El otro día, una amiga publicó en Facebook que le gustaba mucho la manera en que la quinta temporada de Orange Is The New Black presenta a un personaje musulmán polígamo de forma matizada y sin estereotipos. A pesar de que no la había visto, quería escuchar más sobre ese personaje. Desafortunadamente el primer comentario sobre su post cerró la discusión por completo: “¡Cállate, no lo spoiles!”.
Y por eso mi amiga no nos regaló un punto importante de la trama –lo único que hizo fue mencionar que a ella le gustaba mucho un personaje que es muy inusual. En vez de involucrarse más en cómo más medios podrían hacer algo bueno por las mujeres musulmanas, la conversación se topo con pared de inmediato porque mi amiga no siguió la regla número uno de las redes sociales: no revelar nada, por insignificante que sea, sobre alguna serie o película que alguien podría no haber visto todavía.
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Esta situación me frustra, en parte porque no la entiendo. No puedo imaginar que una historia me va a gustar menos porque ya sabía cómo terminaba antes de verla. Una buena pieza de ficción debe tener más que el elemento de sorpresa. Aunque me siento totalmente neutral hacia los spoilers por las cosas que me gustan, agradezco cuando descubro que algo tiene un giro decepcionante en el final antes de desperdiciar una noche para verlo.
Hubiera buscado spoilers antes de ver la película que salió hace poco: It Comes at Night , que se comercializó como una película de terror (mi género favorito), pero realmente fue más un thriller psicológico (paso). Durante las primeras semanas que salió, todo el mundo tuvo mucho cuidado de no decir el final. Por lo tanto, me agarró totalmente desprevenida que en lugar de un monstruo o un apocalipsis zombie, la película era más bien de una paranoia y locura que culminaba en la ejecución de toda una familia –madre, padre e hijo de tres años.
Soy mamá de un niño pequeño, y fui a ver It Comes at Night con un amigo fan del terror que también es papá. Si hubiéramos sabido cómo iba a terminar la película, no hubiéramos pagado ni un centavo por verla. Los dos salimos del cine sintiéndonos asqueados, manipulados, traicionados –y furiosos de que nadie se preocupó lo suficiente como para subir una buena reseña del final.
Claro, pude haber intentado encontrar una sinopsis de argumento, aunque nada me garantiza que hubiera tenido éxito. También, según yo, no existe una clasificación que diga que eres apto para ver morir a un niño de forma violenta en los brazos de su madre gritando. Simplemente no se me hace buena idea que un director le deje ver algo así a su audiencia. No está bien que te sorprendan o te entretengan con el asesinato de tres personas, quisiera poder evitarlo si quiero.
Cuando Poussey Washington murió en Orange Is the New Black, el internet estaba lleno de protestas de mujeres negras y mujeres de la comunidad LGBTQ que estaban furiosas por el asesinato de un personaje que significaba mucho para muchos. Otros defendieron la serie por escoger evidenciar la brutalidad que se vive en las correccionales, creyendo que tenía el potencial de provocar el cambio social que se necesita. Sin embargo, todos los fans estaban de acuerdo en que ni el peligro de explotar el trauma racial para el entretenimiento ni la responsabilidad de los creadores de evidenciar el abuso sistemático eran tan importantes como el hecho de que la muerte de Poussey había sido “spoileada“.
Con la nueva temporada de Game of Thrones ya al aire, toda la gente en las redes sociales está muy preocupada por los spoilers. Hace poco un amigo amenazó con eliminar de su Facebook a cualquiera que le arruinara Game of Thrones –”también en la vida real”. Me puse a pensar en todas las veces que la serie ha utilizado la violación, el abuso doméstico, la tortura o el asesinato como un punto crucial en la trama, y en toda la gente que debería o necesita hablar de eso. Pero los demás los callan si lo intentan, porque el entretenimiento de otras personas tiene prioridad antes que su dolor.
Me acuerdo que al día siguiente de que Buffy, la cazavampiros llegó a su fin llegué a la escuela lista para llorar con mis amigas por la muerte de Buffy. Ahora suena exagerado, pero a los 13 años podría haber sido la pérdida más significativa en mi vida. De verdad me dolía. (Cabe recalcar que he visto esa escena una docena de veces desde entonces, y el impacto emocional sigue siendo igual).
¿Cuándo se decidió de manera colectiva que ver la televisión o leer libros debe ser algo que se hace únicamente a solas, sin ensuciarlos con los pensamientos de los demás? Para mí, hablar de lo que acabo de ver y escuchar las interpretaciones de otras personas es de mis partes favoritas de mi relación con la ficción. No estoy diciendo que todos deberían pensar como yo, pero no estoy lista para aceptar que pensar así me hace una paria.
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La insistencia de que una ficción me sorprenda se ha vuelto casi tautológica: es malo spoilear algo porque eso lo arruina. En lugar de aceptar que no existe ninguna conversación pública que pueda pasar hasta que haya transcurrido una cantidad predeterminada de tiempo, me gustaría cuestionar por qué estamos tan preocupados por los spoilers en las redes sociales. Para muchos espectadores que viven con la opresión y el trauma de la vida real, ver el mismo tipo de violencia en la pantalla puede despertar emociones que necesitan ser procesadas. Y cuando les niegas el espacio para hacer eso, podrías estar spoileando mucho más que sólo una película.