Música

El cuerpo en rito: retratos de gente hipnotizada en Dengue Dengue Dengue

Desde las primeras vibraciones de los bajos, elevados hasta el más extremo límite de lo audible, el público quedó sometido. Como si por allí se abalanzara un poder arcano -el poder perdido de un viejo inca o de la mítica serpiente dorada-, el grosor ineludible de las consolas se adueñó de los cuerpos. Una vibración profunda; la contracción microscópica de los músculos. Los párpados que caen, un beat hipnótico que empuja la consciencia hasta su más vibrante raíz, el virus que se cuela por la sangre.

Afuera Bogotá, el tiempo que transcurre, la lluvia; adentro, el tiempo contenido, el embate de una guaca custodiada por Felipe Salmón y Rafael Pereira, los dos brujos: Dengue Dengue Dengue.

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Con un set de casi dos horas, en el cual se develó todo el esplendor de ese oscuro futurismo amazónico que han llevado a los más elevados niveles de sofisticación sónica, el dúo limeño entregó en el escenario Chevrolet Beat una de las presentaciones más monstruosas e hipnóticas de todo el Festival Estéreo Picnic. Su catálogo de sonidos andinos y selváticos, algunos contornos tropicales -incluso hardcoreros- texturados al detalle en su finura vanguardista, no dejaron libre un centímetro de espacio. Y a ningún cuerpo.

Porque lo de Dengue Dengue Dengue no fue solo un despliegue de refinamiento estético en los decks, en las curvas de esa sesión que está a la altura de cualquier plaza electrónica de este planeta, en los ritmos de la audiencia que no hizo sino rendirse ante ellos, sino que fue un rito de comunión. Un rito tejido desde los clásicos de La alianza profana, con un Simiolo rebajado de despedida, pasando por las cumbias etéreas de Siete raíces, hasta sus nuevas exploraciones salseras y ritmos cortados a una velocidad que sobrepasaba los 130 BPM, puro body music para el espíritu.

Acá unas postales de la hipnosis.