El imaginario que ha surgido a partir de la expresión artística del infierno siempre ha sido uno de los temas favoritos de varios de los titanes de la historia del arte, gente como Dante, Rodin, El Bosco, etc. Y esto no sin ninguna razón: el infierno es fascinante. Sin embargo, una constante en las representaciones del mismo es que la actualización de cada artista tiene un doble sentido, a saber, uno privado y uno social. Imaginar el infierno es imaginar los temores individuales y culturales a fondo de una manera tal que se pueda comprender, pero sin perder el misterio de la mente que lo alberga. Ahora, el fotógrafo y artista mexicano, Gerardo Montiel Klint, toma una postura propia, tan provocativa como intrigante, en una serie que recorre el paisaje violento y oscuro que tiñe prácticamente todo Centroamérica y México por culpa del narcotráfico, al mismo tiempo que hace una búsqueda por sentido digna de cualquier ser humano. Así, sobre el comienzo histórico y conceptual de la serie, Montiel nos cuenta que, “La serie Primeros Apuntes para una Teoría del Infierno empezó en 2009, en donde he viajado sistemáticamente por casi todo el país; diseñando rutas específicas, en la búsqueda de una posible cosmogonía de identidad nacional a través del paisaje y la puesta en escena en estudio, que vinculo con el desastre y la tragedia como parte de la cotidianidad, pero al mismo tiempo como un punto de partida hacia la renovación y búsqueda del sentido del ser”.
Estudio Anatómico de un Hombre en Posición de Alerta
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Aún más, el horror que nos abraza a partir de una violencia desmesurada, fuera de foco, acostumbra a las personas a la irracionalidad del ataque constante a los fundamentos sociales que más nos apelan; “fascinación atávica por la tragedia, los sucesos catastróficos, lo insólito, lo demencial… por lo extraordinariamente violento. Pareciera que la vida solo se nos revela a partir de la fisura: el acto fallido. Inframundo ancestral que reverbera aquí y ahora, entre borbotones de sangre tibia y pulsaciones de todo tipo, en un territorio temido y venerado. Rastros de furia, dolor, tortura, desamparo y deseo: aquellos que alguna vez nos dieran vida y equilibrio místico. Caldo de cultivo denso y fétido, para adentrarse en un viaje metafísico siguiendo un sendero indeleble hacia el México más profundo. Solo asimilando la totalidad de lo oculto, podremos ver el reflejo real y exacto de quienes somos. Tarea perturbadora y quizás irracional…pero aquí el intelecto es espejo de nuestra ingenuidad. Catapulta del alma, paréntesis en vida, tramas fracturadas ante la inminente tormenta de acontecimientos; después de estos momentos… no existirán certezas nunca más”, afirma el fotógrafo.
Gerardo Montiel nos cuenta toda la conceptualización detrás de la serie: “Para mi esta serie es el caldo de cultivo y pretexto para mezclar y entrecruzar lo siguiente:
1) Mi particular homenaje a la novela Farabeuf de Salvador Elizondo; el detonante una imagen fotográfica de una ejecución pública en China, que decanta en una narrativa que profundiza en la mirada interior, la adivinación, la realidad contradictoria y la esencia oculta de las historias.
2) La fascinación nacional por la difusión mediática y consumo masivo de nota roja derivada de ejecuciones del narcotráfico y demás hechos violentos en los últimos años en el país. Que a mi parecer tiene puntos de contacto atávicos con las prácticas de sacrificio del mundo prehispánico.
3) El concepto de fetichismo sustractivo (submundo oscuro que busca la erotización a partir de la autoamputación, cirugías cosméticas que sustraen partes del cuerpo, y prácticas sexuales fetichistas con amputados)
4) La metáfora de la enfermedad cutánea o sudoración de sangre como una repercusión sintomática de una sociedad en descomposición (Así como los personajes de El Bosco supuraban).
5) Imaginación Activa. El hasta hace poco mítico y recién editado por primera vez : El Libro Rojo, de Carl G. Jung fue producto de una técnica que el mismo Jung denominó como: Imaginación Activa, que es un método para establecer un diálogo activo en estado de vigilia con lo inconsciente, y consiste en centrar la atención en una imagen, proveniente de un sueño por ejemplo, y se le interroga acerca de su origen como si se tratara de otra persona. Para Jung esto provoca una interrupción temporal del control yoico, y por ende una inmersión en lo inconsciente, con esta técnica recogió ilustraciones minuciosamente detalladas que volcó en su bitácora personal el Libro Rojo (Rotes Buch) y que después razonaba al analizarlas y escribía acerca de esto en su Libro Negro (Schwarzes Buch). Esta técnica me parece fascinante para ponerla en práctica y poder explorar la intuición sin necesidad de la razón.
6) Lo imborrable. Que sucede cuando se quiere mostrar lo innombrable y esto se convierte en imborrable? Esto es muy común en la fotografía espontánea de sucesos violentos, asesinatos, accidentes, o cadáveres en manos de testigos que hacen un registro fotográfico. Estas imágenes perturbadores e hipnóticas a mi parecer, se transforman en lo que denomino imagen imborrable, y que queda alojada ahí, en la memoria por siempre. Lo imborrable se enquista en ti, te acompaña y se nutre de ti. Es capaz de afectarte como individuo, como ser y de desafiar los limites de la imaginación. Es un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez.
7) El deseo y lo performático. Hasta hace no muy poco, yo intuía que mi trabajo tenia una carga sexual implícita, pero que esta era una derivación de otros factores, y que por lo tanto su naturaleza sexual era más latente, que asumida abiertamente. Ahora me es significativo abordar el deseo, desde la pulsión sexual de una manera abierta, frontal y más visceral… desde el impulso irracional, el impulso de vida, el impulso del placer, pero sin suprimir el dolor como lo ejercería un hedonista. Necesito en este proceso alejarme de los convencionalismos morales, o formalismos estéticos del erotismo en la fotografía dentro de lo que establece el género llamado desnudo artístico fotográfico, el cual verdaderamente me molesta y repele, por estar lleno de clichés acartonados y sistematizados, que están a mi parecer muy lejos de ese impulso primario que es el deseo sexual. Es decir que por primera vez tengo la necesidad de indagar en imagen sobre el impulso sexual real de vida… que se contrapone a lo que he abordado durante muchos años que es el impulso de muerte.
8) El Cuerpo humano destruido. El artista y teórico de la imagen suizo Thomas Hirschhorn escribió el texto ¿Porque es importante -hoy en día- mostrar y mirar imágenes de cuerpos humanos destruidos? En este texto llaman mi atención dos puntos centrales de su postura: A) El síndrome de la víctima: comprender que el acto inconmensurable al ver un cuerpo destruido no es el observar, si no el comprender que eso sucedió, y B) Distanciación por la hiper-sensibilidad: el no mirar un cuerpo destruido permite conservar una distancia cómoda, narcisista y exclusiva, tomada por aquellos que no se confrontan con -sus propios ojos- a la dimensión inconmensurable de la realidad.”
Tal como es patente por los puntos del manifiesto, el contenido conceptual de la serie no solamente pasa a ser una conflagración abstracta de elementos filosóficos, sino que por medio de una estética que confunde los objetos de representación con los mismos sujetos, por ejemplo, un cuerpo sin cabeza bailando eróticamente, es decir, un objeto proponiendo algún tipo de acción únicamente referida a un sujeto, Montiel logra con maestría hacer una propuesta alrededor de lo surreal y exagerado con tintes de violencia y horror designados inequívocamente al infierno.
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