Amarna Miller y su desnudo en apoyo a Podemos: el cuerpo como acción política

La imagen de Amarna Miller en apoyo a Podemos que incendió las redes sociales.

Hace un par de días y con la excusa del famoso debate electoral, publiqué una foto en twitter en la que mostraba mi apoyo a Podemos. Errejón me retuiteó, y por supuesto las críticas no tardaron en llegar ¿El número dos de un partido político apoyando públicamente la propuesta de una actriz porno?

Lo que más ha molestado a las masas ha sido que en la imagen apareciese desnuda, en una pose explícita. Se ha tildado mi acción de machista y se me ha acusado de banalizar el uso de mi propio cuerpo. Por todo esto he decidido reflexionar en voz alta sobre quién impone los límites que hemos de marcar a la hora de exponer nuestra imagen de forma publica. ¿Puede el sexo y la polémica que lo acompaña ayudarnos a la hora de luchar por nuestras causas, o por el contrario hace que el discurso que intentamos lanzar pierda valor? O dicho de otra manera ¿Es lícito usar el cuerpo como acción política?

Videos by VICE

LA OBJETIFICACIÓN SEXUAL

El primer punto sobre el que tenemos que enfocar nuestra atención es el de la objetificación sexual. Como bien explica el ilustrador Ronnie Ritchie en ” Diferencias entre empoderamiento y objetificación sexual, lo que importa a la hora de juzgar una imagen es preguntarnos quien tiene el poder sobre ella. Si he sido yo misma, en pleno uso de mis facultades la que he decidido incitar a mis seguidores a votar en las próximas elecciones del día 20 usando mi cuerpo y una foto impactante como reclamo ¿Dónde está el problema?

Habría sido diferente si, digamos, un partido político hubiese elegido una de mis fotos para promocionar su campaña sin que medie consenso por mi parte. En ese caso el poder no está en mis manos y por tanto, estarían convirtiendo mi cuerpo y mi imagen en un objeto para apoyar su causa.

Como dijo la activista y crítica de arte Lucy Lippard “Cuando las mujeres usan su propio cuerpo en su obra están usándose a si mismas; un importante factor psicológico hace que sus cuerpos y sus caras pasen a convertirse de objeto a sujeto”.

PÚBLICO, PRIVADO, POLÍTICO

Ahora que este punto ha quedado claro debemos enfrentamos a la eterna disputa entre qué se considera apto para mostrarse en público y qué debería quedar relegado al ámbito de lo privado. ¿Cuál es la forma óptima de reivindicar nuestras ideas? ¿Dónde acaban nuestras libertades? Este debate cobra aún más importancia cuando hablamos de temas considerados tabú en nuestra sociedad: el sexo, el cuerpo desnudo, la política y un largo etc… Por una parte se reivindica lo moralmente aceptable mientras que en el otro extremo de la balanza encontramos la defensa de los derechos individuales. ¿Es “correcto” utilizar el sexo como arma política?

Decía el escritor David Halperin hablando de las ideas del filósofo francés Foucault “[…] Podría decirse que el régimen moderno de la sexualidad nos quita nuestra libertad en nombre de la libertad -o para ser más precisos, nos quita nuestra libertad imponiéndonos su propia clase de libertad, exigiéndonos ser “libres” de acuerdo a sus definiciones y construyendo la libertad como un “privilegio” que debemos, bajo pena de perderla, usar con responsabilidad y nunca abusar. […]”. Personalmente no pienso que exista una forma “correcta” y otra “incorrecta” de mostrar nuestras libertades. Siempre y cuando no dañemos a nadie en el proceso, clamar por nuestras ideas y apoyar las causas en las que creemos es un derecho que todos deberíamos demandar.

Considerándome partidaria de la corriente feminista pro sex, creo que la autonomía sexual es un componente esencial de la libertad que las mujeres debemos aún reclamar a esta sociedad. A estas alturas supongo que todos habremos oído el “Mi cuerpo, mis reglas”.

Y si esta fotografía ha llamado la atención de los medios es porque aún nos queda mucho camino por recorrer a la hora de normalizar el sexo y los sujetos que se declaran abiertamente sexuales, especialmente si dichos sujetos son mujeres. Recordemos que cuando Albert Rivera apareció desnudo en su campaña para la candidatura de la Generalitat de Cataluña se calificó su foto de “trasparente y sencilla” y “sin complejos” , pero nadie le acusó de estar objetificando su cuerpo. De hecho según las encuestas públicas un 43% consideró el gesto como “brillante y creativo”, un 28% opinó que era “coherente con su lema” y tan solo un 29% lo entendió como “exhibicionismo gratuito”. ¿Si Albert fuese una mujer, habría sucedido lo mismo?


‘¿Si Albert fuese una mujer, habría sucedido lo mismo?’

¡Y no sólo eso! Me da pena que muchos de los artículos que han publicado esta noticia parecen confundidos y sorprendidos de que el apoyo político provenga de una actriz porno , como si fuese extraño que una trabajadora sexual tenga intereses más allá del sexo. (“Errejón sube la temperatura de Twitter con una foto muy sugerente” y ” Coleta morada se pone a cien” son algunos de los penosos titulares que he podido leer.) La eterna batalla contra la que hemos de luchar las mujeres: si te muestras como un ente sexual tu discurso pierde valor. ¿No es este el verdadero comportamiento machista? ¿No es esta la verdadera objetificación?

Viendo la sorpresa de los medios al descubrir que las actrices porno tenemos intereses políticos hemos de plantearnos si en el imaginario colectivo dos áreas aparentemente tan separadas como el sexo y la política pueden interseccionar entre si.

El ejemplo perfecto se dio el año pasado. La polémica saltó a los medios convencionales cuando la actriz porno libanesa Mia Khalifa protagonizó una escena X en la que usaba el hiyab, velo tradicionalmente usado por las mujeres musulmanas para cubrir la cabeza y el pecho. Como respuesta, recibió amenazas de muerte y la crítica de los medios, poniendo de lleno sobre la parrilla la idea de desafiar los convencionalismos con tu cuerpo. Hasta su propia familia hizo público un comunicado en el que se desvinculaba de sus actos. Mia pasó de actriz porno a revolucionaria política en tan solo un par de días y usó la polémica que sin querer había creado su video para reivindicar la falta de libertades, especialmente si eres mujer, especialmente si eres trabajadora sexual, especialmente si tus orígenes son musulmanes.

“Creo que debemos luchar con nuestros cerebros y no con nuestras vaginas”, escribió la feminista Juliana Yazbeck sobre Mia sin recordar que la utilización de nuestro cuerpo es también una forma de lucha, tan válida como cualquier otra. Que se lo digan a FEMEN, y sus famosas manifestaciones en topless para atraer la atención de los medios hacia su discurso. Hemos de reconquistar el poder sobre nuestro cuerpo.

Mientras escribo este artículo sólo puedo pensar en la cantidad de artistas que han empleado su cuerpo como arma arrojadiza para criticar situaciones polémicas: la lucha feminista, el racismo, los roles de género, la depresión económica, la guerra… Dentro de la corriente artística conceptual del Body art el cuerpo forma parte de la obra, convirtiéndose en lienzo para el discurso del artista. El Performance art o Fluxus son otros de los movimientos que han usado el cuerpo femenino en su discurso. Carolee Schneeman, Yoko Ono, Ana Mendieta y un largo etc… han utilizado su cuerpo para defender sus ideas. ¿Es su manera de hacerlo más válida porque ellas son artistas?

“¿Qué cree usted que es un artista?” Dijo Picasso “¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico o una lira que ocupa todo su corazón si es poeta? Bien al contrario, es un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas maneras. No, la pintura no se hace para decorar pisos”.

En los tiempos de cambio hacen falta acciones polémicas, que atraigan la atención sobre los problemas y las situaciones que merecen importancia.

Nuestra responsabilidad, como seres humanos, como personajes públicos, como sujetos que tienen la capacidad de razonar y habitantes de una sociedad llena de desigualdades es visibilizar las situaciones con las que no estamos de acuerdo. Luchar por nuestros ideales. ¿Dónde quedaron los poetas, los actores, los pintores, los escritores que lucharon con uñas y dientes por defender aquello en lo que creían?

Acciones como esta atraen la atención hacia problemas que aún necesitan una solución. La normalización del cuerpo desnudo, la trabajadora sexual como ente pensante, la mujer como sujeto activo.

Ya lo dijo la artista Barbara Kruger: el cuerpo de la mujer es un campo de batalla. Y lo que yo tengo claro es que mi cuerpo es y será mi lienzo y sólo yo puedo imponerle mordazas y fronteras.