A Luciana Viera le dicen Luli. Es una mujer trans, Licenciada en Comunicación Social y Relaciones Públicas, trabaja como comunicadora en dos asociaciones: Asuntos del Sur, precursora de estrategias democráticas en la región y en la Mocha Celis, el primer bachillerato público y gratuito para personas travestis y trans a nivel mundial. También es docente universitaria en dos instituciones privadas y militante. “Lucho por la inclusión de las personas trans en una sociedad que le falta un montón”, dice.
Luli es argentina y una de las pocas personas trans que está inserta dentro de un trabajo formal. Dice que tuvo suerte. Pese a algunos obstáculos, su familia la apoyó en la transición, una experiencia que casi no vio en muchas de sus compañeras y compañeros dentro de las masculinidades trans. “Una vez que asumimos nuestra identidad de género vivimos una violencia sistemática, primero por parte de la familia, después por parte de la sociedad; que no comprende, que tiene miedo, que no conoce. Que oculta, que nos oculta”.
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A pesar de convivir con miradas discriminatorias, rodeada de murmullos y comentarios explícitos sobre su condición de género, Luli pudo terminar sus estudios en una universidad privada donde era la única mujer trans dentro de una institución de aproximadamente 700 alumnxs. Si bien la mayor parte de las personas trans asisten o asistieron al sistema de educación formal, la tasa de deserción es alta. “En las identidades trans se estima que solo el 6% completan sus estudios terciarios y universitarios en Argentina. La causa más frecuente son motivos de discriminación o bulling entre compañerxs o docentes”, cuenta Luli.
Cupo laboral trans y el acceso al trabajo formal
El trabajo sexual continúa siendo, hasta la actualidad, la salida laboral más frecuente para las mujeres trans. Según Luli “el 60% de las mujeres trans se dedica a la prostitución”.
En Argentina, en septiembre del 2020, se estableció, a partir del Decreto 721/2020, que los cargos de personal dentro del Sector Público Nacional deberán ser ocupados en un 1% por personas travestis, transexuales y transgénero, ya sea que hayan realizado o no la rectificación registral del sexo, nombre y/o expresión de género.
La Ley de identidad de género, en vigencia en este país desde el 2012, hace un gran aporte dentro de un sector que históricamente se encuentra vulnerado y discriminado. Sin embargo, según Luli, aún queda trabajo que hacer en la inserción de las personas travestis, trans y no binarias en el empleo formal, más allá de la regulación de la identidad. “El decreto fue un gran avance pero todavía falta la Ley Nacional de Cupo Laboral Trans”.
Alba Rueda, subsecretaria de Políticas de Diversidad de la Nación, sostiene que la exigencia de esta ley acompaña una implementación más amplia. “La ley amplía la noción de decreto. El decreto abarca el sector ejecutivo nacional y con la ley se abarcaría no solamente el legislativo sino también el judicial; esto implicaría directamente en la base de implementación del cupo generando miles de puestos de trabajo”.
“Este es el primer año donde vamos a llevar adelante la implementación del cupo, luego de cumplir con los trámites del decreto. Una de las cuestiones a destacar es que se prevé formaciones en el empleo para las personas que apliquen a los puestos de trabajo y formaciones en las áreas de Recursos Humanos que van a ir en dos cortes y que abarcaran a tres mil personas a través del INAP”, sostiene Rueda.
El asesoramiento a sectores de Recursos Humanos que marquen un acompañamiento y enseñen políticas de inclusión de género es fundamental. Luli cuenta que hace algunos años pasó por experiencias horribles donde, habiendo llegado a la última instancia de una entrevista, le negaron un puesto de trabajo. “Recuerdo una entrevista traumática donde me presenté para ser recepcionista y, cuando llegué a la última instancia, luego de haber pasado varias, la chica me dijo: ‘nosotras buscamos una mujer, pareces una mujer pero no lo sos’.
“Todavía existen prejuicios y desinformación por parte de las personas que nos contratan y trabajan con personas trans. Se pone en cuestionamiento cómo llegaste a ese puesto, tu capacidad profesional, el baño al que vas y cómo figura tu nombre en los registros preocupacionales. Es necesario que la sociedad avance en cuestiones básicas de convivencia, donde no nos sintamos en constante evaluación que anteponen nuestra identidad de género sobre nuestra capacidad intelectual”, concluye.