Foto por Ed Perlstein, Getty Images
La sorpresa de ver a Robert Plant como uno de los actos principales en el Vive Latino del 2015 es una falsa alarma. Muchos de los entusiastas de Led Zeppelin encontrarán en este festival la oportunidad de revivir una nostalgia añeja y legendaria: ver en persona al emblemático vocalista de la banda más poderosa en vivo y escuchar esas canciones generacionales en voz de su creador. El nombre antecede al acto. Robert Plant es lo más cercano a un semidiós del rock and roll. Plant es atemporal, el ícono de privilegiada figura y voz con un arsenal de canciones que décadas después siguen con vida y suenan frescas. Sin embargo, se olvida a menudo que Led Zeppelin vivió únicamente doce años (1968-1980) y que el trabajo de Plant ha sido incansable desde que su banda se desintegró. Treinta y cuatro años de carrera que la gran mayoría ignora y pasa por alto, una trayectoria con altibajos y constantes retornos a las raíces, un tour por los géneros musicales de moda y passé, una exploración musical que termina siendo objeto de estudio de sólo unos cuantos fanáticos y críticos.
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No hay millones de fans de Robert Plant. Hay millones de fans de Led Zeppelin.
El viaje de Plant comenzó unos siete años antes de la muerte de John Bonham, allá en 1973. El vocalista de la banda viajaba por el desierto del Sahara después de una exitosa gira por Europa y Norteamérica. Conquistaron el oeste, grabaron el rockumental que los convirtió en leyenda (The Song Remains the Same) y el nombre de Led Zeppelin se grabó sobre piedra en la historia de la música. En la parte trasera del automóvil, el camino parecía no terminar. Dunas en tonos rojizos, el sofocante sentimiento de infinitud, mística histórica: “Kashmir”.
Plant conoció Marruecos y Zeppelin no volvió a ser el mismo. Ese blues psicodélico, las exploraciones sónicas a través de los límites de la voz y la guitarra eléctrica se desvanecieron para encontrarse con Oriente. Canciones como “In My Time of Dying” o “Nobody’s Fault But Mine” son perfectos ejemplos de una banda distinta a la que interpretaba “Black Dog”. El nacimiento de Led Zep introspectivo, progre: el Zeppelin que pocos idolatran. La banda se distanció de lo que los volvió gigantes y aunque el toque groovy del baterista los volvía inigualables, su dirección musical se fue al funk, al world music y a las canciones pop melosas, como la infravalorada “Fool In The Rain”. Bonham era el pegamento que unía a Page, Jones y Plant y en el momento en el que se ahogó en su propio vómito, la banda no tenía mucho más que hacer.
Robert Plant ha tratado de desmarcarse en más de una ocasión del sonido Zeppelin y en la mayoría de sus intentos ha fracasado. Grabó con Phil Collins y el ex-baterista de Rainbow su primer intento solista: Pictures at Eleven (Swan Song, 1982). Los riffs de Jimmy Page, los arreglos de John Paul Jones y sobre todo, el fantasma detrás de los tambores se hacen presentes y evidentes, como si se tratara de un tributo a su ex-banda.
También está el Robert soft-rocker, o el Robert que podía fácilmente vender sus canciones para comerciales de pasta de dientes. El Robert que se deshizo (temporalmente) de Zeppelin.
Sin embargo, se escucha un auto-tributo a Zeppelin al final de ésta. Los primeros acordes de “The Ocean”, los redobles de “Moby Dick” y el clásico “Hey mama said the way you move” son una forma de deicr: “hey chicos, soy yo, el de Zeppelin, ¡esto es lo que hago ahora, con todo y look de Bowie!”
Un explorador de ritmos, amante verdadero y descubridor de la música, ha emprendido un viaje que continúa hasta nuestros días. Tres décadas de vivir bajo el yugo de las etiquetas y la expectativa del creciente número de fanáticos de su banda anterior le han provocado una travesía que vuelve siempre al Zeppelin de “Kashmir”. Aquí está en 1998, del álbum Walking on Clarksdale , reunido con Jimmy Page.
Y dentro de esos ires y venires al útero musical, ha logrado encontrar la belleza al redescubrir géneros y sonidos. Grabó con la gran Alison Krauss un álbum de country con sabor a bourbon que le mereció un Grammy. Recuperó el poder y a los nuevos-viejos fanáticos de Zeppelin con el Mighty Rearranger (2005) y se puso oscuro y bucólico con Band of Joy (2010). A sus 66, Plant ha perdido rango vocal y al mismo tiempo ha explorado fronteras musicales que lo convierten en un gusto adquirido: una leyenda sombría.
Este 2014 formó una nueva banda, con la que lanzó un álbum (Lullaby… and the Ceaseless Roar) y visitará México. The Sensational Space Shifters es una banda de distintas latitudes, con un sonido que Plant describe como celebratorio, poderoso y rasposo: el trance africano mezclado con Led Zeppelin.
En 2007, Led Zeppelin se reunió para dar un concierto único en la O2 Arena de Londres. Ante la ausencia del baterista, Jason Bonham tomó el puesto de su padre. Los contados asistentes registraron la presentación de la mítica banda y al día siguiente, YouTube se infestó de videos del concierto. Sonaba fatal. Luego vino el lanzamiento del álbum en vivo Celebration Day (2012). La banda sonaba espectacular, pero había algo que no cuadraba: la voz de Robert. Ya no alcanzaba los altísimos tonos para competir con la Les Paul de Jimmy. Temas como “Black Dog” o “Whole Lotta Love” desmerecieron. Sin embargo, una canción se desmarca del resto, esa que marcó un inicio y un fin en la carrera del cantante.
Robert Plant no es el vocalista de Led Zeppelin. Robert Plant es el cantante de “Kashmir”.