No pueden negar que el debut cinematográfico de Sofia Coppola, Las vírgenes suicidas (1999), es una obra maestra. La cinta es el retrato de una zona residencial de blancos de clase media en la que la sofocante humedad del verano se convierte en la metáfora del ambiente claustrofóbico que generan unos padres aterrorizados ante la idea de que sus hijos se hagan mayores. Resulta extremadamente incómoda de ver, incluso para quien no haya leído la novela —también la primera obra de Jeffrey Eugenides, galardonado con un Pulitzer— y desconozca la tragedia que está a punto de suceder bajo el implacable sol estival.
El argumento gira en torno a un grupo de chicas incapaces de expresarse, prisioneras en sus dormitorios ultrafemeninos, y a unos padres sumidos en una vorágine de desesperación y miseria. Incluso la imagen del armario del baño repleto de tampones provoca escalofríos. La primera vez que la vi me pasé varios días sintiéndome muy miserable y un poco traicionada por Coppola. Sí, el título ya te pone sobre aviso, pero ni siquiera eso me preparó para una película tan perturbadora. Mi corazón se desbordaba con el anhelo casi palpable de Lux Lisbon, el sueño adolescente al que nadie puede ni acercarse. Hasta que alguien lo hizo y lo jodió todo. Me enamoré del brillo de tonos sepia de los jardines de Michigan de la década de 1970, de las chicas con vestidos de campesina y zapatos con suela de madera. Incluso sentía envidia de sus uniformes escolares. Luego está ese final. Te quedas con la misma sensación que los chicos de la película, como si un enorme signo de interrogación flotara persistentemente en el aire. ¿Por qué lo hicieron? ¿Podría haberse evitado? Un suicidio siempre es trágico, evidentemente, pero el hecho de que lo cometa alguien tan joven lo hace todavía más espeluznante y difícil de olvidar.
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Pero hoy no es un día para entristecerse. Hoy es un día para celebrar las virtudes y el fascinante estilo de las hermanas Lisbon y de felicitar a Coppola por una banda sonora bestial. Al parecer, la idea de hacer la película surgió cuando Thurston Moore le regaló una copia de la novela. Un comienzo prometedor, sin duda.
Las primeras escenas nos sitúan en contexto: casas elegantes rodeadas de jardines perfectamente cuidados y la calma veraniega propia de una zona residencial. De fondo suena “Clouds Up”, cuyos vibratos de sintetizador contribuyen a crear una atmósfera inquietante y absolutamente increíble. Junto con otros clásicos de los 70, los temas de Air resultan cruciales para el buen desarrollo de la película. Las composiciones del dúo francés logran socavar y realzar la perfección de esta ciudad estadunidense arquetípica. ¡Bienvenidos! ¡Este es un buen sitio para vivir! Y, bueno, también para morir. En una entrevista reciente para Dazed, la mitad de Air, Jean-Benoit Dunckel, explica que se enfermó mientras grababan la pista de percusión de la banda sonora: “De verdad, creo que transmití mi fiebre a la música. En ese estado tenía los sentidos agudizados y la sensación de que componía mejor música que antes. Tenía el cuerpo ardiendo y todo pasaba muy rápido”. Yo sí siento la fiebre. Sobre todo cuando las hermanas Lisbon hacen su glamurosa salida en cámara lenta de la horrible camioneta de su padre. La escena te hipnotiza, como a los chicos apostados en la otra acera, que ven pasar atónitos a esas chicas inalcanzables con las bocas entreabiertas y las pupilas reducidas a diminutos puntos negros por el intenso sol.
¿Saben lo que de verdad me encanta de esta película? Que los actores y actrices aparentan la edad que se supone que tienen sus personajes. Los chicos parecen adolescentes de verdad. Eso, claro, contribuye a dar a Trip Fontaine un aire de HOMBRE de buena fe cuando aparece en escena, pero funciona. Pero ya hablaremos de Trip más adelante. Ahora estamos con las chicas.
Todas son increíbles, pero Lux es la mejor. Me recuerda a Rayanne Graff, de la serie My so called life. Si hubieras tenido una amiga así en la escuela, la querrías muchísimo y al mismo tiempo temerías todo su potencial. La rebelde Lux actúa de la única forma que sabe hacerlo: pasando mucho tiempo con chicos precisamente porque se lo han prohibido de forma expresa. El tema principal de Lux debería ser “Crazy On You”, de Heart, el mismo que suena en los altavoces cuando sale de casa de sus padres como una exhalación, con su vestido de noche, salta al coche de Trip y lo devora a besos. Heart es una banda genial, formada por las hermanas (muy apropiado) Ann y Nancy Wilson. Este tema es muy famoso por combinar guitarras eléctricas y acústicas y porque la guitarrista acústica es una mujer. Heart hicieron de esta combinación de rock y folk su modus operandi y vendieron más de 35 millones de copias de su disco en todo el mundo. Equis.
Pero bueno, vean el vestuario, por favor.
Escena de la fiesta de cumpleaños de Cecilia, la típica celebración de adolescentes en un sótano con ponche, globos, paneles de madera en la pared y sofás de tartán. Y los padres, arriba viendo la tele. Las hermanas Lisbon lucen los mejores vestidos: Lux lleva uno blanco, rematado con una trenza de lo más chic. El hoyuelo refuerza aún más su atractivo. Bonnie ha optado por un vestido verde, muy al estilo de Jessica McKlintock. Al fondo, Mary lleva un clásico de azul claro. Mary tiene mucha clase.
En general, las chicas llevan muchos vestidos de este estilo y zuecos. Me gusta imaginar que todas comparten un armario enorme y se pelean por decidir quién lleva qué. También les encantan los pantalones acampanados, las blusas campestres y, en general, toda la ropa de moda en los 70.
Y ¿qué me dicen de Lux en bikini y con una corona de flores? Lo siento, pero no me cabe en la cabeza que haya gente que no encuentre a su personaje totalmente encantador.
A Cecilia, la más joven y atribulada de las hermanas Lisbon, le encanta su vestido blanco. Lo lleva todos los días. Por muy bonito que sea —muy a lo Courtney Love y Amanda DeCadenet, pero más virginal—, el hecho de que no sea capaz de encontrar nada más que ponerse es un síntoma de que está descuidando un poco su imagen.
Me rompe el corazón ver los collares de plástico pegados con cinta adhesiva a las vendas de sus muñecas.
En un momento de la fiesta, las chicas escuchan “A Dream Goes On Forever”, de Todd Rundgren. Resulta irónico que en la época en la que se ambienta la película, Todd estuviera de gira por todo el mundo en compañía de su alocada novia, Bebe Buell, que más tarde inspiraría el personaje de Penny Lane en Casi famosos. Supongo que Lux habría dado cualquier cosa por escaparse con una banda y ver algo más que su dormitorio, la escuela y las caras de sus hermanas.
Después de la fiesta y su trágico final, las chicas tienen que volver a clase y, por tanto, a enfundarse los uniformes y los zapatos Oxford que tan bien les sientan.
En este punto es cuando aparece Trip Fontaine. Me fascina el hecho de que incluso con esa extraña y abultada melena (que Nikolai, de los Strokes, ha adoptado en la actualidad), Josh Hastnett sigue siendo el perfecto rompecorazones del instituto. Hasta su nombre tiene un no sé qué.
Su coche rojo, su chaqueta de piel, su cadena, sus andares y su dulce, dulcísima Mary Jane: es el mejor. Y no olvidemos el look que luce en la piscina.
Las escenas de Trip, en las que lo vemos encandilando a las chicas, recibiendo sus deberes hechos junto con unos brownies por cortesía de una admiradora o comportándose como el guapo adolescente que es, tienen como banda sonora el tema “Magic Man”, de Heart. La canción tiene la introducción perfecta, el solo de guitarra justo y una melodía vocal que pone la cereza al pastel. Trata sobre cómo un hombre hechiza a una chica joven y el temor de la madre de esta a perderla en manos de ese hombre. Ann Wilson compuso la canción inspirándose en los comienzos de su relación con su novio de entonces (y el mánager de la banda), esa época en la que te vuelves loca por un desconocido y vives el momento con tanta intensidad que da vértigo. Trip es ese magic man que puede tener a cualquier chica a sus pies. Menos a Lux.
¿Recuerdas cuando intenta hablar con ella a la hora del almuerzo y Lux no le presta la menor atención y se pone a bromear con sus hermanas sobre lo asqueroso que está su sándwich? Sí, esa escena. No hay forma más elegante de ignorar a un tipo.
Trip pierde la cabeza por la chica. Ahí lo tenemos, en la cocina en casa de sus padres, desesperado, mientras oímos “How Can You Mend a Broken Heart”, de Al Green. Viéndole la cara, parece evidente que no hay ninguna cura.
Pero su padre le da unos cuantos buenos consejos, y al día siguiente vuelve a la carga con fuerzas renovadas. En una sala oscura, le susurra a Lux al oído una frase que hace palpitar los corazones de medio mundo: “You’re a stone fox”.
(“She was the still point of the turning world, man,” también es una línea que cualquiera sueña con escuchar. Sigh.)
Trip se presenta en casa de Lux con la esperanza de pasar una tarde romántica viendo la tele con ella. Pero cuando llega, se encuentra al clan Lisbon, con la matriarca sentada entre él y el objeto de su amor, mientras Lux se limita a tejer. Bueno, a eso y a llevar esos pantalones y esa camiseta roja.
Trip parece bastante decepcionado, hasta que Lux logra animarlo cuando corre a su coche y lo asfixia a besos. Ya había hablado de esta escena antes, pero es tan fantástica que merece la pena volver a recordarla. Después de aquello, Trip está decidido a pasar tiempo a solas con Lux, y ¿qué mejor momento que en la fiesta de antiguos alumnos? Pero antes tiene que convencer a su padre, así que echa mano de su mejor traje para demostrarle al progenitor que va con la mejor y más respetuosa de las intenciones.
Y FUNCIONA. VAYA QUE SI FUNCIONA.
Las chicas se preparan para el baile. Para la ocasión, su madre les hace unos vestidos de un enorme trozo de tela con estampado de flores. Muy a lo Von Trapp Chic.
Por supuesto, Lux le da su toque distintivo poniéndose ropa interior con el nombre de Trip escrito en ella. Los dos forman la mejor pareja del baile. Ella con su vestido vaporoso, él con su traje marrón de grandes solapas.
Creo que Coppola sabía que este momento tenía que ser un poco agridulce para que lo recordáramos para siempre, por eso eligió el éxito de Sloan “Everything You’ve Done Wrong” (1996), cuya letra trata básicamente de estar junto a la persona que amas y cuidarla. Básicamente, todo lo que no hace el idiota de Trip con Lux.
Mira qué bonitos están los otros chicos con sus trajes de pana, con las mangas un poco demasiado largas.
Sí, exacto, ese es Anakin Skywalker.
Lux pasa la fiesta de graduación ensimismada y sin incidentes destacados —no hay sangre de cerdo ni nada similar—. Bebe licor de melocotón mientras suena “I’m Not In Love”, de 10cc. La coronan Reina del Baile bajo una lluvia de purpurina y globos. Todo es ideal. Es como estar en el cielo.
Hablando de 10cc y de esa canción (que tiene que ser uno de los mejores temas pop de todos los tiempos, ¿no?): al parecer, inicialmente se suponía que debía tener una base rítmica de bossanova y ser más alegre. Menos mal que les dio por hacerla más lenta y que añadieron varias pistas de voces. La canción narra la historia de alguien que se niega a aceptar la intensidad de sus sentimientos. Es la versión romántica de ver a alguien conteniendo las lágrimas.
Lo que le pasa a Lux a continuación no es bueno, pero ella se levanta con un aspecto radiante esa madrugada, con las primeras luces del alba cayendo sobre el campo de fútbol.
A Trip le entra el pánico. Después del baile y la transgresión de Lux, sus padres encierran a las hermanas en sus habitaciones de suelos enmoquetados y camas con dosel repletos de cosas de chicas.
Las chicas se deprimen, como era de esperar. Ni siquiera se molestan en quitarse los vestidos de noche ni los shorts o las camisetas. Se pasan el rato mirando anhelantes por la ventana o tumbadas en el suelo o en la cama.
Finalmente logran comunicarse con los chicos del barrio, que sienten absoluta obsesión por ellas, usando unas linternas y poniéndoles canciones al teléfono.
Entre los temas que escogen están “Hello, It’s Me”, de Todd Rundgren, el sencillo de 1972 inspirado en la magnífica pianista Laura Nyro, y concretamente una intro de ocho compases que Jimmy Smith tocó en una grabación de “When Jimmy Comes Marching Home”. Smith es famoso por ser uno de los pocos artistas de jazz instrumental que logró situarse en las listas de grandes éxitos. La melodía es todo piano y muy pegadiza. Las chicas también escuchan “So Far Away”, de Carole King, otro tema de guitarra que, sin duda alguna, está hecho para Lux y Trip. Ya sé que los personajes no son reales, pero LOS SENTIMIENTOS SÍ LO SON. Además, ponerle a alguien canciones por teléfono es una forma increíble de hacer una mixtape.
Luego, las hermanas Lisbon envían a los chicos una nota escrita en una postal, con faltas de ortografía y decorada con pegatinas brillantes, pidiéndoles ayuda. Imaginan que las ayudarán a escapar y viajarán juntos a sitios increíbles, vestidos con camisas hawaianas y con gafas de sol.
Por supuesto, no ocurre nada de eso.
La película acaba como empieza, con la desesperante calma de un barrio residencial. Una fiesta de celebración de la mayoría de edad. Chicas con vestidos blancos y guantes con lazos. Pero el ambiente es asfixiante (¿quizá un poco pronto?), todo está teñido de verde y al final se pide a los invitados que lleven máscaras de gas.
Los chicos acuden vestidos de frac, pero no es lo mismo. Las hermanas Lisbon nunca llegarán a la mayoría de edad. Sin embargo, asaltan los recuerdos de los chicos, veinte años después, sus figuras cada vez más borrosas con cada año que pasa. Y llega el tema final de Air en la banda sonora, “Empty House”, con ese silbido distante y un fondo de sintetizador deprimente y miserable. Los títulos de crédito pasan mientras suena “Playground Love”, con el mejor sonido de saxofón desde Bruce Springsteen: lento, sofocante e impregnado de tragedia.
En esa misma entrevista para Daze sobre la banda sonora, Nicholas Godin dijo que para él, la película trataba sobre lo difícil que es tener esa edad y no sentirse amado. “Odiaba ser adolescente. Fue una época bastante horrible y, aunque tenía buenos amigos, me alegro de que haya pasado. De joven, no puedes salir con las chicas de clase de las que te enamoras porque ellas siempre se inclinan por chicos cuatro o cinco años mayores que tú. Trasladé todos esos sentimientos a la banda sonora, esa idea de no sentirse querido”.
La estética, la banda sonora, la historia… Todos estos elementos se combinan para ofrecer un retrato evocador de la angustia y la soledad que sienten los adolescentes; del hecho de tener buen aspecto por fuera pero estar hecho un desastre por dentro. Pero no nos quedemos con este sabor amargo. Aquí dejo otra foto de Kristen Dunst en el papel de Lux para animarte.
Elizabeth Sankey es la cantante de Summer Camp y una experta en películas de adolescentes. Síguela en Twitter.