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Lo que comenzó como una pequeña demanda presentada por cuatro ex conductores de Uber contra el titan tecnológico ha tomado forma en a una gran demanda que potencialmente puede paralizar la industria y podría obligar a la empresa a replantearse todo su modelo de negocio.
La fiscal Shannon Liss-Riordan presentó primero una demanda contra Uber en 2013, en nombre de cuatro ex conductores de la empresa en San Francisco que reclamaban un reembolso por sus gastos. Uber afirma que no está obligado a pagar costes como el combustible, el seguro, o el mantenimiento de los vehículos ya que los conductores no son empleados, sino contratistas independientes.
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El pasado septiembre, el juez del Tribunal de Distrito de EEUU Edward Chen concedió el estatus de demanda colectiva, despejando el camino para que los conductores de todos los estados puedan ser incluidos. Uber luego trató de limitar el tamaño de esa clase de demanda, aduciendo que muchos de sus conductores habían firmado una “cláusula de arbitraje” — un acuerdo legal diseñado para obligar a los empleados a resolver quejas fuera de los tribunales que les prohibe presentar una demanda contra la compañía. Uber insertó la cláusula silenciosamente en sus acuerdos con los conductores en 2014.
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Pero el miércoles 9 de diciembre, el juez Edward Chen rechazó la validez de la cláusula de compromiso, ampliando el grupo de conductores con derecho a demandar a Uber a 160.000. Calificó la cláusula de “procesal y sustancialmente inconcebible”, ya que no dejaba alternativas claras para los conductores.
“Miles de conductores de Uber serán cubiertos por el caso y exigirán la restitución del pago de losgastos atrasados si prevalece”, dice Liss-Riordan a VICE News después de la sentencia. “Estamos deseando que llegue el juicio el próximo junio”.
La cuestión es cómo Uber clasifica su enorme flota de conductores, que aportan más de 2 mil millones de dólares en ingresos para la empresa cada año. La demanda exige el pago retroactivo y el reembolso de los gastos de los conductores, y demanda a la empresa renovar por completo su relación con los conductores.
Mientras cientos de miles de conductores se ganan la vida a través de Uber, la compañía ha optado por clasificarlos como “contratistas independientes”, y como resultado de ello no tiene que pagar su seguro de salud, compensaciones de ningún tipo, ni asumir ninguno de las típicos gastos que los empleadores están obligados a asumir.
En un comunicado enviado por correo electrónico a VICE News, Uber dijo que es obvio que los controladores no trabajan para la empresa, y que son independientes.
“Los conductores utilizan Uber en sus propios términos, controlan el uso de la aplicación dónde y cuándo conducen”, afirmó la compañía. “Como empleados, los conductores perderían la flexibilidad laboral que tanto valoran”.
En efecto, si los conductores consiguieran la clasificación de empleados de Uber también tendrían que seguir las leyes de salario mínimo y otras regulaciones costosas que los empleadores regulares están obligados a seguir.
Liss-Riordan, la abogada que representa a los conductores, rechazó equiparar la flexibilidad con la condición de contratista independiente.
“Nosotros no estamos desafiando al sistema de flexibilidad de los trabajadores de Uber”, dijo. “Uber ha decidido que su sistema funciona mejor cuando los conductores deciden cuándo conectarse. Nada en nuestro caso desafía ese aspecto del sistema. Simplemente estamos diciendo que cuando los conductores están trabajando para Uber, son empleados de Uber bajo la ley y deben recibir las protecciones salariales que todo empleado recibe”.
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El cargo por clasificación errónea de empleados es una compleja cuestión jurídica que depende de qué grado de control ejerce la empresa sobre los trabajadores. En California, donde se está desarrollando el litigio principalmente, de acuerdo con el Departamento de Relaciones Industriales de California, la cuestión se centra en si el empleador — en este caso Uber — “tiene el control o el derecho de controlar al trabajador, tanto en cuanto al trabajo realizado y la forma y los medios en los que se lleva a cabo”.
La clasificación de los empleados se decide caso por caso, y los tribunales recurren a demandas previas, así como a reglamentaciones, para decidir si un conjunto de trabajadores son contratistas o empleados. Este verano, en una señal de que los reguladores de California pueden favorecer la posición de Liss-Riordan, la Comisión Laboral de California dictaminó que la conductora de Uber Barbara Ann Berwick era de hecho una empleada de la empresa y no una contratista. “Sin ella no existiría Uber”, dijo la comisión en el fallo que concedió a Berwick más de 4.000 dólares por reembolso de gastos.
Sobre la base de la misma lógica que la comisión de trabajo, Liss-Riordan ha argumentado que Uber puede despedir a sus conductores, obligarlos a aceptar una cierta porción de viajes y hacerles cumplir normas del lugar de trabajo, lo cual lo torna efectivamente como empleador bajo la ley de California. Pero Uber ha sostenido durante mucho tiempo que, dado que los conductores escogen sus propias horas, y que pueden utilizar la aplicación siempre que lo consideren oportuno, el papel de la empresa es el de un facilitador pero no de empleador.
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El caso actual es visto como un referente para el futuro de la relación conductores-Uber. Durante los últimos dos años, Liss-Riordan ha estado trabada en una pelea pública con la empresa. Después que Uber presentó al tribunal el testimonio de 400 conductores que afirmaban querer seguir siendo contratistas independientes, Liss-Riordan descubrió que 50 de esos conductores en realidad afirmaban que querrían ser empleados después de todo, y que Uber les había pedido rellenar un incomprensible cuestionario del que luego la empresa se había valido como prueba.
El caso está siendo seguido de cerca, ya que podría tener mayor impacto en la llamada “economía colavorativa”. Decenas de grandes compañías tecnológicas como TaskRabbit, HomeJoy o el competidor de Uber, Lyft, también estructuran sus relaciones con los trabajadores de la misma manera.
Tras el fallo del juez Chen del 9 de diciembre, Uber se ha esforzado en destacar que la sentencia no tiene nada que ver con el argumento de contratista independiente. La posibilidad de llevar a cabo una demanda colectiva no es garantía de que los demandantes ganen el litigio, explicó la compañía mediante un portavoz, y agregó que los líderes de la empresa están muy seguros de que vencerán en el juicio de junio.
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