de tres estudios, todos a 50 millas de distancia unos de otros, y dijo, “Llamad a éste todos los días a cierta hora y de ese modo sabréis dónde vamos a grabar”.

Así de paranoico era. Alquiló tres estudios y los pagó todos. Los tuvo esperando para hacer sesiones que había contratado semanas antes. Era todo una estrategia para demostrar que iba armado y cómo era su seguridad.

End of the Century fue nuestro disco más vendido, pero casi arruinó nuestra carrera porque la gente que lo compró vino a vernos, vinieron a oír “Baby, I Love You”, y tan pronto como nos poníamos a tocar se largaban. En nuestra siguiente gira sólo llenamos los locales hasta la mitad. Yo no me lo podía creer. No creo que nos recuperáramos del todo hasta que hicimos Too Tough to Die.

Estaba conduciendo con el grupo de camino de la compañía de discos en Nueva York y pusieron algún tema del End of the Century, creo que fue "I'm Affected". ¡No me podía creer lo mal que sonaba! ¡Era horrible! Y no me gustaba nuestra versión de “Baby, I Love You”. Nada de nada.

Algunas de las peores mierdas que he compuesto acabaron en ese disco. No quiero ni decir los títulos de los temas, pero ese era yo en mi punto más bajo. Después de oír el disco me dije, “¡La última vez!”

DEJAR LOS RAMONES

No sé cuándo dejé a los Ramones, no estoy seguro. Entre los últimos cinco o seis meses hice muchos cambios en mi vida. Dejé a mi esposa, dejé el grupo y dejé a mi novia, y fue duro, ¿sabes? Tenía que hacerlo porque tenía que ser yo mismo. No soy una marioneta. Ya no quería ser un chiquillo. No había crecido y muchas cosas de los Ramones me estaban irritando.

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Una cosa que siempre ha sido importante para mí es ser yo mismo. No compongo música según un cierto estilo por el que sea conocido o con el que esté familiarizado. Compongo como me siento dependiendo del momento. Escribo de forma actual. No trato de recrear el pasado, y ese era el rollo de los Ramones. Fue duro enfrentarse a eso.

También estaba más que harto de la imagen de crío, el corte de pelo de tazón y la chaqueta de motorista. Y la verdad, cuatro hombres de mediana edad tratando de parecer delincuentes juveniles es ridículo.

Lo que uno persigue es convertirse en un hombre, ya quieras ser un adulto o no. Yo creo que es mejor ser un adulto y sentirte lo bastante seguro contigo mismo como para no aferrarse a lo que ha funcionado con anterioridad.

Me estaba cansando de tocar en un grupo de revival. Mira, estaba tratando de decir algo sobre la vida y algo positivo. No sé si lo que estaba haciendo era lo correcto en su momento, y no creo que los chicos que compran los discos quisieran oír lo que yo estaba intentando decir. Yo iba a escribir canciones sobre ponerme de rodillas y rogar por la paz y todo eso, ¿sabes? Eso era lo que estaba haciendo, así era como me sentía, y era realmente duro hacer eso en los Ramones porque tienen muchos prejuicios, son muy intransigentes, muy de derechas. Y entonces yo me puse totalmente a la izquierda del campo de juego y eso estaba causando problemas.

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Nadie en el grupo estaba realmente creciendo conmigo, lo cual es bastante extraño porque no había nadie en ese grupo más autodestructivo de lo que yo era. Yo era el gran problemático del grupo. Les hice pasar mucho dolor, pero ellos me dieron a mí tanto como yo les di.

Los Ramones no defienden otra cosa que el puro odio.

Ahora que puedo escribir lo que yo quiero escribir y no tengo que censurar lo que escribo, están saliendo de mí cosas increíbles que no sabía que tenía. Siempre supe que podía componer una buena canción, pero ahora escucho cualquier disco de los Ramones y hay pocas cosas en él con las que yo me sienta feliz.

Por supuesto, Joey escribe sus canciones de amor, llorando por su corazón roto, algo que me parece embarazoso. Yo siempre he pensado que una estrella del rock nunca debe tener el corazón roto. Él debería romper corazones y ser un mujeriego, no estar quejándose. Eso es lo que Joey ha hecho en todas sus canciones. A mí ya me estaba cabreando mucho.

Así que empecé a intentar componer de un modo más serio. Creo que lo hacía para restregárselo a ellos en los morros. Ahora no sé si eso era lo más adecuado para el grupo, pero en mi opinión el rock’n’roll debería ser tres palabras y un estrillo.

Y las tres palabras deberían ser suficientes para decirlo todo.

En 1975, Legs McNeil fue el cofundador de Punk Magazine, y esta es en parte la razón de que tú sepas qué significa esa palabra. También es el autor de Por favor, mátame, lo que le convierte en algo así como en el Studs Terkel del punk rock. Además de su columna para VICE sigue escribiendo en su blog personal, pleasekillme.com

Síguelo en Twitter - @Legs__McNeil

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