Música

“El beso” es el track que más escuché según Spotify

Según la estadística contundente de Spotify –esa de la que muchos han renegado, como Blumpi, que se quejó amargamente de que Mecano encabezara su ranking, pero que no me queda duda de que así sea luego de la fiesta que dieron él y Fer el sábado en su casa—, la canción que oí y oí y oí fue “El beso”, de Hidrogenesse. Me dio gusto por varias cosas:

  1. Porque apenas leí el título, comenzó a sonar en mi cabeza –como todo gran acúfeno— esa súplica/ósculo en la que el dueto catalán se erigen en príncipes trovadores deseosos de despertar al científico bello durmiente preocupado por dar a todos los símbolos una oportunidad.
  2. Porque me detonó el recuerdo de varios highlights indudables del año que acaba de irse: la primera edición en el DF del festival Nrmal –del que espero con emoción la entrega de este año—, los deliciosos conciertos que dio Hidrogenesse tanto en el festival como en el Cine Tonalá, la entrevista que puede hacerle a Genís y a Carlos gracias a un encargo de la revista 192, y las lindas piernas de Genís a contraluz en el escenario del deportivo Lomas Altas donde no sé quién se atrevió a tocar más tiempo de la cuenta, quitándoles tiempo de show a nuestros queridos genios superdotados del pop.
  3. Porque me dio un pretexto para desempolvar aquella entrevista y compartirla con ustedes en mi primera entrega de Acúfenos del 2015.
  4. Y porque el top 1 de mis canciones más oídas en 2014 me devolvió la fe en los rankings algorítmicos, esos en los que Blumpi y un montón de amigos más han dejado de confiar.

Videos by VICE

En la entrevista platicamos sobre dos de sus discos más recientes, El artista y Un dígito binario dudoso. El primero fue su EP mexicano que terminó convirtiéndose en su proyecto más parisino, y el segundo se trató de un disco conceptual que los llevó a ahondar en la biografía del matemático inglés Alan Turing, un personaje complejo que ayudara a descifrar los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyera al desarrollo de la informática y la aplicación de los algoritmos y recibiera la castración química por declararse homosexual de manera pública.

En el origen de Un dígito binario dudoso se encuentra un encargo: un curador seguidor de su música les comisionó un proyecto sobre Turing. Sería una residencia en un centro artístico para trabajar en un proyecto que combinara ciencia, tecnología y música. El fan-curador había escuchado hacía unos años Eres PC, eres Mac, un EP sobre tecnología que lo llevó a cruzar algunos cables y pensar en que serían los indicados para un proyecto de las características que buscaba.

El origen de Un dígito

Genís Segarra: (Al principio, era un proyecto) sobre ciencia y arte. La idea era hacer una cosa híbrida. En nuestro caso, iba a ser un proyecto sobre Alan Turing, pero eso se cayó. Con la crisis en España, la cultura y el arte fue lo primero que se quedó sin dinero. Se cayó ese proyecto, pero nosotros ya teníamos las canciones empezadas y estábamos obsesionados con él. Íbamos a hacer un álbum, lo que hacemos los músicos… No hacemos instalaciones. Pero iba a ser una residencia en Sevilla.


Carlos Ballesteros: Bueno, no hubiese estado nada mal estar un mes en Sevilla.


Genís: Nosotros habíamos hecho un disco homenaje a Terenci Moix, un escritor catalán, y nos dijeron: “¿Podríais hacer algo como lo que hicisteis para Terenci, pero para un científico como Alan Turing, que tiene una biografía tal… Fue hablando con el curador que llegamos a este trabajo.


Carlos: Ya conocíamos a Turing. Incluso, Manolo, de Astrud, nos decía: “Esto es una cosa como muy vuestra”. Habíamos visto un biopic por la tele, teníamos una idea, no a un nivel profundo sobre todo lo que había desarrollado, pero sí que sabíamos de él.


Genís: Cuando empezamos a leer, lo que más nos atrajo fue su bonhomía. Tenía sentido del humor, era sensible, era divertido, era responsable sobre lo que hacía, veía las implicaciones que podía tener. No era un científico de esos que solo quieren tirar puertas p’adentro. Hacía divulgación, iba a programas de la BBC a explicar: “las máquinas van a pensar”.


Carlos: Y todo mundo se reía en la época. Y utilizaba las máquinas para proyectos absurdos…


Genís: …como escribir cartas de amor o jugar al ajedrez.


Carlos: Programaba el computador, que era una habitación entera, para escribir unas absurdas cartas de amor que él imprimía y las iba dejando a gente de su departamento en la Universidad de Manchester.


Genís: Les decía: “Mira, la computadora te ha escrito esta carta de amor”.


Carlos: Tenía esa parte de científico huraño, con incapacidad social, pero luego tenía una vertiente muy divertida que estaba muy bien.

Enamorados del personaje


Genís: Ya te decíamos que Manolo, de Astrud, nos decía: “tenéis que hacer algo con este personaje”. Fue como si conocieses a alguien en el pueblo que te dice: “tú tienes que conocer a mi primo, mi primo te va a gustar”. Y tú decís: “que sí, que sí, un verano ya le conoceré”. Y cuando le conoces, dices: “ay, pues tenía razón”. Pero hasta que no lo descubres tú mismo. Somos testarudos. (Nos fascinó) esa mezcla de ingenuidad, como de niño, con ser muy responsable. Su incapacidad para mentir. Tiene características de santo, algo difícil de decir, sobre todo para la gente que es atea y que no cree en los santos ni en nada. No sabe mentir, y le imponen unas pruebas que tiene que superar. Es una vida muy de santo. Tiene una cosa muy extraña: no podía mentir, nunca sabremos si era ingenuo o si tenía un problema mental. Hoy le diagnosticarían con alguna palabra alemana y ya está. ¿Será eso o una responsabilidad política decir “no voy a mentir”?


Carlos: Era matemático y era abiertamente gay para esa época, al menos en los círculos universitarios, no se escondía. Eso, trasladado a un problema de un robo en su casa, mantuvo esa filosofía suya de no mentir. Les dijo a las autoridades: “Si usted me pregunta quién es este, no voy a mentir, es mi amante”. Nunca sabremos por qué dijo la verdad tantas veces incluso en contra suya, y eso le llevó a la condena.

(En el disco, Hidrogenesse retoma “Un mystique determinado”, un track que apareciera en Eres PC, eres Mac, y le hacen una nueva versión. Lo deciden así porque cuadraba perfectamente con el proyecto entero desde que les dijeron: “ustedes que hicieron esas canciones con traductores automáticos del inglés al español, y hablando de computadoras, hagan algo”. Entonces les pareció ideal una canción hecha con software. Para ella, usaron frases de Morrissey, textos que no eran ni líricos ni literarios; eran tomados de una entrevista, que cuando salía del traductor, era un texto absurdo que era como poesía para los oídos de Genís y Carlos. En ella, Morrissey habla de la ciudad de Manchester de una manera pomposa, tan suya, unas palabras que calzaban perfecto con el proyecto, porque además, Alan Turing desarrolló mucho de su trabajo en la Universidad de Manchester.)

El artista, el EP para Vale Vergas Discos


Genís: “El artista” es una canción que teníamos en mente… Hay un director de cine, Albert Serra, que hace unos días estuvo en el DF para presentar Historia de mi muerte en FICUNAM, que en Cataluña es una celebridad mediática y rebelde, es un enfant terrible y lo hace muy bien.


Carlos: Es muy radical e irrita a mucho público, a la burguesía y sobre todo a la industria catalana de cine…


Genís: …que quiere que los guionistas hayan estudiado en la escuela de guión, los iluminadores en la escuela de iluminación, actores que hayan estudiado en la escuela de teatro…


Carlos: Y él tiene actores amateur, se ha montado una troupe estilo Fassbinder o Warhol en la que todos sus amigos hacen de todo (“ahora yo soy el director, tú eres la actriz…”), y es una persona muy interesante.


Genís: Entonces, una vez dijo a todos esos que le critican, que dicen que su cine es malo, horroroso: “si no les gusta nada, que me den el dinero que cuesta hacer una película y me quedo en casa disfrutando, no tengo necesidad de hacer película”. Entonces, era tan divertido que dijimos: “tenemos que hacer una canción con la frase de Albert”. Casualmente, nos pidieron ese año participar en un proyecto que se llamaba Dinero, y acabamos de componer la canción. Años después, Txema Novelo, de Vale Vergas, nos propuso que quería publicar un single de Hidrogenesse aquí en México. Dijimos: “pues ‘El artista’”, y le encantó. Coincidimos con Txema en París; él estaba becado, nosotros estábamos de vacaciones. Hicimos un vídeo. Para nosotros, era todo muy parisino. La canción de “El artista”, que nada tiene que ver con París, y Vale Vergas, que no tiene nada que ver con Paris, se convirtió en un proyecto muy parisino.


Carlos: También se nos cruzó la película El dinero, de Bresson, y quisimos intentar con unos amigos actores franceses, que salían en el vídeo, y fue una cosa tan parisina, que decidimos que teníamos que grabar para la Cara B canciones francesas muy bonitas.


Genís: Está la canción de Poulenc, “Hôtel”, que es un poema de Apollinaire, en la que un artista está en la habitación de su hotel y ve cómo entra un rayo de luz, ve el humo y dice: “yo no quiero trabajar, yo quiero fumar”. Luego, la canción sobre fumar, “Dieu fumeur de havanes”, que era un dueto de Gainsbourg con Catherine Deneuve, hilaba todo. Lo único absurdo es que sea temática francesa. Nuestro disco publicado en México acabó siendo nuestro single francés. Porque Carlos, para la portada, hizo una réplica de un retrato de Ingres, el pintor, con Albert Serra como protagonista.



¿Qué es más triste: la biografía de Turing o los ponis?


Genís: Es muy cruel decirlo, pero siempre me dará más lástima un perro enfermo que una persona enferma. Una persona puede buscar un médico, sabe que está enfermo, puede intentar arreglar su condición. Pero un perro no sabe qué le pasa, instintivamente masticará una yerba o algo así. Dan más pena los caballitos ponis porque son esclavos. Claro que hay muchos animales que son esclavos, pero los ponis dan más pena por lo mismo que da más pena un niño maltratado que un adulto maltratado. Yo creo que siguen dando más penita que Alan Turing, porque incluso él, al final, después del tratamiento hormonal de castración, escribía a sus amigos, a veces deprimido, a veces con gracia, y les decía: “me han salido tetas”, hacía broma con ello y pudo seguir trabajando: como ya no podía en las computadoras, cambió a la biología, se puso a pensar sobre cómo todo en la naturaleza sigue patrones. Incluso él pudo decidir, si es que fue así, si terminaba su vida, un acto que una persona puede decidir y un caballito poni no.