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El Culto: Cristiano Ronaldo

Finalmente con el triunfo de Portugal en la Euro 2016, Cristiano Ronaldo ha podido probar el éxito con su selección. Esto quiere decir, como se esperaba, que es tiempo de su inducción a “El Culto”. Puedes leer las entregas previas aquí.

Grado de culto: No hay cabida para el segundo lugar

Existen muchas cosas que gustan en el futbol, de todos colores y sabores. Sin embargo, el verdadero amor es la forma más rara y simple de todas. Ganar parece irrelevante cuando se trata de ello y, si piensas en aquellos jugadores amados por los fans —Matt le Tissier, Francesco Totti, Steven Gerrard, Alan Shearer— existe un común denominador, principalmente que dicta que los fans de verdad creen que su amor es correspondido. El amor, en el caso particular de estos cuatro, te obliga a hacer cosas estúpidas como dejar espacios en blanco en tu vitrina de trofeos que de otra manera habrías podido conseguir sólo por el hecho de amar el lugar en donde estás y querer hacer funcionar las cosas ahí y no en otro lugar. Como recompensa, ya sea que lo logres o no (hasta cierto punto, los antes mencionados no lo hicieron), recibes amor verdadero. Y todo porque estuviste preparado a renunciar a una parte de tu vida para hacer a otros felices.

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En una conversación imaginaria que sostuve con una seguidora del Real Madrid —prefiero hablar con mujeres imaginarias— me dijo, “Sí, es grandioso tener a Ronaldo en el equipo. Anota muchos goles”. Con esto y con una total renuencia a expresar más emociones, no tuvo más qué decir. Porque a pesar de La Décima y La Undécima, a pesar de los récords de goleo merengues, ella sabe la verdad: su club ha estado al servicio de Ronaldo y no al revés. La desesperada búsqueda del portugués por acaparar cada uno de los récords existentes existe, estoy seguro, para alimentar un proceso muy adentro de él: ganarle la carrera a su rival argentino.

Cristiano Ronaldo celebra el triunfo de La Undécima

Me obsesioné cada vez más, especialmente con el contexto de la Euro, por saber qué se siente estar en un equipo donde juega Cristiano Ronaldo. La impresión que obtengo de ver jugar al Madrid, por los gestos que le hace a sus compañeros, resulta una extrema ambivalencia. En ocasiones todo parece muy relajado, feliz, y a veces es un completo dolor de cabeza. Digamos que eres Toni Kroos y que eres consciente de que cuentas con un jugador en tu equipo que está tan obsesionado con ser el goleador que siempre hará el trabajo, en especial cuando vas como visitante a Eibar y no tienes muchas ganas de jugar. Pero el riesgo es que en ocasiones te va a reprender. Te vas a llevar algunos gestos de desaprobación por tus errores a la hora de juzgar, como un niño de ocho años que acaba de descubrir que primero necesita guardar el progreso del juego antes de apagar la consola.

En el caso de Portugal, pareciera que estar al lado de Ronaldo —al menos hasta la semifinal cuando sus compañeros decidieron de la nada dejar su ambición de lado— es una burlar de la idea de que el futbol deber ser divertido. Te has esforzado toda tu vida para vestir la playera de tu país, todo para que de repente tengas que soportar pucheros y caras de un tipo que te trata como si no supieras hacer un carajo con el balón.

Hasta en las bandas Cristiano no puede evitar reprochar a sus compañeros

Por supuesto, existe un grupo de fans que de verdad quieren a Ronaldo con el mismo afecto que sentirías si tuvieses un llamativo auto deportivo con la habilidad de convertirse en un Transformer. No es coincidencia que estos sean los mismos seguidores de un club donde existía un nombre mayor que el de Ronaldo —Sir Alex Ferguson— en una época donde el portugués no parecía motivado por su ego y podía disfrutar de su talento.

Es obvio que en Madrid ningún entrenador puede ser más grande que sus jugadores, porque por lo general les cambian de director técnico cada cuatro horas. También en Madrid, Ronaldo aprendió a aceptar la desquiciada realidad: si quedarse solo en primer lugar es el único lugar que te importa, entonces debes aceptarlo, ya que si no eres el primero no hay lugar para ti en la historia. Una vez más, se aparecen pesadillas del pequeño argentino.

Ronaldo no puede escapar de su eterna rivalidad // EPA Images/Juanjo Martin

Ronaldo se ha tranquilizado un poco en años recientes después de asegurar La Décima y otro Balón de Oro. Les apuesto cualquier cosa que una de las cosas más dulces en las que pensó después de ganar la Euro, mientras observaba el frenesí de sus compatriotas, fue que será casi imposible que la FIFA no le otorgue el Ballon d’Or de este año.

cruza los dedos y reza para que Pepe lo gane*

Punto de entrada: Medio

Esta es una hermosa ironía: la mayor contribución de Ronaldo en una final, la prueba sine qua non donde las verdaderas leyendas se forjan, fue ser sustituido para que sus compañeros pudieran dejar de preocuparse por él y lograran enfocarse en jugar como un equipo. Aquel cabezazo en Moscú jugando para el United se vio anulado por aquel penalti errado. Ante Grecia en 2004, y dos veces contra el Atlético: nada. Fue sólo un jugador más, al menos en las últimas dos finales; un actor de una película en la que ya había planeado concluirla quitándose la playera. Por contraste, en las finales de 2009 y 2011 Messi anotó goles cruciales para Barcelona.

La lesión de Ronaldo en la final de la Euro puede que haya sido una bendición disfrazada // EPA Images/Ian Langsdon

Al término de la final de la Euro 2016, Danny Murphy dijo de forma atinada, como ya es costumbre: “Los libros de historia no recordarán su sustitución, sólo recordarán que la ganó”. Es conmovedor, de verdad, pensar que Danny Murphy se imagine que en algún punto exista un libro polvoso titulado “Libro de la historia del futbol” en lugar de una página de Wikipedia sobre dicho torneo donde un niño del futuro que desee saber más de Ronaldo, levante la ceja cuando lea “sustitución al minuto 25”.

En el presente reciente, cuando los niños portugueses se quedaron dormidos después de aquella noche en Saint Denis ante el escándalo de familiares que se quedaron despiertos y conmovidos por la valentía de Pepe, habrá sólo un nombre rondando sus felices mentes…Éder. Esta es la inocente gloria del futbol y el amor: no puede ser impuesta sobre los fanáticos por medio de estadísticas, ni tampoco determinada cínicamente. Nadie sabe, tal vez en sus horas más oscuras de reflexión —después de ver el brillo en su cara es muy posible que jamás haya ocurrido— Ronaldo deseó haber podido ser parte de un equipo, en lugar de ser condenado a merodear solo en los estadios de futbol, mostrando desesperadamente sus piernas y su abdominales, y adueñándose de cualquier récord existente.

El momento: La presentación del Ballon d’Or 2014

Existen muchos momentos graciosos con los cuales deleitarnos en su bendita carrera, como la ceremonia donde los enanos de la FIFA deciden en Suiza si Ronaldo o Messi han mejorado año con año. Sin embargo, el grito “¡Sí!” de Ronaldo es el mejor de todos. Manuel Neuer, el tercer “espectador”, mantuvo un gesto serio durante casi todo el show del sobre, hasta que finge estar en suspenso como si tuviese posibilidades de ganar; Thierry Henry después de entregar el trofeo jamás vuelve a hacer contacto visual con Ronaldo e intenta esconder una sonrisa cuando CR7 toma una larga bocanada de aire antes de hablar.

“¡Sí!”

El acto final del discurso fue lo que detonó infinidad de vídeos en la red. Después de agradecer a las personas e instituciones que lo apoyaron, dejó salir todo su ego. Su grito fue del tipo que harías cuando, aunque sea por una noche, sientes que te has ganado el derecho de dejar todo de lado, sin que te importe un carajo.

Palabras finales

“Mi padre era gracioso cuando estaba ebrio, pero nunca lo conocí en realidad, desde mi corazón. No sé porqué tomaba, tal vez estaba frustrado con su vida. Quería un padre diferente, uno que estuviera más presente para ver mis logros”, palabras de Cristiano Ronaldo en su documental Ronaldo.

@TobySprigings