Los discos de ruptura y las canciones como reality show

Bob Dylan y Suze Rotolo. El principio de las canciones-reality. Foto vía.

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“¿Escucho música pop porque estoy trste o estoy triste porque escucho música pop?” se preguntaba el protagonista de Alta Fidelidad, regocijándose en esta idea como un niño rascándose su propia herida. Hay una lista interminable de discos que ahondan en esta idea, casi un género en si mismo. Son los discos de ruptura. Discos dónde sus autores explican con todo lujo de detalles sus últimos días en pareja y todo lo que rodeó a ese doloroso momento, como si se tratase de un impúdico Gran Hermano dirigido por sus mismos protagonistas.

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Hace falta bastante coraje para explicar tu vida sin adornos a cientos de miles de desconocidos, pero tampoco sabemos si es un coraje positivo o si por el contrario acabaron por romper del todo los lazos con sus silenciosos co-protagonistas. En cualquier caso, repasamos algunos de estos discos para que vosotros mismos juzguéis.

BOB DYLAN Y EL DISCO DE RUPTURA DEFINITIVO

Bob Dylan ha explicado mil veces que Blood On The Tracks no trata sobre la ruptura con su mujer Sara. En su día dijo que era un disco basado en los cuentos de Chéjov, e incluso años más tarde se enfada hablando de ello explicando que sus canciones no son confesionales. En las notas de Biograph explicaba que el hecho de que tratase de emociones reales no implicaba que las historias lo fuesen también. “La emoción no tiene nada que ver, es lo mismo que hace que Laurence Olivier te parezca Hamlet”, contaba. Pero lo cierto es que incluso su hijo Jacob Dylan piensa que las letras disco se basan en las conversaciones de sus padres entonces.

El disco entero son diez canciones a corazón abierto que hablan de una ruptura y sus devastadoras consecuencias. Es un disco descorazonador y amargo, pero por extraño que parezca podría haber sido peor: En la primera versión de disco hablaba del momento en que tendría que decirles a sus hijos que mamá había salido de viaje o, de forma bastante mezquina, sobre las chicas que estarían guiñándole el ojo en la puerta de casa. Por suerte, al reescuchar lo grabado decidió volver al estudio para suavizar alguna de las canciones más bestias –Las versiones primerizas acabarían formando parte de los recopilatorios Biograph y The Bootleg Series 1-3-, pero como el mismo Dylan apuntaba más arriba, lo importante no era tanto los posibles detalles autobiográficos como el sentimiento que albergaban. Eso se mantuvo intacto, creando una piedra de toque que daría nombre a todos los discos de ruptura que vendrían. “Fulanito ha grabado su Blood On The Tracks” se convirtió rápidamente en un tópico del rock pero la verdad es que no hay ningún disco como este. Y tampoco era la primera vez que lo hacía.

Siete años antes, en 1967, había grabado “Ballad in plain D” sobre su ruptura con Suze Rotolo –la chica que aparece con él en la portada de The Freeweelin’ Bob Dylan– y un año después de la publicación de Blood On The Tracks , volvía a la carga con una canción titulada “Sara”, donde le pedía a su reciente ex-mujer que le perdonase y volviesen a su vida juntos. En la biografía de Dylan que escribió Howard Sounes, Jacques Levy –presente en las grabaciones- explica que el día que grabaron esa canción, Sara estaba de visita al estudio y que estuvo presente mientras Bob Dylan grababa toda su parte en una sola toma. En la canción, Dylan le recordaba las vacaciones en la playa con sus hijos, un viaje a Portugal e incluso cuando le escribió “Sad-eyed lady of the Lowlads”. Separados sólo por el cristal que divide las salas del estudio y rodeados de un extraordinario silencio. Después de aquello Sara y Bob se reconciliaron, pero durarían poco más de un año hasta separarse definitivamente.

COUNTRY JOE MCDONALD LE CANTA A JANIS JOPLIN

Antes de Blood On The Tracks, ya existían las canciones de ruptura. Una de las más bonitas es sin duda “Janis” de Country Joe And The Fish, sobre el final de su relación con Janis Joplin. Cuenta McDonald que la escribió a petición de la misma Janis justo después de su separación, cuando ella le pidió que le hiciese una canción antes de que se alejase demasiado de ella. Unas semanas después escribió una de los himnos que formarían parte de su debut, una preciosa canción de ruptura sin su lado amargo que habría sido imposible concebir pocos meses después, cuando su relación se había convertido en un cúmulo de desencuentros que solían írseles de las manos a causa de las diferentes drogas que tomaban y sus nuevas vidas separados.

LA IMPÚDICA BUSQUEDA DE JONI MITCHELL

Se dice que cuando Kris Kristofferson escuchó Blue, le pidió a Joni Mitchell que “guardase algo para ella”. Así de bestias sonaban sus canciones para todo el que la conocía un poco. “Me sentía como el envoltorio de celofán de un paquete de cigarros. Sentía que no tenía ningún secreto en el mundo y con no podía pretender ser fuerte con mi vida. O ser feliz”, cuenta la misma Joni sobre su manera de escribir entonces. En este disco hay canciones sobre el dolor que causa su deseo de emancipación –dolor propio y ajeno-, o momentos vitales tan terribles como “Little green”, donde explica pocos años más tarde, el momento en que dio en adopción a su hija.

Algunas de estas canciones tienen nombres propios detrás como Graham Nash, de quien se acababa de separar, o su primer ex-marido Chuck Mitchell, personaje central de “The last time I saw Richard”, pero no hay otra protagonista que la propia Joni y su búsqueda del amor sin abandonar su libertad personal. Feminista, impúdico, sentimental y uno de los mejores discos de la época.

LOU BARLOW A UN PASO DEL ACOSO

Podemos seguir la relación de Lou Barlow con su novia, ex-novia, mujer y finalmente ex-mujer Kathleen Billus a lo largo de más de 20 años. En 1991 lo acababan de dejar y Lou no podía pensar en otra cosa, de modo que se encerró en su cuarto con una grabadora barata y se puso a componer canciones sobre ello con la esperanza de recuperarla. Varias de estas canciones las incluiría en Bubble and Scrape, una de las obras maestras de Sebadoh. Como disco de ruptura es algo extraño, porque incluye bastantes canciones de sus compañeros Jason Lowenstein y Eric Gaffney que no tienen nada que ver con su vida, pero quedó marcado por la misma.

Años más tarde se avergonzaría por haber sido tan explícito, diciendo que alguna de esas canciones estaba a “un solo paso del acoso”. Visto con el tiempo es algo viscoso y pusilánime, pero canciones como “Soul and fire” o “Think (let tomorrow bee)” todavía ponen la piel de gallina y te devuelven a la adolescencia. Tampoco debió ser tan grave de todos modos porque Lou y Kathleen volvieron al poco tiempo, se casaron, tuvieron hijos y vivieron una vida con algún que otro altibajo que –como podéis imaginar- fue apareciendo en discos posteriores. Su divorcio definitivo fue uno de los temas protagonistas de la vuelta de Sebadoh en 2013, Defend Yourself. Lou, basta ya con esto tío.

BJÖRK ANTES Y DESPUÉS DE SU RUPTURA

La historia de los discos de ruptura llega hasta nuestros días en formas extrañas. El año pasado Björk volvía a la actualidad con su mejor disco en años, Vulnicura, donde hablaba de sus sentimientos antes y después de la ruptura con su pareja Matthew Barney. En él, Björk canta sobre el dolor, el terror y el vacío al acabar con su relación. Y lo hace de un modo descarnado, sin escudos. Tanto que ni siquiera pudo acabar la gira de presentación del mismo, cancelándola después de 16 conciertos por puro agotamiento emocional.

Sobre Vulnicura, la islandesa explicó con pelos y señales todo el proceso en entrevistas como esta en Pitchfork donde explicaba sus luchas internas mientras lo escribía y cómo esperaba que el Karma la compensase por todo ese dolor trayéndole algo bueno a su vida. Tanta angustia le provocó que incluso decidió filtrarlo bastante antes de la fecha anunciada porque no podía guardarlo más tiempo para ella sola. El resultado es una barbaridad. Es impresionante seguirla con el libreto del disco en la mano, donde especifica el momento en que fue escrita cada canción, dándoles una temporalidad alrededor de la ruptura. Así sabemos que la desoladora “Black lake” está escrita dos meses después de la ruptura, o “History of touches”, sobre el miedo a que sea la última vez que lo hace con su pareja, tres meses antes de que todo finalizase.