El pasado jueves durante un par de adorables horas, los periodistas chinos parecían perder el tiempo en sus computadoras buscando casualmente actualizaciones del draft y haciendo planes para el fin de semana. Zhou Qi del equipo Xinjiang Tigers —una figura familiar del basquetbol chino— era una apuesta segura para ser escogido en el Draft de la NBA, e incluso cuando empezó a caer en el listado todo mundo lo tenía como candidato seguro que su fichaje pudo haberse escrito una semana antes. “Zhou se convierte en el primer jugador chino en ser seleccionado en una década”, o algo parecido. De repente, todo mundo se ve sorprendido para el medio día.
Poco tiempo después de que Zhou es elegido por los Rockets de Houston, otro nombre familiar es anunciado. Wang Zhelin, ídolo del basquetbol chino, es escogido para ir a la NBA vía Memphis. Entre tanto alboroto por confirmar las fuentes, los escritores chinos tenían, de la nada, una dramática historia en sus manos. “¡Doble felicidad!” aparecía escandalosamente como encabezado de Sina Sports, uno de los sitios más grandes de China, mientras que la página web en inglés Shanghaiist, dejaba ver su alivio al publicar que “la sequía de diez años” había terminado.
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Los sesenta minutos que transcurrieron para seleccionar a Wang y Zhou representan la hora más importante para el basquetbol chino desde el auge de Yao Ming. Por más de una década, China soñó con otro de sus compatriotas emulando los logros de Yao; hasta la fecha sigue siendo venerado en China tanto como cuando jugaba en la NBA. Es difícil imaginarse a otro jugador que pueda superar los logros de Yao aunque, luego de años de espera, China cuenta repentinamente no con uno, sino dos atletas con boletos de primera fila.
El hecho que Zhou haya sido nombrado tampoco debería ser una sorpresa, incluso para los televidentes atentos al draft. El espigado protector del aro ha sobresalido en sus dos años como profesional y también es parte esencial del equipo nacional. Los rumores de que Zhou podría ser dos años mayor de lo que es en la lista también se acabaron. Cuando Houston lo seleccionó en el turno 43, todo pareció casi inevitable.
Los Rockets, conjunto que cultivó cuidadosamente su reputación como “el equipo de China” durante y después del reinado de Yao, sabían lo que estaban haciendo. Al seleccionar a Zhou reforzaron su relevancia con un gigantesco mercado de consumidores, y obtuvieron un talento en bruto que ya es visto como un defensivo sobresaliente.
Sin embargo, Wang Zhelin, representa un caso mucho más complicado. Hace cuatro años, el pivote del Fujian Sturgeons era taquillero y casi fue seleccionado para formar parte del plantel chino de los Olímpicos de 2012. Sus estadísticas de novato, 20.3 puntos y 12.9 rebotes, dejaban que este niño gigantesco era cosa seria.
Pero entonces el Fujian, uno de los equipos más débiles de China, usó a su joven estrella como gallina de los huevos de oro. Lo explotaron de maravilla, dándole minutos pero poniendo poca atención a su crecimiento. Con el tiempo, su promesa se fue apagando, conforme fallaba para cumplir las expectativas y su equipo se quedaba atrás. Gran parte de la temporada pasada se la pasó recuperándose de una lesión de rodilla. La idea de que Wang Zhelin fuese jugador de la NBA era descabellada.
Aunque Wang había contratado a un representante de cara al draft, pocos se imaginaron que el jugador de 22 años sería seleccionado hasta la mañana del draft, cuando un artículo de ESPN lo mencionó al final de sus predicciones. “¿Se volverá a encender la llama [para Wang]?” era el encabezado de una apresurada nota en una página web china. Obviamente era algo maravilloso para Wang ser mencionado —honestamente había pasado mucho tiempo— pero era fácil especular hasta que Memphis soltó la bomba.
Ahora, el meollo del asunto para Wang es la adaptación —Memphis está bastante lejos de las montañas de la provincia de Fujian, y crecer en la NBA es mucho más difícil—. Pero si Wang logra mejorar su nivel, los fans de los Grizzlies tendrán algo con qué entusiasmarse, ya que Wang es un jugador que disfrutará aprender del profesor Zach Randolph. Aunque es considerablemente menos hábil que Zhou, Wang es tan fuerte como un roble, y su estilo de la vieja escuela lo convierte en una adición natural para Memphis.
Para este punto, a China le encantaría ver a Wang y Zhou jugando en toda la Unión Americana tan pronto como sea posible. El ciclo inconstante de noticias y minúscula atención sobre el basquetbol chino significaba que muchos se habían olvidado de Wang hasta su sorpresiva elección por parte de Memphis. Verlo en el mayor escenario del baloncesto será un increíble regreso de un jugador que había sido descartado por su pérdida de talento antes de cumplir los 23 años.
En cuanto a Zhou, jugar para Houston completa su coronación como el sucesor de Yao. En efecto, los dos comparten similitudes. Ambos son hijos únicos de ex jugadores y ambos le deben su crecimiento al mismo entrenador. Liu Qiuping, el veterano entrenador del Xinjiang que ayudó a pulir el juego de Zhou, es el mismo que, 20 años atrás, reclutó a un Yao de 17 años para que jugara en el equipo de los Shanghai Sharks. Yao declaró que espera ver a Zhou portar su viejo número 11 sobre la camiseta de Houston.
Sin importar cuál de los dos jugadores la rompa primero, todo parece indicar que la maldición de Yi Jianlian se ha acabado, y que los jugadores chinos están por regresar a la NBA. En EE.UU, son sólo dos apuestas entre muchas; en China, los encabezados le pertenecen sin duda a Wang y Zhou. Aún falta por ver si ambos seguirán compartiendo las mismas portadas, aunque ninguna selección de segunda ronda será vista con tanta atención y por tanta gente como la de estos dos.