No le gusta planear su trabajo. Cuando le apetece, y teniendo en cuenta los momentos de la semana en los que sabe que habrá más clientes, se conecta. Entonces avisa de que va a comenzar su sesión con una foto provocativa en Twitter acompañada del enlace a su chat, el cual obtiene innumerables retuits. Tiene más de 40.000 seguidores en la red social del pajarito simpático y un buen número de clientes habituales que acuden a su chat en Cumlouder buscando satisfacer sus necesidades sexuales y, hasta a veces, psicológicas. A los de siempre, que se dejan centenares de euros mensuales en sus sesiones, les avisa por privado. "A veces me siento mal porque noto que alguno de mis clientes se está obsesionando demasiado conmigo y siento sensaciones contradictorias sobre si debo seguir alimentando su obsesión o calmarla, autoperjudicando de esta manera mi negocio".Sus padres no saben que ella es webcamer. Y eso que ya ha celebrado su tercer aniversario dedicándose a ello. "La verdad es que no pensaba que duraría tanto". Cuando comenzó le invadió la curiosidad de usar su cuerpo laboralmente. El hecho de que fuese sexóloga acrecentó ese interés. "Me gusta mucho conocer la gente dentro del chat. Todo lo que se callan las personas en la vida real me lo cuentan a mí. Desde problemas de trabajo, a que añoran a su ex, a que su matrimonio no funciona o hasta los que simplemente entran para presumir, para que tú seas la que te excites con ellos. A éstos les suelo hacer poco caso. Se equivocan de webcamer si pretenden eso". Muchos de ellos llevan anillo.
Publicidad
Publicidad