¿Por qué me siento culpable por no gustarme esta película? ¿Por qué tengo que hacer como si oír a la gente hablando de la nueva película de Batman como si tuviese 12 años no me provocara ganas de azotarla con una gamuza de piel mojada? Hay mucha gente involucrada en la realización de una película, y muchas personas a las que culpar por los resultados. Pero, al igual que su protagonista, si Christopher Nolan se va a llevar todo el mérito, también tiene que ser en él en quien recaiga la culpa cuando todo vaya mal.
La nueva de Batman es atroz. Con toda la pretensión de sus orígenes y con toda la facilidad para construir mitos de las franquicias de superhéroes, son tres horas de diálogos horteras (algunas de las frases podrían ser de una comedia romántica de Adam Sandler) intercalados con tributos al sueño americano, algo que puede que cuele con los norteamericanos (a los que ya les han lavado el cerebro), pero para el resto del mundo eso está tan anticuado como hacer todas las escenas de riesgo en una peli o, yo que sé, ¿el nu-rave?
Lo peor de la película, o de todas estas películas, es el modo en que los guiones de Nolan te engañan para que pienses que está pasando algo interesante cuando en realidad todo es súper obvio. Esto provoca que tengas que desconectar tu mente conscientemente y concentrarte en tus instintos (como cuando te has metido ácido y no quieres tener un ‘mal viaje’), lo cual sería genial si la acción no fuese tan jodidamente estúpida. Dejando de lado el estilo de Bane para luchar, muy a lo Tom Hardy (¿sabéis que dijo que se inspiró para su acento en un boxeador gitano irlandés que luchaba con los puños desnudos?), aquí no hay nada que no hayáis visto doscientas veces en otras películas de superhéroes. ¿Un batplane? ¿Habéis visto Batman Returns?
Además, y pasando al tema Catwoman o ‘Selina Kyle’: sí, bien, me gusta como viste, el cuero y todo eso, pero no es suficiente (un látigo hubiese sido lo más). Que le den a Bruce Wayne y a toda esa mierda de “Sé que eres una buena persona bajo esa coraza de hielo”. En serio, me daban ganas de vomitar.
¿Qué más? Ah sí, la sobreactuación. Sobreactuación crónica de todos los actores menos Joseph Gordon Levitt, a quien ya puedo disociar del estúpido pelo largo de Cosas de marcianos. Incluso parece que a Gary Oldman le estén metiendo una sonda en forma de Oscar por el culo.
Ahora Christopher Nolan está a salvo en la empresa de David Fincher, Steven Spielberg y Ridley Scott. Un cabal de directores de élite cuya propia importancia ha trascendido cualquier integridad que hubiese en sus películas. Podemos avanzarnos en el tiempo y prever que harán el remake de El Caballero Oscuro unas veinte veces en los próximos treinta años. Fantástico.