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Kinshasa, Zaire, 1974. Muhammad Ali y George Foreman, dos campeones del boxeo enfrentados en la batalla de sus vidas, que hoy conocemos como Rumble in the Jungle, el rugido de la selva. Una velada rodeada de glamour y fanfarria, con músicos de la talla de James Brown y BB King tocando en un festival de música improvisado antes de la batalla.
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También estaba allí Norman Mailer, uno de los escritores más célebres de Estados Unidos y exponente del nuevo periodismo. El autor escribió sus observaciones del evento en El combate, un libro donde exploró desde la raza hasta la sexualidad y que tomó una fama tan grande como la misma batalla.
Cuarenta años después de la primera edición, Taschen ha lanzado una edición de El Combatecon fotografías de Neil Leifer y Howard L. Bingham —dos fotógrafos deportivos muy prestigiosos y, también hay que decirlo, hombres—. La introducción de esta edición de aniversario, además, la presenta el académico J. Michael Lennon.
Mailer se tomó la cobertura del evento, mundialmente anticipado, con unos niveles de dedicación gonzo, incluso uniéndose a las peligrosas sesiones nocturnas de running de Muhammad Alien medio de la jungla —un movimiento inteligente que le dio al escritor, de 52 años entonces, un papel de devoto capaz de hacer cualquier locura para conseguir una buena historia.
El controvertido autor eligió el tema de dos atletas físicamente duros y su progresión en los días previos a un combate que tuvo un tremendo bombo publicitario para escribir un ensayo que rebasó cualquier definición de grandilocuencia. Mailer usó todos sus puntos fuertes —brutales y pendencieros a su manera— para fabricar una historia que es hoy la substancia del que podría ser el libro de tresillo más repleto de testosterona de todos los tiempos.
A pesar de todas sus observaciones primitivamente masculinas y reflexiones sobre la inacción de los motivos del macho alfa, la narración es discutiblemente homoerótica. El autor, con este enfoque, no estaba haciendo nada nuevo. De hecho, solo denotaba lo que cualquier persona puede deducir hasta con los ojos cerrados: que los hombres se obsesionan con la correlación directa entre sexo y poder.
Mailer, a su vez, dispensa mucho amor y afección hacia los sujetos del libro, y los pinta como increíblemente simpáticos, gentiles y caballerosos. El dinero también habla por sí mismo en El Combate: el ensayo convirtió a Mailer en una estrella forrada, y los cinco millones de propina que se llevaron cada uno de los boxeadores es un dato ampliamente conocido.
El autor emerge de esta obra como uno de los primeros bros literatos, siendo capaz de cubrir un deporte tan hipermasculino como el boxeo de una manera que, quizás sí, sus protagonistas parecen mariposas y abejas. El ensayo original se revela junto fotos impactantes y cautivadoras de los boxeadores disfrutando de sus ratos libres y escenas de su mentalización durante los entrenamientos y en los vestuarios.
Mailer estaba escribiendo sobre la gloria del atleticismo y sus efectos mucho antes de que David Foster Wallace empezara a considerar las repercusiones del éxito sobre una pista de tenis. Como escritor, las teorías avanzadas de Mail sobre la apropiación cultural fueron rompedoras, y su ficción era realmente buena, pero en El Combate plasmó una de sus obras más interesantes. Para citar al tipo: “La masculinidad no es algo que te dan, es algo que obtienes. Y la obtienes ganando pequeñas batallas con honor”.
Sigue a la autora en Twitter: @princefan87
Este artículo se publicó originalmente en Amuse.