Artículo publicado por VICE México.
Lo primero que hay que tomar en cuenta es el contexto en el que se da el movimiento. Era 1968, habían pasado más de 20 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundialy en el mundo se vivía una Guerra Fría entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Estados Unidos —los grandes vencedores de los nazis— que aunque no se enfrentaban directamente sí participaban en hostilidades regionales y locales en varias partes del mundo. La influencia de uno y otro país se hacía sentir en distintos conflictos bélicos. Eran las dos opciones de mundo que se ofrecían en la época: el socialismo soviético o el capitalismo de nuestro vecino del norte.
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Por aquellos años, la Guerra de Vietnam atravesaba sus capítulos más sangrientos y la Revolución Cubana presumía sus logros en materia educativa y agraria, avances que después servirían como una meta común para varios movimientos sociales de todo Latinoamérica. Además, en 1968 se vivía una efervescencia social y política en la juventud mundial. Fueron varios los intentos de los estudiantes y jóvenes por romper con las formas de hacer política a la vieja escuela.
Entre los conflictos que sucedían a la par, se encontraban La Primavera de Praga, que buscaba mayor apertura democrática en un régimen totalitario. Las manifestaciones por el asesinato de Martin Luther King, un líder de los derechos civiles de los afroestadounidenses, y las protestas masivas contra la Guerra de Vietnam en el corazón de Washington D.C. Las revueltas del Mayo Francés, en las que los jóvenes galos buscaban abolir la sociedad de clases y mayores canales de expresión política contrarios a los que su gobierno les ofrecía. Manifestaciones similares se vivieron en la República Federal Alemana —recordemos que en aquel tiempo Alemania estaba dividida en dos—, Suiza, España, Argentina, Uruguay, Italia y, por supuesto, México.
Las peticiones
En nuestro país, los jóvenes buscaban mayor libertad de expresión y ser tomados en cuenta por una sociedad que los criminalizaba por su manera de vestir, apariencia, gustos musicales o ideas políticas. En ese entonces, la juventud mexicana, sobre todo la que vivía en ciudades, había volteado a ver las carreras de humanidades para buscar una respuesta a lo que ocurría en materia social en su entorno y proponer soluciones. La filosofía fue una de ellas.
Los muchachos mexicanos eran influenciados por autores como Marx, Hegel, Nietzsche y Jean-Paul Sartre, entre otros. Pero también por la teoría conductista, la psicología marxista —impulsada por las protestas en Alemania—, las revolucionarias ideas de Michel Foucault y los autores que proponían un psicología más humana y cercana a lo social. Además, buena parte de los jóvenes, sobre todo los estudiantes con ideas de izquierda, veían como un ejemplo y, quizá, un modelo de hombre a Ernesto ‘Che’ Guevara, un médico argentino asiduo lector de las teorías de Sigmund Freud, que junto a Fidel Castro había conseguido el triunfo de la revolución en Cuba.
En ese contexto y con esas influencias teóricas, la juventud mexicana vivió el Movimiento del 68. Luego, llegó el 2 de octubre y el sistema cerró todos los canales de expresión política para ellos. Pero, ¿qué pasó después? Si bien la psicología en México se estudiaba formalmente desde los años 50, el Movimiento del 68 permitió, con el paso de los años, mayor apertura para sectores de la población que habían sido excluidos, como los estudiantes.
El movimiento detonó demandas sociales muy específicas, una de ellas fue en el aspecto educativo. Eso provocó que en años posteriores se abrieran más escuelas con carreras en ciencias sociales, humanidades y otras enfocadas a estudiar las relaciones humanas y los individuos. La psicología fue uno de los campos más beneficiados. Hubo un boom en la oferta educativa y miles de jóvenes mexicanos se inclinaron por el estudio de esa ciencia.
La detonación
De acuerdo con el doctor Edgar Aníbal Galindo Cota —profesor de psicología en la UNAM durante los años 70 y 90, y actual investigador de la Universidad de Évora en Portugal—, el periodo que se inicia en 1959 y que dura por lo menos hasta 1990 se caracteriza por un enorme auge de dicha disciplina en muchos sentidos.
“Tan sólo de 1960 a 1987, el número de escuelas y departamentos de psicología pasa de 4 a 66 y el de estudiantes se incrementa de 1,500 a 25,000”, explica en su artículo ‘Análisis del desarrollo de la psicología en México hasta 1990’.
Asimismo, señala que en los campos de aplicación de la psicología también hay grandes cambios, ya que hacia 1960 los psicólogos trabajaban principalmente como auxiliares psiquiátricos y como aplicadores de tests, y a finales de los de los años 80, los psicólogos se empleaban no sólo en los tradicionales campos de la clínica y la educación, sino también en la industria, el comercio, la salud, la tecnología, la vivienda y la investigación en diferentes rubros.
Galindo Cota señala que a mitad de los años 70 se empiezan a configurar los cinco campos de esa disciplina en México: conductismo, psicología transcultural, psicología cognoscitiva, psicología social y el enfoque psiquiátrico-psicométrico. Pero pone atención en los dos primeros: “tienen un carácter revolucionario reconocible y surgen y se desarrollan en el marco de un enconado enfrentamiento con la psicología establecida en su momento histórico, a la cual consideran caduca e incapaz de responder a las exigencias de la realidad del país”.
Además, menciona que esos dos campos muestran una gran capacidad para difundirse ya que forman discípulos, transforman currículos universitarios, fundan sociedades científicas y centros de investigación, realizan investigaciones sistemáticas durante décadas, organizan congresos y publican libros y revistas. Lo anterior provocó que durante su época de auge hayan obtenido una influencia creciente que los convirtió paulatinamente en dos de los campos más estudiados en México.
El parteaguas
El evento que fue un hito en el desarrollo de la psicología en el país fue justamente el Primer Congreso Mexicano de Psicología que se realizó en 1967 en Jalapa, Veracruz, un estado del Golfo de México. De ahí surgieron varios de los psicólogos mexicanos más destacados en años posteriores. Es decir que antes del 68, ya comenzaba a gestarse un boom para estudiar esa ciencia en las universidades del país.
A pesar de esto, fue hasta cinco años después de la Matanza de Tlatelolco, en 1973, cuando se fundaron las primeras facultades de psicología en México. La primera en la Universidad Veracruzana y después en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) —antes de esa fecha, esa disciplina en la UNAM se estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras—. Justo en ese año el Estado reconoció por fin de manera oficial la profesión de psicólogo.
Luego, en 1974 se realizó el Primer Congreso Mexicano de Análisis de la Conducta y un año más tarde comenzó la publicación de la revista que serviría como su órgano de difusión. Y en 1976, tomando como base el congreso, se crea la Sociedad Mexicana de Análisis de la Conducta.
Por esos años, entre 1975 y 1976, en medio de luchas sociales que exigían mayor presupuesto a las universidades públicas y la ampliación de la matrícula estudiantil, se inauguraron dos campus más para el estudio de la psicología en la UNAM, al norte y al oriente de la Ciudad de México, y se abrieron escuelas de dicha materia en la Universidad Autónoma Metropolitana.
La falta
Josafat Acosta, especialista en psicología social, señala que otro de los puntos que pudo haber hecho que más jóvenes se interesaran por el estudio de esa ciencia en el país después de 1968, fue el tratar de entender el malestar social que permeaba en distintos sectores de la población. Para él, lo que provocó el Movimiento del 68 fue un empuje a lo que ya venía desarrollándose en la psicología mexicana.
“Recordemos que en aquellos años era muy difícil que profesionales de la salud se interesaran por demandas sociales específicas, hasta que los médicos en 1965 salieron a las calles para exigir condiciones laborales más justas. Fueron manifestaciones precursoras al Movimiento del 68 y después de éste muchos jóvenes buscaron entender a través de la psicología lo que había pasado y buscar herramientas para tratar esos episodios a nivel psicológico”, dice Acosta.
Menciona también que en momentos importantes de la historia de México, la sociedad ha volteado a ver a la psicología como un mecanismo para asimilar de mejor manera distintos eventos: uno fue el 2 de octubre de 1968, otro el Halconazo de 1971; pero no sólo pasajes de represión política, sino también desastres naturales como el sismo de 1985 o el reciente de 2017, donde la labor de los psicólogos fue indispensable para tratar a la población.
Sin embargo, explica que a pesar de ello, desde los años 80 y hasta hoy, la psicología ha abandonado un poco el carácter humanista, “Ya no se preocupa tanto por los aspectos sociales y ahora más del 90 por ciento se enfoca al área administrativa y a la capacitación”.
La actualidad
Hoy en día casi la totalidad de las universidades del país, públicas y privadas, cuentan con la carrera de psicología dentro de su oferta educativa. Y aunque depende de la institución el enfoque que le da, siempre hay alternativas para orientar el conocimiento en una u otra área de la carrera, tomando en cuenta las aspiraciones de cada persona.
50 años después, es una ventaja tener un abanico de opciones para aquellos que quieren enfocarse en el estudio del comportamiento humano. Si bien, el Movimiento del 68 no detonó el boom de las carreras de psicología, las demandas sociales que lo motivaron sí potenciaron su estudio.
Es algo que se debe agradecer no sólo a los estudiantes de aquel entonces, sino a los académicos e investigadores que apostaron por una disciplina que, de la misma forma que la juventud, no era tomada en cuenta.