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El ‘arrocito en bajo’, esa fantasía que existe sobre todo en tu cabeza

Ilustración de Grace Wilson

Desde que Alex* y yo nos conocimos en una fiesta de Halloween organizada por una amiga y descubrimoss nuestra mutua adoración por el juego Magic: the Gathering, él me invitó a echar una partida en su apartamento. El tema de la atracción romántica ni se me pasaba por la cabeza, pero llegué a mi cita llevando maquillaje.

En dichos encuentros (quizá intencionadamente) mantuvimos conversaciones explícitas sobre nuestra vida sexual. Dormimos en la misma cama dos veces y nos acurrucamos “platónicamente” tres veces.

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Cuando más tarde fuimos match en Tinder, él me envió un mensaje diciendo “¡Te encontré!”, pero yo fingí no haberme dado cuenta.

No creía que las cosas pudieran funcionar entre nosotros. Él parecía más interesado en el sexo casual y de vez en cuando hacía comentarios que me tocaban la fibra pero en el mal sentido. Sin embargo, en mis momentos de más soledad mi imaginación se desataba y reproducía una y otra vez una historia descaradamente inspirada en el cliché de “mejores amigos que se convierten en amantes”.

Cuando empecé a verme con mi novio, Alex fue de los primeros en conocerlo. Le dio el visto bueno y lo describió como “dulce”, pero cada vez que tenía dudas sobre mi relación y me preguntaba qué sucedería si dejara a mi novio, Alex era una de las primeras personas que me venían a la cabeza.

Alex no estaba “en el banquillo”, es decir, en mi lista de posibles opciones en caso de que mi primera opción no saliera bien. Era más como si nos hubiéramos puesto el uno al otro en la lista de “reserva”: teníamos una especie de comprensión mutua, aunque no lo habíamos hablado, de que una relación entre nosotros dos no funcionaría en ese momento, pero si cambiaban algunas cosas… ¿Quién sabe?

Resulta reconfortante saber que cuando estás aburrido tienes a alguien que te va a decir “bonito culo”

Cuando situamos a nuestros amigos, conocidos o colegas de juerga en la categoría de “arrocito en bajo” no estamos jugando con ellos. Realmente somos capaces de imaginar una relación con ellos, pero no queremos que suceda en ese momento, ya sea porque tenemos otras prioridades, porque tenemos otra pareja, porque existen incompatibilidades que creemos que algún día podrían resolverse o simplemente porque no es el momento adecuado.

Las personas que mantienen este tipo de relaciones “sienten un cariño genuino por la otra persona, pero entienden que la relación presenta lo que ellos perciben como una probabilidad muy elevada de fracaso”, explica Allen Wagner, terapeuta profesional especializado en temas matrimoniales y familiares.

Cuando Sabrina conoció a su “arrocito en bajo” en una web de citas, ella estaba con un hombre casado y ambos lidiaban con problemas de salud mental. Ninguno de los dos estaba en una situación adecuada como para ponerse a salir en serio, pero conectaron y se hicieron muy amigos. “Como estábamos atravesando una mierda tan parecida nos resultó fácil abrirnos el uno al otro”, dijo.

Alice* ha relegado a más de un “arrocito en bajo” porque le daba miedo arriesgarse a arruinar la amistad que mantenía con ellos. “Si mi relación con ellos va más allá, normalmente me paso el día fantaseando con situaciones en las que estamos juntos y acabo creyéndome que realmente podríamos estar juntos en algún momento, pero por supuesto no en el presente porque me daría demasiado miedo y se estropearía todo”, dijo.

La ubicación es otro gran factor que contribuye a catalogar a otra persona como “arrocito en bajo”. Abe me contó que él y muchas de sus ex se pusieron mutuamente en la categoría de “arrocito en bajo” cuando se mudaron, esperando que podrían retomar sus romances cuando se volvieran a reunir. Hasta la fecha nunca le ha funcionado.

Matt Hunter, fundador del servicio de coaching para relaciones cambyo, se ha encontrado con muchas personas que no saben en qué ciudad se van a establecer y desean tener opciones abiertas en diferentes lugares. Incluso él mismo ha colocado a algunas mujeres en la categoría de “arrocito en bajo” con la esperanza de que acabarían viviendo en el mismo sitio y su atracción hacia la mujer en cuestión aumentaría.

Otro hombre, Michael, comparte con frecuencia mensajes de texto (y hace sexting) con su “no-es-mi-novio”, un chico que vive a cuatro horas de distancia y con quien tuvo unas cuantas citas antes de mudarse. Aunque Michael cree que las cosas nunca podrían funcionar entre ellos, no puede desprenderse de la esperanza de que quizá sí. Además, dijo, “resulta reconfortante saber que cuando estás aburrido ―o, con toda sinceridad, cuando te sientes feo y poco deseable― tienes a alguien que te va a decir ‘bonito culo’”.

El recordatorio de que otra persona te considera suficientemente deseable como para tener una cita contigo proporciona un chute de energía para el ego

El psicólogo clínico Wyatt Fisher considera que el deseo de ser adulados es la principal razón por la que la gente mantiene a otras personas como “arrocito en bajo”. El recordatorio de que otra persona te considera suficientemente deseable como para tener una cita contigo proporciona un chute de energía para el ego, incluso aunque la otra persona nunca haga nada con respecto a ese deseo. De este modo, un “arrocito en bajo” puede hacer las veces de amigo con beneficios, pero en lugar de sexo, los beneficios son la validación que ofrece una relación y, quizá, la garantía de que no vas a estar solo para siempre.

Fisher cree que algunas personas mantienen “este tipo de relaciones de forma crónica” porque les gusta disfrutar de esos beneficios sin comprometerse. Michael admite que quizá él podría ser una de esas personas.

“Le daré a cualquier tío la misma oportunidad de cortejarme y de encajar en mi vida, pero no estoy dispuesto a perseguir a nadie para intentar entablar una relación”, explicó. “Me olvido de ellos fácilmente en cuanto me dejan, pero solo hasta que me siento solo, porque entonces me pongo a repasar los mensajes de texto y elijo alguno de ellos para chatear”.

En ocasiones, el miedo al compromiso puede hacer que una persona relegue a otras personas a la categoría de “arrocito en bajo” indefinidamente. Tiene planeado esperar hasta estar preparado, pero ese momento nunca llega… O llega demasiado tarde. “Hay gente que tiene ‘arrocito en bajo’ y que cuando quieren ‘sacarlos al terreno de juego’ se dan cuenta de que aunque ellos sí están preparados, la otra persona ha seguido adelante con su vida”, indicó Wagner.

Otro error que cometen las personas, dijo, es dejar a otros en la categoría de “arrocito en bajo” porque tienen una conexión con ellos pero no cumplen con todos los requisitos de su lista. La “sensación de invencibilidad y el optimismo” que nos llevan a esperar constantemente que llegue alguien mejor puede dejarnos al final sin opciones.

Pero eso no significa que las relaciones con “arrocitos en bajo” nunca acaben en relaciones reales. Clarissa Silva, autora del blog sobre relaciones “YOU’RE JUST A DUMBASS” mantuvo en cierta ocasión a una persona como “arrocito en bajo”porque ella vivía en Nueva York y él en Alabama. Además, a ella no le acababa de convencer el comportamiento despreocupado tan típicamente sureño de él, pero conforme mantuvieron el contacto como amigos ella se dio cuenta de que le prefería a él antes que a los tíos que había en su ciudad. Entonces ella le sacó del “banquillo”, él se mudó y se comprometieron. Ella estuvo a punto de caer en la trampa de la “lista de requisitos”, confesó, pero es que antes de poder comprometerse con él, había tenido que arriesgarse a dejarlo como “ligue de reserva” para comprobar qué más se cocía por ahí.

Una relación con un “arrocito en bajo” puede ser saludable siempre y cuando la situación que te disuade de salir con alguien en serio no sea permanente y siempre y cuando comprendas que puede que las cosas no salgan bien, dice Wagner. Puede parecer muy idealista creer que algo que ahora mismo no es algún día podría ser, pero como nosotros y nuestras necesidades estamos en constante cambio, el modo en que interactuamos con los demás también lo está. “Lo que no es compatible en una fase de nuestra vida puede resultar perfectamente compatible en otra”, explicó Wagner.

Eso es lo que sucedió con Sabrina, que abandonó a su “arrocito en bajo” pero tiempo después fue match con él en otra app de citas tras diez meses sin hablarse. Ahora están saliendo en exclusiva. “Esta vez es diferente, porque sabemos muchas cosas. Él fue muy sincero y admitió que está harto de mudarse y sentirse solo”, dijo. “Definitivamente, ahora vamos en serio”.

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